Seguimos con nuestro segundo viaje por Japón.
19 de Julio
Madrugón y a la estación de trenes.
Tomamos el shinkansen de vuelta a Kioto de las 9.08 de la mañana.
A las 9.45 llegamos y nos vamos directamente al hotel a ver si podíamos dejar las cosas. El elegido fue el Orient Gojozaka, en el que nos alojamos una semana en 2016.
Está muy bien de precio y es un pequeño apartamento con cocina, pc de sobremesa en la habitación con conexión a internet. Lo más importante es que tiene lavadora y secadora.
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Iati segurosAl llegar al alojamiento, en recepción nos dijeron que ya había una habitación preparada que si queríamos hacer ya el check-in. ¡Maravilloso!
Nos instalamos y nos fuimos al Templo Kodai-ji (高台寺).
El Templo Kodai-ji (高台寺) está situado en Higashiyama junto al templo Ryozen Kannon. Es uno de los templos imprescindibles de Kioto.
Fue fundado en 1605 por Kita-no-Mandokoro como recuerdo de su marido, Toyotomi Hideyoshi.
A pesar del calor, se hace un paseo muy agradable por sus jardines visitando los numerosos pabellones del templo y su pequeño bosque de bambú.
Nada más salir del templo nos encontramos con el museo Kodai-ji Sho (高台寺掌美術館), un pequeño museo con artículos y pinturas antiguas.
Es muy curioso y con aire acondicionado.
A la salida nos fuimos dando un paseo por el barrio hasta llegar a una parada de bus donde tomamos uno hasta el Santuario Heian (平安神宮).
Este santuario es otro de los imprescindibles de Kioto, sobre todo por el conocidísimo y gigantesco Torii de entrada.
El santuario sintoísta se construyó en el año 1895 para conmemorar el 1.100 aniversario de la ciudad de Heiankyō. Para honrar al emperador Kammu como kami o dios de la ciudad.
Había una parte en obras pero se podía contemplar la mayor parte (de sombra en sombra).
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Después del caluroso paseo nos fuimos directos a comer al restaurante Ramen Miyako, que, como su nombre indica, es un restaurante de ramen.
Lo descubrimos en 2016 por casualidad y es posiblemente el mejor ramen que he probado, así que no dudamos en volver.
Es posible que haya que hacer cola pero merece la pena.
A la salida cayeron un par de kakigori, helados de hielo tradicionales en la heladería Cha-Cha muy cerca del hotel.
Después del refrescante descanso, nos subimos a la línea JR San-in desde la estación de Kioto hasta la estación Sagano-Arashiyama.
Queríamos ver el parque de monos de Arashiyama que en 2016 tuvimos que descartarlo por falta de tiempo.
La mala suerte se ceba con nosotros y cierra a las 16.30 y faltaba apenas media hora, así que lo tenemos que dejar para un futuro viaje.
Nos dedicamos a pasear por la zona contemplando el puente Togetsu-Kyo (渡月橋). Construido en el periodo Jowa (834-848) es el puente más famoso de Arashiyama, que cruza el río Katsura.
Desde él se puede contemplar perfectamente el cambio de estaciones durante el año, desde el momiji hasta los cerezos en flor.
Continuamos el agradable paseo por la zona hasta acabar en el Templo Tenryu-ji (天龍寺), uno de los imprescindibles de Kioto.
Construido en 1339 es uno de los 5 Rinzai más importantes de Kioto.
Está junto al bosque de bambú de Arashiyama y es perfecto para combinar ambas visitas.
Nosotros llegamos fuera de hora y los pabellones estaban cerrados pero el acceso al recinto del templo estaba abierto.
El recinto es una maravilla y tiene unas vistas de las montañas espectaculares.
Después de la visita tomamos el tren de vuelta. Subimos a la azotea de la estación de Kioto que tiene unas vistas realmente espectaculares.
Ya empezaba a ser hora de cenar así que tomamos un bus hacia Pontocho.
Allí comimos unos fideos en un sitio que descubrimos en 2016. Un sitio que, a pesar de estar en pleno meollo turístico, es muy barato y bastante cutrillo. Lo descubrimos porque sólo habían trabajadores comiendo dentro.
No sabría decir el nombre ya que el cartel está en japonés y no está en google maps.
En maps lo pueden localizar porque está junto a un bar llamado “moon walk Shijo Kiyamachi”.
Aquí dejo una foto de la entrada del restaurante.
El sitio es muy pequeñito, apenas caben 7 u 8 personas pero merece la pena esperar un poco porque están exquisitos.
Después de llenar el estómago dimos un paseillo por Pontocho y Gion y aprovechamos para ver el Santuario Yasaka por la noche que es espectacular.
De allí al alojamiento dando un paseo para acostarse temprano que al día siguiente había que madrugar y nos esperaba un día duro.
Por el camino descubrimos un supermercado grande llamado Fresco. Era muy barato y abre 24 horas.
Como era muy tarde tenía ya muchos productos con descuento.
Aprovechamos para comprar el desayuno para día siguiente, varios dulces que estaban muy rebajados porque caducaban al día siguiente.
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20 de Julio
Hoy toca senderismo. Hacemos la ruta que une los pueblos de Kibune con Kurama, en las montañas del norte de Kioto.
Nos levantamos bien temprano y nos fuimos hasta la estación Kiyomizu-Gojō, que es la que más cerca nos quedaba del alojamiento.
Allí tomamos la línea privada Keihan Main Line hasta la estación Demachiyanagi. Allí hicimos transbordo a la línea Eizan Main Line (también privada) hasta la estación Kibuneguchi.
En total unos 45 min de trayecto y 700 yenes (5.63€).
Como buenos guiris, nos equivocamos de precio. Nada más bajarnos en la estación, un empleado de la compañía nos pidió el billete y nos mandó a otro señor a pagar la diferencia.
Como era básicamente un apeadero, no había máquina de ajuste de precio como en otras estaciones.
Desde la estación fuimos dando un paseo (se puede llegar en bus) hasta el Santuario de Kifune-jinja (貴船神社).
Son unos 2 km pero el paseo por el bosque es muy agradable. A esa hora no hacía (aún) demasiado calor. Aunque no daba demasiado buen rollo ver por el camino carteles de cuidado con los osos.
El Santuario de Kifune-jinja (貴船神社), fundado en el año 1.055 y está consagrado a Takaokami no Kami, dios del agua.
En verano, en los alrededores del templo a lo largo del río se instalan numerosos restaurantes en su orilla. Nosotros no pudimos aprovecharlos porque era demasiado temprano para comer.
El templo está enclavado en un entrono boscoso realmente espectacular y es recomendable 100% visitarlo. La entrada es gratuita.
Allí compramos unos omikuji o papeles de la fortuna que se hacían visibles con el agua.
Había que poner el papel sobre el agua del arroyo que pasaba por el templo y aparecía el mensaje en japonés. Pero, muy modernos ellos, tenía un código QR en el que te ponía la traducción en inglés.
Después de visitar el santuario, nos pusimos de camino hacia Kurama.
Para hacer la ruta tenemos que ir hasta el puente rojo y al cruzarlo nos encontramos con la puerta de entrada Nishi no mon (西の門). Allí donde hay que pagar 300 yenes (2.41€) para poder entrar en la ruta.
Desde allí comienza una buena tanda de escaleras por medio del frondoso bosque. Se hace dura con el calor y la humedad pero es espectacular.
Después de un buen rato subiendo escaleras, llegamos a un rellano donde se encuentra el templo Oku-no-in Mao-den (奥の院魔王殿).
Allí hay unos bancos donde nos sentamos a descansar un poco.
Estando sentados saqué un pequeño ventilador que se conecta al móvil. En el banco de al lado habían dos señores (bastante mayores) que se empezaron a reír de mí.
Sólo se me ocurre decirles en castellano: “ustedes lo que tienen es envidia”. Yo creo que imaginaron lo que les dije porque empezamos los cuatro a reírnos a carcajada limpia.
Seguimos subiendo un poco más y llegamos al pequeño templo Sōjō-ga-dani Fudō-dō (僧正ガ谷不動堂). Está dedicado a Fudo, uno de los dioses budistas de la luz.
Allí descansamos otro poquito para seguir subiendo un poco más.
Pasamos por el famoso paseo de las raíces de cedros Kinone-michi (木の根道) y empezamos la bajada.
Pasamos por el templo Jizo-do (地蔵堂), con unas preciosas vistas, y la fuente de agua natural Ushiwakamaru no chikaramizu (牛若丸の力水) que estaba fresquísima.
¡Ah! Y dejando atrás algunas advertencias de cuidado con los oso, serpientes y avispones gigantes.
Bajando un poco más, llegamos al templo Templo de Kurama-dera (鞍馬寺), la principal visita de la ruta.
El templo lo fundó uno de los discípulos del monje chino Ganjin. Durante el periodo Heian fue un templo muy popular.
Perteneció al budismo Tendai durante mucho tiempo, pero en 1949 se estableció como templo independiente de la escuela budista Kurama.
La visita hay que tomársela con tiempo porque el templo es precioso y tiene unas vistas espectaculares de las montañas de alrededor. Desde su mirador puedes observar el mar boscoso que rodea el templo.
Allí hicimos un buen alto en el camino. Compramos unas galletas y unos refrescos y descansamos aprovechando el remanso de paz que era el complejo (por lo menos ese día).
Seguimos bajando tranquilamente hacia Kurama aunque ya un poco más ligero. Ya eran casi las 4 de la tarde y empezaba a quejarse el estómago.
Llegamos a Kurama y nos encontramos un gran problema. Los pocos sitios para comer estaban cerrados y ni combinis ni nada.
¿Y ahora qué?. Pues a aguantarse hasta llegar a Kioto, porque antes tocaba un baño en el onsen al aire libre de Kurama.
Para llegar al onsen se puede ir andando unos 15 minutos. O también tomar un shuttle bus gratuito desde el parking de la estación de tren. Este pasa cada 10 minutos.
Elegimos la segunda opción ya que con el calor y el estómago vacío se complicaba la cosa.
En el Onsen se pude usar el baño entero por 2.500 yenes (20.11€) o solo el baño exterior (rotenburo) por 1.000 yenes (8€).
Si te alojas en el ryokan, la entrada es gratuita. Nosotros elegimos el rotenburo.
Antes de entrar hay una cabina en la que pagas los 1.000 yenes (8€).
Allí mismo puedes tomar unas toallas así que no hace falta cargarlas desde casa. Las toallas pequeñas de cara son 300 yenes (2.41€) y te las puedes quedar. Las grandes son 400 yenes (3.20€) y esas son alquiladas. Tienes que devolverlas.
Los baños son espectaculares. Con unas vistas impresionantes del bosque que lo rodea.
En invierno con la nieve tiene que ser una auténtica pasada.
La única “pega” es que es muy turístico y habían demasiados turistas occidentales (como nosotros jejeje).
Como hora y media después decidimos bajar de nuevo a Kioto para cenar temprano. Aún estábamos sin comer.
Una duchita y un paseo por la calle Shijo-dori y por sus shotengai. La cena a base de anguila asada en un Sukiya.
Prontito a la cama que había que volver a madrugar.
21 de Julio
Hoy tocaba un destino que ya visitamos en 2016 pero que nos faltaron cosas por ver. Es tan impresionante que había que volver: Miyajima.
Se trata de una isla que está al sur de Hiroshima en el mar interior de Seto. Conocida por su impresionante Torii flotante del santuario de Itsukushima.
Si tienes poco tiempo para visitar la isla y no quieres dormir allí, siempre puedes contratar una excursión guiada desde Hiroshima:
Madrugamos mucho y tomamos en shinkansen de las 8 de la mañana.
A las 9.56 llegamos a Hiroshima e hicimos transbordo a la línea Sanyo (por Iwakuni) que salía a las 10.15. Llegaba a la estación de Miyajimaguchi a las 10.43.
Pasamos por un combini de camino al ferry y nos subimos en el ferry de JR (incluído en el JR Pass) de las 10.55.
A ciertas horas del día, el recorrido de ida del ferry lo alargan un poco y pasa junto al gran Torii para poder admirarlo y fotografiarlo.
Según nos bajamos del ferry nos fuimos directamente al ryokan en el que íbamos a dormir esa noche.
El elegido fue el hotel Sakuraya, muy cerquita de la estación de ferry. Muy cómodo y con un onsen muy sencillo pero que, como todos, es un gustazo.
Dejamos las cosas y salimos disparados hacia el templo Daishō-in (大聖院).
Uno de los templos más importantes de la secta budista Shingon.
El recinto del templo es muy grande y con muchas escaleras pero se pasea muy bien bajo la sombra de los árboles visitando los diferentes edificios.
Diría que es una visita imperdible en Miyajima.
Después de visitar el templo, tocaba la visita principal por la cual habíamos vuelto a Miyajima dos años después: subir al monte Misen.
Nos fuimos en camino del teleférico pero. En vez de hacerlo por el pueblo, nos fuimos por la parque Momijidani disfrutando del paisaje.
El precio del teleférico es de 1.000 yenes (8€) la ida y 1.800 yenes (14.40€) ida y vuelta.
Ya por el camino preveíamos que la excursión iba a ser sorprendente.
Nos subimos primero en un teleférico pequeñito de cuatro plazas en la que íbamos solo los dos. Las vistas desde este primer teleférico eran una auténtica maravilla, a través del frondoso bosque de la isla.
A mitad de camino hicimos transbordo a un telecabina. Era más grande y en él íbamos al menos 10 personas. Se divisaba parte del mar interior de Seto y ye iban dando información en japonés por un altavoz. Una auténtica pasada.
El telecabina nos deja en un centro de información en el que hay máquinas de bebidas (como no) y un restaurante (nada caro) con unas vistas increíbles.
Fuera del centro, hay varios miradores para admirar las vistas del mar de Seto muy chulas.
A partir de aquí, comenzamos la subida a pie hacia la cima del monte Misen.
El camino es un sendero casi todo de escalones bastante irregulares pero relativamente sencillo y muy bonito.
En google dice que se tarda alrededor de 20 minutos pero, no se si por el calor, tardamos alrededor de una hora.
De camino pasamos por el salón Misen Hondo. En él se alojo Kobo Daishi, fundador de la secta budista Shingon, durante 100 días para meditar.
Durante esos días, mediante una ceremonia asceta, encendió un fuego quemando «goma-gi». Esa llama sigue viva en estos días 1.200 años después en el salón Reikado. Con esa misma llama se prendió la llama de la paz de Hiroshima.
El salón también es conocido como el santuario de los enamorados por la llama eterna que simboliza el amor eterno.
Después de un pequeño descanso a la sombra y una botella de agua fría, seguimos subiendo hacia la cima pasando por el salón Sankido. Dedicado a tres ogros con la sabirudía, la fortuna y el exorcismo; pero también a la seguridad en el hogar y a la prosperidad de los negocios.
De camino pasamos por los salones Kannondo y Monjudo. El primero para favorecer el parto fácil y el segundo para tener éxito en los estudios.
Un poco más arriba pasamos por la roca Fudo-iwa. En ella hay una estatua de Fudo Myoo, protector de la secta budista Shingon. También por la roca Kuguri-iwa, que forma un arco por el que hay que pasar para seguir el camino.
Un poco más arriba llegamos, por fin, a la cima del monte. Allí hay un mirador desde el cual hay unas vistas en 360º realmente espectaculares. Se contempla el mar interior de seto, la costa de Honsu e incluso la ciudad de Hiroshima. Además, en el mirador hay baños, wifi y un pequeño mostrador de información. Realmente mereció la pena subir.
Descansamos un rato en el mirador a la sombrita y nos dispusimos a bajar. Para ello decidimos hacer todo el recorrido andando. A pesar de ser bajada, se hace bastante duro, ya que son unos 3 kilómetros en los que casi todo el tiempo es bajando escaleras. Acabamos con las rodillas reventadas. Pero el sendero es una maravilla, te vas encontrando con algún templo y con algunos rinconcitos encantadores con algún banco para que descanses admirando las vistas.
Durante todo el sendero, como en otras rutas senderistas que habíamos hecho en Japón, habían colgados carteles de advertencia de que habían serpientes venenosas, víboras Mamushi mortalmente venenosas. Fotito de rigor y a caminar. Todo son risas y alegrías hasta que te cruzas con una y te cagas y, en vez de quedarte quieto y esperar a que pase como te indican, das un salto y sales corriendo.
Con el susto en el cuerpo sigues bajando. Cuando empiezas a tranquilizarte un rato después ¡PAM! Otra. En esta ocasión, ya mentalizados, si nos quedamos quietos a esperar que se fuera. Así que como consejo, hacer caso e ir con cuidado.
Aproximadamente después de una hora y media llegamos al pueblo. Eran ya casi las 4 de la tarde y aún no habíamos comido. Fue complicado encontrar un sitio abierto para comer a esa hora pero después de intentarlo en varios restaurantes, por fin conseguimos comernos un katsudon y un pollo tonkatsu.
Después de comer hicimos el checkin en el ryokan y nos dimos un primer baño relajante en el onsen. Muy tranquilo ya que a esa hora estaba vacío.
Después del baño nos fuimos a dar un paseillo y a ver el atardecer con el gran Torii. Esta vez coincidimos con marea alta, a diferencia de cuando estuvimos en 2016.
Es un atardecer realmente espectacular. Se dice que es uno de los más bonitos del mundo y, de momento, es el más bonito que he visto yo.
Después de anochecer, tomamos el ferry para comprar algo de cena en un combini junto a la estación y sobre la marcha nos volvimos.
Cenamos tranquilamente y nos fuimos a dar un paseo nocturno. Por la noche se respira en el pueblo una tranquilidad absoluta. Sin coches y solo con algún turista que hacía noche en la isla como nosotros. Que pena que se acabara la noche porque fue un paseo mágico, pero había que madrugar. Después del paseo nocturno un último baño en el onsen del ryokan, y a descansar.
Puedes encontrar algunas actividades que hacer en Miyajima en el siguiente enlace:
22 de Julio
Tocaba madrugar de nuevo. Tomamos el ferry de las 8.40 y a las 9.09 la linea JR Sanyo hacia Hiroshima. Allí hicimos transbordo al shinkansen de las 9.54. Iba a reventar y nos tuvimos que sentar separados en vagones diferentes, pero como el destino era Okayama a 40 minutos, tampoco había mucho problema.
A las 10.34 llegamos a Okayama. Dejamos las maletas en una consigna en la estación que nos costó 700 yenes (5.60€) y nos subimos al tranvía hacia el cuervo, el castillo negro de Okayama (岡山城). Luego descubrimos que podríamos habernos ahorrado unos yenes y haber ido andando ya que estaba muy cerca.
Nos bajamos del tranvía y fuimos dando un paseo agradable por la ribera del río Asahi hasta el complejo del castillo.
El castillo de Okayama, llamado el cuervo por el color negro del edificio, fue construido en 1597 por orden de Toyotomi Hideyoshi. Con el paso de los años se fue deteriorando y cayéndose algunas de sus 35 torres debido a la falta de mantenimiento.
Durante los bombardeos de la segunda guerra mundial ardió casi todo lo que quedaba en pie. Del edificio original solo quedan los cimientos, partes de la muralla y la torre de observación de la luna. La torre principal que hoy se visita se reconstruyó en 1966.
Después de visitar el castillo, nos volvimos (esta vez andando) hasta la estación de tren. Nos subimos en el shinkansen de las 12.35. Llegamos a shin-Osaka 49 minutos después y nos fuimos directamente al hotel. Nos costó encontrarlo ya que en booking venía la dirección equivocada y sin datos en el movil… Después de como media hora dando vueltas dimos con el. Se trata del APA Hotel Higashi Umeda Minami Morimachi Ekimae. Recién inaugurado y, además, con desayuno incluido. Como casi todos los hoteles en que hemos dormido en Japón en los dos viajes, habitación pequeñita pero muy limpia y hasta elegante.
Dejamos las cosas y descansamos un poco mientras buscaba por internet un sitio para comer. El elegido fue un pequeño restaurante de okonomiyaki llamado Yukari tensan en un shotengai cercano al hotel. Nada más entrar, hay que descalzarse y dejar los zapatos en la entrada. El okonomiyaki estaba realmente espectacular, fue todo un descubrimiento. La comida nos costó 2.420 yenes (19.38€) dos okonomiyakis y un cervezote.
Después de comer nos fuimos paseando por el shotengai hacia el santuario Santuario de Osaka Tenman-gu (大阪天満宮). Un famoso (y turístico) santuario sintoísta dedicado a Sugawara Michizane construido en 1845. Coincidimos con el festival Tenjin, uno de los más famosos de Japón que se celebra desde finales de junio hasta el 25 de julio. De echo, pudimos ver una pequeña “procesión” femenina llevando un pequeño trono por el shotengai al día siguiente.
Dimos un pequeño paseo por el santuario y nos subimos al metro hasta la estación Ebisuchō para dar un paseo nocturno por el barrio de Shinsekai (新世界) . Barrio de ocio por excelencia de Osaka, con la torre Tsutenkaku (通天閣) por bandera, con sus 103 metros es uno de los símbolos de la ciudad.
La torre Tsutenkaku (通天閣), se levantó en 1912 como parte de un parque de atracciones. En 1943 un grave incendio la dejó muy dañada y fue desmantelada y reconstruida en 1956 por la empresa Hitachi.
Después de la segunda guerra mundial Shinsekai se fue degradando hasta convertirse en la zona más peligrosa y pobre de todo Japón. Parece ser que aún sigue considerándose peligroso pero a nosotros no nos lo pareció, por lo menos la zona de la torre y de los restaurantes. Es muy curioso pasear por sus animadas calles llenas de restaurantes con las impresionantes fachadas ornamentadas para llamar la atención de los paseantes.
Después de un agobiante paseo entre tantísima gente, decidimos irnos a la zona de Dotonbori a dar un paseo nocturno por la zona y cenar en un restaurante que teníamos fichado por internet.
Cenamos en un pequeño restaurante teppanyaki que sirve carne de Kobe. Se llama Wanomiya y no puedo decir precio ya que fue un regalo de cumpleaños que me hicieron. Cogimos dos menús y la carne estaba para llorar. Que cosa más deliciosa. El cocinero nos iba dando consejos de como comerla, estaba espectacular hasta la verdura. Habrá que volver.
Después de la cena dimos otro pequeño paseo por Dotonbori y nos volvimos a dormir.
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23 de Julio
Hoy toca excursión. Nos levantamos muy temprano y como teníamos el desayuno incluido en el hotel, dimos buena cuenta del buffet y salimos para la estación.
A las 8.25 nos subimos en el tren dirección Shin-Osaka y allí hicimos transbordo al shinkansen de las 8.39 hacia Himeji, donde llegamos a las 9.15 de la mañana. En la estación había una pequeña exposición sobre el Nada No Kenka Matsuri (que se celebra en octubre). En el se pueden observar alguna fotografías y uno de los tronos que sacan durante el festival.
Salimos de la estación y recorrimos la avenida que lleva al Castillo de Himeji (姫路城). Es un pequeño paseo de 1 km. y se puede hacer tranquilamente andando.
El Castillo de Himeji (姫路城), fue el primer lugar de todo Japón en ser inscrito como patrimonio de la humanidad. Es uno de los 12 castillos originales que se conservan en Japón y es uno de los más espectaculares del país. Merece la pena dedicarle una mañana a recorrerlo.
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Después de echar la mañana visitando el castillo de Himeji nos volvimos a Osaka para tomar el tren a Kii-Katsuura.
Ese día el calor se nos hizo realmente insoportable, esperando el tren a Kii-Katsuura estabamos al borde del colapso, en el anden un calor infernal y el el hall de la estación no había aire acondicionado.
Más tarde, cuando enganchamos wifi nos empezaron a llegar whatsapp desde España que si estábamos bien, que habían visto que estábamos en Japón en plena ola de calor y que ese día en concreto, se habían registrado las temperaturas más altas de la historia de Japón, y fue en Osaka además.
De verdad que era un infierno. Para colmo, el tren que tenía que salir a las 17.23 llegaba con casi media hora de retraso.
Por fin llegaba el tren y, que cosas, ¡Era un oso panda!. El tren iba casi vacío y con aire acondicionado. Nada más subirnos y antes de sentarnos, a cambiarnos de ropa y a asearnos un poco para viajar lo más cómodo posible.
Teníamos 4 horas de descanso al fresquito hasta nuestro destino. Aunque algo nos preocupamos cuando vimos en el bolsillo del asiento las instrucciones de que hacer en caso de tsunami. Eso sí, explicado por un oso panda.
Sobre las 21.30 llegamos a Kii-Katsuura. Se trata de un pequeño pueblo costero, que es la meca del atún en Japón y, además, es una de las puertas de entrada a la ruta Kumano Kodo, la ruta más importante de peregrinación de Japón. Aunque realmente el Kumano Kodo es un entramado de caminos a través de Japón de unos 1.200 km.
Nada más salir de la pequeña estación nos dirigimos al hotel. Es el hotel Charmant, un pequeño hotel independiente regentado por una señora bastante mayor que era realmente encantadora.
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A pesar de sólo hablar japonés, consiguió explicarnos todo lo imprescindible sobre la ruta Kumano Kodo. Donde coger el bus y la línea, donde bajarnos, que visitar, donde coger el bus de vuelta… Además nos recomendó donde comer al día siguiente.
En la nevera te deja unos zumos y agua de forma gratuita y unos dulces. Además, por la tarde te invita a una sopa de judías dulce muy típica de la zona.
Dejamos las cosas en la habitación y nos fuimos camino de un familymart cercano para comprar algo de cena, ya que en el pueblo a esa hora ya estaba todo cerrado. La verdad es que parecía un pueblo fantasma y no eran las 10 de la noche.
A la vuelta cena y a dormir que iba ser un día duro.
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1 comentario en «Japón 2018 (II): visitamos Kioto – Miyajima – Okayama – Osaka»