Este año nos quedamos en España para visitar Navarra.
Ante la imposibilidad de viajar en condiciones normales por motivo de la pandemia del Covid-19, nos vimos obligados a cancelar nuestros planes de viajar a Laos. Por suerte, vivimos en un país grande y variado, con un sinfín de posibilidades y lugares maravillosos.
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Iati segurosDespués de barajar varias posibilidades, nos decidimos por Navarra enfocándonos principalmente en el Valle del Baztán, y una parte de los Pyrénées-Atlantiques franceses.
Pero primero había que llegar hasta allí. Salimos de casa el 26 de julio y haríamos noche en Toledo. No nos gusta hacer todo el viaje del tirón así que descansamos en esta preciosa ciudad.
Elegimos el hotel Beatriz Toledo Auditorium, un gran hotel de 3 estrellas con piscina pero con las habitaciones muy anticuadas. Pero por 44€ la noche estaba muy, muy bien.
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Por la noche nos fuimos a cenar al centro y dar un paseo nocturno. Teníamos la esperanza de que la temperatura hubiera bajado del millón de grados que hacían durante el día… pero no.
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El 27 de julio emprendimos el camino hacia casa de unos familiares en el País Vasco. Vamos a pasar una semana al fresquito para olvidar el tremendo calor andaluz.
El 29 de julio hicimos una pequeña escapada senderista. Hicimos la subida al monte Illuntzar en la zona de Urdaibai, que es Reserva de la Biosfera desde el año 1994. Una ruta relativamente suave aunque llena de tábanos que nos hicieron polvo y hacía bastante incómoda la caminata.
Para hacerla subimos en coche hasta un pueblo llamado Nabarniz. Aparcamos en un pequeño parking gratuito a la entrada del pueblo.
Nabarniz en un pequeño pueblecito de apenas 200 habitantes situado en la comarca de Busturialdea. Nos tomamos un café en la taberna del pueblo. Era lo único que había abierto y emprendimos la marcha.
La ruta es circular y es de 7.5 km. Es relativamente fácil, apenas dos horas de camino. Aunque hay que decir que nos perdimos varias veces así que tardamos unas 3 horas.
El sendero es precioso entre enormes árboles (y tábanos del tamaño de gorriones). Desde lo alto del monte a 728 metros de altura hay unas vistas espectaculares. Lo peor junto con los tábanos es que había llovido el día antes y nos llenamos de barro hasta las cejas, pero mereció la pena.
Tras la ruta senderista y con el estómago vacío, volvimos a por el coche y nos fuimos hasta el pueblo de Elantxobe. Un pequeño pueblo situado en la ladera este de la mole rocosa del cabo Ogoño. Fue fundado en el año 1524 como puerto pesquero. Las calles son cuestas muy, pero que muy empinadas.
El pueblo tiene una pequeña curiosidad, que aprovechan para llamar a los visitantes. Como las calles son muy estrechas, cuando el bus llega, como no hay espacio para que de la vuelta, se sitúa en una pequeña plataforma que gira sobre si misma con el bus encima.
Bajamos hasta el puerto dando un paseo rompiéndonos las rodillas en las empinadas cuestas del pueblo. Allí nos comimos unos pintxos en uno de los bares que había abierto.
Después de comer nos fuimos corriendo a la cercana playa de Laga. Aprovechando que hacía muy buen día nos dimos un baño relajante. La playa tiene un buen parking pero ese día estaba hasta las tachas. Así que dejamos el coche bastante lejos en un apartadero que había en la carretera.
Después del bañito nos volvimos a Barakaldo para descansar.
2 de agosto
Último día en Barakaldo y amanece lloviendo. Hoy había quedado para hacer una pequeña rutilla, pero los vascos no se achantan con el agua. Así que allá fuimos.
Hicimos un paseo llamado El Regato. Cortito, casi llano y sin dificultad más que la lluvia, el barro y un pie empapado que metí casi hasta la rodilla en un riachuelo que intentaba cruzar.
Ya por la tarde, dimos otro paseo familiar por una vía verde llamada Itsaslur. De unos 2km, con unos paisajes bastante espectaculares de los acantilados del cantábrico de la costa occidental de Bizkaia.
Antiguamente servía de vía de la minería y de la que hoy en día podemos encontrar algunos vestigios.
3 de agosto
Navarra
Nos levantamos temprano para salir rumbo a Navarra.
El primer destino es la ruta senderista del Nacedero del Urederra. Es la salida natural de un acuífero formado en el macizo kárstico del Parque Natural de Urbasa-Andía.
Se trata de un sendero circular de 6 km y un desnivel de 90 metros. Se tarda alrededor de dos horas y media en recorrerlo. A no ser que hagas un millón de fotos como yo y te lleve 3 horas…
Para poder visitarlo hay que reservar en la web oficial de turismo de Navarra.
El acceso está restringido a 450 visitantes por turno, cosas del Covid-19. La entrada es gratuita pero el aparcamiento son 5€ por coche.
Para llegar hay que ir hasta el pueblo de Baquedano. Desde Barakaldo tardamos alrededor de una hora y media por la autopista de peaje (5,65€).
Dejamos el coche en el aparcamiento que es bastante grande. En las oficinas comprueban que tienes reserva y te dan un papel para que lo pongas en el coche en plan parkímetro.
Desde el aparcamiento tienes marcado el camino. Hay que cruzar el pueblo pero por el camino marcado. Hay señales para que no te salgas de él ya que no se puede visitar el resto del pueblo… la primera vez en mi vida que veo algo así.
Como habíamos llegado temprano, nos tomamos algo en un bar y emprendimos el camino. Cuando llevas un rato del sendero te encuentras con una caseta en la que, nuevamente, comprueban que tienes reserva. Poco después, empiezas a caminar por el borde del río impresionado por el color turquesa de las aguas.
Cada cierta distancia tienes miradores para contemplar las pequeñas cascadas. Por motivos del Covid-19 está el acceso restringido a un aforo concreto por un tiempo limitado.
La pena es que no pudimos acceder al nacimiento. El camino estaba cortado porque estaban haciendo alguna obra de acondicionamiento. Pero aún así, merece la pena.
Si no dispones de vehículo y no quieres perderte esta espectacular ruta, siempre puedes contratar una excursión desde Pamplona.
Después de la espectacular ruta, como era temprano, decidimos visitar el pueblo de Estella, a 18 km de Baquedano.
Estella (Lizarra en Euskera) es una ciudad navarra fundada por el Rey de Pamplona y Aragón Sancho Ramirez en el año 1090. Hasta el siglo XV era conocida como Estella la bella. Para nosotros al menos, sigue siendo una ciudad preciosa.
Aprovechando que los bocadillos del almuerzo ya se habían bajado, entramos en una panadería-cafetería llamada Panadería López, en la que merendamos algo típico llamado txantxigorri, a base de chicharrones para coger bien de fuerzas para terminar de visitar la ciudad.
Tras la visita a la ciudad, nos fuimos corriendo hasta el hotel del que nos separaban casi 100 km. Poco antes de llegar pasamos por delante de un hipermercado. Allí decidimos parar a comprar algo de cenar y así evitar tener que ir hasta el pueblo.
Nos alojamos en el hotel Baztán, a unos 2 km de Elizondo. Un hotel de 3 estrellas que no estaba del todo mal. Aunque para haber pagado 95€ por noche era muy, muy anticuado pero era cómodo y tenía piscina.
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4 de agosto
Hoy toca senderismo otra vez. Nos levantamos temprano y nos fuimos a desayunar a Elizondo. Desayunamos un buen pintxo de tortilla y un café en el bar Labayen.
Tras coger fuerzas, nos pusimos camino de Erratzu. Es un pequeño pueblo a unos 9 km de Elizondo por una carretera, en su mayor parte, estrecha de narices. Miedo daba poder cruzarse con algún camión.
Dejamos el coche en el parking del pueblo (gratuito) y nos pusimos en camino. Desde aquí ya empieza la señalización de la ruta.
El sendero discurre relativamente paralelo a la regata de Iñarbegi y es muy sencillo. De echo, habían muchas familias haciendo la ruta.
La ruta es circular y es de unos 7 km de distancia. Se tarda unas 2 horas en recorrerlo, a no ser que seas como yo y te pares a sacar un millón de fotos cada 2×3.
La verdad es que la ruta es muy bonita. Divisando varias cascadas por el bosque hasta llegar a la espectacular cascada del Xorroxin, de unos 4 metros de altura.
Cuando llegamos allí, habían como un millón de personas. Debajo de la cascada de forma una poza en la que había gente bañándose. Tenía que estar poco fría esa agua.
A la vuelta de la ruta, decidimos parar en Amaiur a comer y luego visitar la Fortaleza de Amaiur.
Gran error porque no había ningún sitio donde comer. Así que nos comimos unos chocolates que llevábamos para coger algo de fuerzas y subimos hasta la fortaleza.
El castillo de Amaiur ya se menciona en escritos del siglo XII. Poseía entonces una torre central y dos hileras de murallas defensivas.
En el año 1521, los fieles al Rey Enrique II de Navarra reconquistan la zona del valle de Baztán-Bidasoa y toman el castillo.
A principios de 1522, los ejércitos de Castilla comienzan la reconquista de la zona. En julio, 10.000 soldados castellanos cercan la fortaleza. En ella resisten varios ataques los 200 soldados navarros de la fortaleza hasta que, 12 días después, éstos terminan capitulando.
Para el 12 de agosto de ese mismo año, se ordena la destrucción del castillo.
El 30 de junio de 1922, 400 años después, se inaugura en las ruinas del castillo un monolito en homenaje a los navarros que lo defendieron.
La entrada es gratuita pero podemos dejar un donativo para su conservación.
A la bajada ya se había hecho bastante tarde así que volvimos hasta Elizondo con la esperanza de encontrar algo abierto donde comer.
Lo hicimos en el bar en el que habíamos desayunado esa mañana. Comimos muy bien, con un menú de dos platos y postre por 12€.
Después de comer nos dimos un paseo por Elizondo. Se trata de la capital vascófona del Valle del Baztán y su centro comercial.
El rey Carlos III de Navarra (el Noble) reconoce en el año 1397 a los habitantes de Elizondo como “fidalguía e infanconía, en que dezían haber estado a perpétuo”.
En la trilogía de libros (y pelis) de la trilogía del Baztán, escritos por Dolores Redondo, cuentan una historia muy interesante.
Antiguamente, a los niños que morían de muerte blanca, es decir, sin bautizar, “en el Baztán, se enterraban en el itxusuria, el corredor de las almas, el espacio del suelo que delimitaba el tejado de la casa donde goteaba el alero definiendo una línea entre lo de dentro y lo de fuera de la casa”… “este es el modo en que sus madres los honraban, dejándolos en su hogar como centinelas que guardan la casa”
A lo largo del casco viejo de Elizondo se pueden ver numerosas baldosas con un nombre y una fecha, lugares en los que estos niños fueron enterrados.
Después del paseo, compramos algo de cenar en un supermercado cercano y nos fuimos al hotel a descansar.
5 de agosto
Nos levantamos medio temprano y desayunamos en la habitación del hotel.
Hoy toca visitar Saint-Jean-de-Luz y Bayonne en el departamento francés de Pyrénées-Atlantiques.
Nos ponemos en camino de la frontera franco-española entre Irún y Hendaya.
Pero antes, una parada técnica para visitar Lesaka, a 13 kilómetros de Elizondo, aún en Navarra. Queríamos tomar un café antes de cruzar la frontera ya que, por nuestra experiencia propia, el café en Francia es jodidamente perro, pero perro, perro. La vin que malo es.
Lesaka es un pequeño pueblo perteneciente a la comarca de las Cinco Villas. En Lesaka podemos destacar sus dos torres medievales, sus imponentes casas señoriales y con sus más de veinte canales, por lo que es conocida como la pequeña Venecia.
Lo primero que hicimos fue tomar un café en una cafetería de la Plaza Zaharra. No recuerdo el nombre pero la muchacha que atendía era muy agradable y simpática. El café estaba buenísimo además.
Después del café dimos un pequeño paseo por el pueblo y nos pusimos de nuevo en camino.
Decidimos ahorrar un poco de tiempo e ir directos, pagando el peaje de la autovía francesa nada más cruzar la frontera. El precio es de 1.70€ hasta Saint-Jean-de-Luz.
En el peaje habían así como mil millones de coches y camiones pero se iba pasando bastante ligero.
La distancia desde Lesaka es de 28km pero… nos perdimos. Salimos de la autovía donde nos dijo el gps y al cabo de nada, nos encontramos en el peaje para volver a entrar en la autovía. Ya no había marcha atrás así que otros 0.70€ y salimos por la siguiente salida y, ahora si, llegamos a nuestro destino.
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Saint-Jean-de-Luz (Donibane Lohizune en euskera) es una ciudad del País Vasco francés. Pertenece al departamento de Pyrénées-Atlantiques en la región de Nueva Aquitania.
Saint-Jean-de-Luz al principio sólo era un pequeño pueblo de pescadores entre el mar y las marismas. En el siglo XV prosperó gracias a la pesca del bacalao y la caza de ballenas. Entre los siglos XVI y XVIII se convirtió en un nido de corsarios que luchaban en nombre del rey de Francia.
La ciudad tuvo su apogeo cuando, en el año 1660, Luis XIV contrajo matrimonio con María Teresa de Austria, Infanta de España, Infanta de Portugal y Archiduquesa de Austria. Con esto se ratificaba el tratado de los Pirineos 7 meses antes, para formalizar la paz entre España y Francia.
Aparcamos relativamente lejos del centro y bajamos hasta el casco antiguo paseando entre casoplones de gente adinerada. Menudos chabolos.
Al llegar al centro nos sentamos en una terracita a que nos crujieran… estooo… a tomarnos algo fresco. Francia+zona turística+temporada alta= 6.60€ por dos refrescos. Aún así, me esperaba más caro.
Tras el refrigerio nos fuimos dando un paseo por la calle turística rue Léon Gambetta entre tiendas de recuerdos y sitios para comer.
Como a mitad de calle nos encontramos con la Église Saint-Jean-Baptiste.
Fue construida entre el siglo XV y terminada en el año 1685. Es conocida tanto por su retablo del siglo XVII en madera dorada, el más monumental de los retablos del País Vasco; como por ser el lugar en el que contrajeron matrimonio el rey de Francia Luis XIV con la Infanta María Teresa de España el 9 de junio de 1660.
Tras visitar la iglesia, continuamos por la rue Léon Gambetta hasta llegar a la Place Luis XIV. Es una pequeña plaza en la que hay muchísimas terracitas donde comer. También se encuentra aquí la Maison Louis XIV.
Lohobiague-Enea, la Maison Louis XIV, es una mansión construida el año 1643 por el armador Joannis de Lohobiague.
Louis XIV se hospedó aquí durante 40 días en 1660 cuando contrajo matrimonio con la Infanta María Teresa.
Desde el puerto nos dimos un paseo por la Grande Plage y callejeamos un poco por el barrio antiguo.
De camino al coche nos paramos a comer en un sitio llamado Le Bistrot Luzien. El sitio estaba bastante lleno así que llegamos a la conclusión de que era bueno. Y además tenía carta en castellano.
No nos equivocamos. Comimos de lujo. Unas chuletillas de cordero lechal y un chuletón de buey que estaban de escándalo. Y para ser Francia, pueblo turístico y costero, y en temprada alta 41.80€, nada caro.
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Después de comer nos volvimos hasta el coche y nos fuimos rumbo de la ciudad de Bayonne. Está a unos 20 km de Saint-Jean-de-Luz.
Bayonne se fundó en el año 950 sobre las ruinas de Lapurdum, un castrum romano. En el siglo IX la invaden los vikingos y en el siglo X la recupera Guillermo Sancho, Duque de Vasconia.
En el año 1808 se firman en el castillo de Marracq las Abdicaciones de Bayona, en las que el Rey Carlos IV de España y su hijo Fernando VII ceden el trono a Napoleón Bonaparte. Para julio de ese mismo año, se promulgó el Estatuto de Bayona como constitución española de José Bonaparte.
Dejamos el coche en un aparcamiento cercano a la muralla de la ciudad antigua y entramos por “La Poterne”, una puerta abierta en la muralla en el siglo XIX para sustituir a la antigua puerta del Château Vieux.
Nada más cruzar la puerta nos vamos hasta la Catedral (Cathédrale Sainte-Marie de Bayonne), una catedral católica romana construida entre los siglos XIII y XIV en estilo gótico.
A su lado se encuentra el impresionante claustro, construido en el siglo XIV también en estilo gótico. Durante la Edad Media fue lugar de encuentro de conversación para asambleas de distritos y corporaciones.
La galería norte desapareció durante la restauración de la catedral en el siglo XIX para crear la capilla de Saint-Léon (capilla parroquial) y la sacristía. Esta modificación tuvo el efecto de ocultar el único portal no destruido durante la Revolución Francesa y del que habla Víctor Hugo.
El claustro sigue siendo un lugar de encuentro cultural como conciertos. Cuando estuvimos nosotros había una feria de artesanía con muchos puestecillos.
Al salir del claustro seguimos dando un paseo por los alrededores de la catedral hasta llegar al Château Vieux, el castillo viejo.
Volvemos sobre nuestros pasos y recorremos la Rue Port Neuf, una famosa calle comercial repleta de tiendas, restaurantes y heladerías.
Al final de la calle nos encontramos con la Place de la Liberté y el ayuntamiento, La Mairie, construido en el año 1843 en estilo neoclásico, en principio era un edificio de oficinas aduaneras.
Desde aquí nos fuimos paseando por la ribera del río Nive hacia el mercado, pero antes, nos paramos a tomarnos algo fresco en una cafetería de cadena.
El mercado de Bayonne, llamado Les Halles, donde podemos encontrar puestos con productos típicos de la región y muchos bares con mucho ambiente en el día soleado que del que disfrutábamos.
Seguimos dando un paseo por las pequeñas callejuelas de la ciudad, evitando las aglomeraciones de las calles principales hasta llegar a la Porte d’Espagne, la puerta de España.
Salimos por la puerta y nos encaminamos hacia el coche. Después de un par de horas verás el dineral del parking… pues no: 1€. La primera hora era gratis y después, a 1€ la hora. Impresionante.
Nos subimos al coche y nos fuimos camino del hotel, pero antes, paramos a ver el pueblo de Ainhoa, ya en la frontera y catalogado como uno de los pueblos más bellos de Francia.
En Bayona también puedes hacer un fantástico tour guiado que te expliquen bien todas las historias de la ciudad:
Unos 27 km después llegamos a Ainhoa, habiéndonos perdido por el camino que la carretera principal estaba cortada por obras y el gps no se orientaba muy bien…
Ainhoa es un pequeño (muy pequeño) pueblo de los Pyrénées-Atlantiques con unos 600 habitantes. El pueblo casi que es solamente una calle y fue galardonada por su belleza y atractivo turístico por la asociación Les plus beaux villages de France aunque, sinceramente, he recorrido bastante Francia y he visto pueblos bastante más bonitos.
Destaca la Église Notre Dame de l’Assomption, la iglesia de nuestra Señora de la Asunción. Fue construida en el siglo XIII por los premonstratenses, que fijan la población de la comarca y la estructuran en diferentes parroquias desde finales del siglo XII, aprovechando el Camino de Santiago, eje estratégico y comercial, así como vector de identidad.
La iglesia fue remodelada entre los siglos XVI yXVII y durante la Revolución Francesa se transforma en un almacén de forraje. El edificio fue clasificado como monumento histórico por decreto de 27 de diciembre de 1996.
A su lado se encuentra el Lavoir Alhaxurruta, el lavadero Alaxurruta, visitado por Napoleón III y su esposa la emperatriz Eugenia de Montijo durante un viaje por la zona en 1858.
El pueblo la verdad es que es bonito pero estaba hasta arriba de gente, parecía un parque temático.
Desde Ainhoa ya si que si, nos fuimos hasta el hotel, del que nos separaban 27 km de una carretera… un tanto peculiar, por su estrechez y sus curvas pero realmente espectacular por las vistas y el paisaje. Había muchos ciclistas y no me extraña.
6 de agosto
Madrugamos y nos vamos hacia el pueblo de Igantzi, un diminuto pueblo a 27 km de Elizondo. Dejamos el coche en un aparcamiento a la entrada del pueblo y nos dispusimos a desayunar. El pueblo es tan pequeño (unos 600 habitantes), que la cafetería es estanco y tienda de chucherías a la misma vez…
Después de coger fuerzas empezamos lo que habíamos venido a hacer: la ruta senderista hasta la ermita de San Juan Xar.
La ruta es de unos 4 km ida y vuelta (no es circular) y con un desnivel de unos 100 metros. La ruta es relativamente sencilla, aunque no tiene partes llanas, o subes o bajas cuestones.
El sendero discurre por la Reserva Natural de San Juan Xar, protegida desde 1987 por atesorar el único bosque autóctono de carpes de la península Ibérica, que crece en esta zona de forma natural. Las hojas cocidas del carpe se emplea como astringente en la medicina natural. La madera se emplea como combustible ya que es muy dura.
También podemos observar castaños centenarios, arces, robles y fresnos.
Después de sudar a mares debido al calor y la gran humedad, llegamos por fin a la ermita de San Juan Xar. Está enclavada en una cueva y consta de un pequeño altar y una estatua en roca de San Juan Bautista. La verdad es que es preciosa y está rodeado de un halo de misticismo muy chulo. Mereció la pena la sudada y el calor.
Volvemos a salir y bajamos unas empinadas e irregulares escaleras hasta la fuente. La tradición dice que, cada 24 de junio (día de San Juan), hay que acudir a la ermita y beber de los 3 caños de la fuente, además de empapar un paño con agua de los 3 caños también y frotarlos contra la piel que tengamos afectada por algún problema cutáneo. Luego dejamos el pañuelo alrededor de la fuente y, pasado unos días, el cura los recoge y los quema.
Parece ser que esta tradición viene de muy largo, antes de que llegara la imagen de San Juan Bautista, los rezos y las ofrendas eran para las lamiak, ninfas que, según la mitología, habitaban esta zona desde los albores del tiempo.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta llegar de nuevo a Igantzi. Cogemos el coche y nos vamos hasta las grottes préhistoriques de Sare, las cuevas de Sara, en el pueblo de Sara, ya en Francia. Teníamos hora para las 17.45 pero dejamos el coche en el aparcamiento y nos dispusimos a realizar la ruta senderista que separa éstas, de las cuevas de Zugarramurdi en Navarra.
La ruta es conocido como el sendero del pottoka azul, que realmente conecta las cuevas de Sara, las de Zugarramurdi y las de Urdax. Aunque nosotros sólo haríamos el tramo entre Sara y Zugarramurdi.
El sendero está señalizado por un Pottoka (caballo enano típico de la región) de color azul que iremos viendo a lo largo de todo el camino. El sendero trascurre entre prados y tupidos bosques y es conocido como el sendero de los contrabandistas, ya que, durante la dictadura española, la mayoría de la población española vivía del contrabando a través de la cercana frontera francesa. Hoy en día son los franceses los que vienen a por tabaco barato…
El trayecto entre ambas cuevas es de unos 3 km (sólo ida) pero en algún punto nos perdimos y dejamos de ver el pottoka azul. Así que decidimos seguir la carretera hasta Zugarramurdi ya que se nos hacía tarde. De unos 45 minutos que dura la ruta, nosotros tardamos casi una hora y media.
Eran casi las 4 de la tarde y había que comer antes de volver a las cuevas de Sara. Comimos en un restaurante llamado Kattalin, un menú por 17€. Algo caro pero estaba delicioso. Un paté casero brutal y un muslo de pato confitado que estaba para morirse.
Para volver a las cuevas, decidimos coger la carretera porque teníamos prisa y tardamos unos 40 minutos, con un calor y un solazo para morirse.
Las cuevas de Sara son una serie de grutas naturales excavadas por el agua que empezaron a formarse hace unos 100 millones de años. Existen vestigios que indican que ya estaban pobladas por el ser humano desde el periodo musteriense, hace 45.000 años. Desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce fue habitada por comunidades agricultoras y ganaderas.
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José Miguel Barandiarán, importante historiador especializado en prehistoria y etnología, estudió la relación entre este conjunto de cuevas y la mitología vasca, ya que fueron objeto de leyendas y fueron escenario de las persecuciones sobre presuntas brujas en la región durante el siglo XVII.
El precio es de 9€ para los adultos y 5€ los niños. La visita es guiada y la visita de las 17.45 es en español y dura unos 45 minutos. Es conveniente compra la entrada online en su página web y llevar en verano algún abrigo ya que la temperatura de la cueva es constante durante todo el año a unos 14ºc. La verdad es que en días de mucho calor como el que nosotros fuimos, se agradece es fresco.
Por cierto, no está permitido hacer fotos en el interior.
La visita en español es la última del día. Después de salir de las cuevas, decidimos ir directamente al hotel del que nos separaban casi 40 km ya que estábamos bien agotados.
7 de agosto
Hoy toca visitar más cuevas. No hizo falta madrugar mucho, ya que íbamos a visitar primero las cuevas de Urdax y teníamos hora para las 10.30, que era la primera visita.
Nos subimos al coche y recorrimos los 24 km que nos separaban de allí.
Las grutas de Urdax son consideradas el yacimiento prehistórico del Paleolítico superior más importante de Navarra. Ya hace unos 30.000 años el ser humano ya habitaba estas grutas.
Las cuevas se conocen desde 1808, cuando se utilizó como refugio por personas que huían de las batallas de la guerra de independencia. Durante la dictadura española, también fueron usadas como escondite de los artículos de contrabando que se traían desde Francia por las familias que subsistían de esta manera.
La visita es guiada y cuesta 6€ para los adultos y 3€ para los niños. Como en las cuevas de Sara, lo suyo es llevar algo de abrigo porque también hace bastante frío dentro.
Después de la visita, nos fuimos a Zugarramurdi, el pueblo de las brujas, a unos 3 km. La idea inicial era hacer el recorrido andando pero hacía muchísimo calor y estábamos agotados del paso de los días.
Teníamos entradas para visitar el museo de las brujas y las cuevas a partir de las 12.30. Dejamos el coche en el aparcamiento y nos fuimos a una cafetería a hacer tiempo echando un café y comiendo un pintxo.
El museo de las brujas cuenta la historia del proceso inquisitorial que tuvo lugar en la zona en el año 1610, que empezó cuando una joven relató que en sueños había volado y había visto a vecinos del pueblo organizando un akelarre (reunión de brujas).
En un primer momento el párroco del pueblo se hizo cargo pero la Santa Inquisición se enteró, se cree que a través del abad del monasterio de Urdax (que curiosamente ansiaba el poder total de la zona) y se puso a investigar el caso.
El resultado de la investigación fue de 53 personas acusadas de brujería, en el que habían niños y ancianos incluidos. Muchos murieron en la cárcel en Logroño donde iban a ser juzgadas o durante el camino.
El 7 de noviembre de 1610 se celebró el Auto de fe, 21 de los detenidos fueron acusados de delitos menores, 21 perdonados y 11 condenados a la hoguera (6 en persona y 5 en efigie, junto con sus restos mortales ya que habían muerto durante el proceso), habiendo sido quemados el domingo 8 de noviembre de 1610.
También se expone como era la vida en la época en el valle y también sobre mitología vasca. En la última planta había una exposición temporal de pintura.
Después de visitar el museo, nos dirigimos a la cueva, a unos 300 metros del museo.
La cueva principal de Zugarramurdi (Sorginen Leizea en euskera) fue horadada por una corriente de agua que aún existe, llamada Infernuko Erreka, regata del infierno.
Su nombre hace mención a las celebraciones paganas que se celebraban aquí en la antigüedad y que, en el Proceso Inquisitorial de 1609 a 1614, fueron presentadas como prueba evidente de que en Zugarramurdi se desarrollaban actos donde se ejercía la brujería.
La cueva se visita por libre y la entrada se puede adquirir sólo para la cueva o combinada con el museo de la brujería. El precio sólo para la cueva o sólo para el museo es de 4.50€ para adultos y 2.50 para niños. La entrada combinada es de 8€ para adultos y 4€ para niños.
Se pueden comprar en la web oficial.
Tras la visita a la cueva nos fuimos a comer. Hoy había bastante más gente en el pueblo y estaba todo más lleno. Decidimos comer en el mismo restaurante que el día anterior ya que comimos muy bien y los precios de todos los restaurantes eran similares.
Ya por la tarde, a las 17.30 teníamos hora para una visita guiada por el pueblo. Antes de empezar, teníamos que ir a confirmar al museo de la brujería que era donde comprobaban nuestros tickets online y nos daban una acreditación.
La visita dura aproximadamente una hora y cuarto y es muy, muy interesante. Altamente recomendable. El precio es de 5€ por adulto y 3€ por niño.
Cuando terminó la visita, como no era muy tarde y era nuestra última noche en tierras navarras, decidimos visitar el pueblo de Sara, ya en Francia.
Un pequeño pueblo parecido a Ainhoa aunque bastante más grande (2.500 habitantes) en la que destaca la Eglise Saint Martin, construida en el siglo XII y renovada en el siglo XVII, con su torre de cinco pisos y el antiguo cementerio a sus pies.
Dimos un bonito y corto paseo por el pueblo y nos volvimos a Elizondo, a disfrutar de un último paseo nocturno.
Paseando por una callejuela nos pasó algo muy curioso. Nos cruzamos con un sapo gigantesco. Esa tarde, en la visita guiada de Zugarramurdi nos habían advertido, que los viernes (hoy era viernes) por la noche salen las brujas con sus sapos a reunirse para sus encuentros y akelarres. ¿Ese sapo era casualidad? Que cada uno opine lo que crea…
8 de agosto
Toca volver al hogar aunque antes hacemos noche en Alcalá de Henares, en la Comunidad de Madrid.
Madrugamos, desayunamos algo en la habitación del hotel y nos ponemos en camino de Olite, a unos 95 km de Elizondo, para visitar el Palacio Real.
El palacio se construye en el siglo XV por orden del rey Carlos III de Navarra “el Noble” y su esposa Leonor de Trastámara. Es un espectacular conjunto de patios, estancias, fosos y jardines y de numerosas torres con unas vistas espectaculares.
Durante la Edad Media fue considerado uno de los palacios más lujosos de toda Europa, dejando impresionados a viajeros y visitantes de la época.
En 1813, el Palacio sufrió un devastador incendio que lo redujo a ruinas, pero a principios del siglo XX fue salvado de la desaparición total, comenzando las obras de restauración y reconstrucción en los años cuarenta.
La entrada para la visita libre cuesta 3.50€ para los adultos y 2€ para los niños. La visita guiada cuesta 4.90€ para los adultos y 3.50€ para los niños. Por desgracia nosotros no conseguimos entradas para la visita guiada porque estaban agotadas así que tuvimos que hacerlo por libre, pero te dan un panfleto que explica muy bien lo que ves.
Puedes adquirir las entradas en la web oficial.
Puedes hacer una preciosa visita guiada por el castillo de Olite con Civitatis:
Después de la visita, antes de ponernos en camino, nos comimos un menú no muy ligero en un restaurante llamado Ducay y nos pusimos en camino a Alcalá de Henares en Madrid, a 325 km de distancia.
Me parece todo excelente. Gracias