En verano de 2014 decidimos viajar a Viena y Budapest. Para llegar hasta allí desde Granada, lo más barato era volar desde Málaga hasta Bratislava, en Eslovaquia. Está a algo más de una hora en bus de Viena. Ya que íbamos hasta allí, decidimos pasa una noche en la ciudad, y no nos arrepentimos.
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A las 6.05 de la mañana despegábamos con Ryanair rumbo a Bratislava, donde aterrizábamos sobre las 9.30 de la mañana. Salimos de la terminal y, justo enfrente, se encuentra la parada del bus. Allí nos surgió un pequeño problema.
Había leído por los foros que los revisores de bus de la ciudad, eran auténticos mastines que te echan literalmente a patadas si no llevas el billete correcto.
El billete había que sacarlo de una máquina con un millón de opciones que estaban solo en eslovaco. Como no había nadie más, elegimos una opción por el precio que había visto que costaba, 1.15€ más 0.15€ de suplemento por cada maleta (como lo lees).
Al rato llegó una muchacha y decidimos preguntarle. La muchacha hablaba castellano además. Nos dijo que habíamos comprado un billete sencillo más un perro. Como era barato decidimos no arriesgar y ahora si que sacamos el billete correcto. Pues como a mitad de camino, se subió el revisor. Era una montaña de señor con una cara de pocos amigos que asustaba. Nos comprobó el billete y sin problemas. La verdad es que el muchacho acojonaba.
Como en media hora llegamos a la parada final que era Hlavná Stanica, la estación principal de tren. Allí hicimos transbordo al bus nº93 (con el mismo billete) hasta bajarnos cerca del hotel en el centro de la ciudad.
Elegimos el Park Inn Danube, un hotelito de 4 estrellas frente a la colina del castillo por 48€ la noche, más 3€ de tasas que había que pagar en el alojamiento.
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Dejamos las cosas en el hotel y nos fuimos a buscar un supermercado. Queríamos comprar agua y un cepillo de dientes que me lo había dejado en casa.
En el súper nos encontramos un segundo problema. En los países del este que habíamos visitado, estaba muy extendido el agua con gas (con MUCHO gas). El problema es que, en todas las marcas, estaba todo en eslovaco (lógicamente). Sin traductor en los móviles por no tener roaming… pues como media hora nos llevó decidirnos. Nos arriesgamos y acertamos.
Como con la tontería iba siendo la hora de comer, nos fuimos paseando hasta un sitio que había fichado por los foros: el 1.slovak pub. Comida tradicional eslovaca a muy buen precio. Además, en la carta venía historia de la ciudad y de personajes históricos.
La comida estaba exquisita. Para beber, veía como casi todo el mundo tenía una jarra de cerveza enorme de color negro, así que decidí pedir cerveza eslovaca. Me puso una cerveza rubia (más tarde descubriría el contenido de aquellas jarras). La comido nos costó 25€ los dos.
Comimos como marqueses y nos fuimos paseando hasta el cercano Grasalkovičov palác, el palacio presidencial.
Se construyó en estilo rococó en el año 1760 por orden del conde Anton Grasalkovič (que más tarde sería presidente de la Cámara Real húngara).
Debido a numerosos sucesos a lo largo del siglo XX, el palacio sufrió importantes daños así que tuvo que ser restaurado durante la década de 1990. El 30 de septiembre de 1996 el palacio se convirtió en la residencia del Presidente de Eslovaquia.
Sus jardines son en la actualidad un parque público con una estatua del compositor bratislavo Jan Nepomuk Hummel.
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Volvimos caminando hacia el barrio antiguo, entrando por la Michalská brána, la puerta de San Miguel. Se trata de la única puerta de la fortificación de la ciudad que se conserva. Fue construida en el año 1758 y desde lo alto hay un mirador para observar todo el casco antiguo de la ciudad.
Desde aquí bajamos dando un paseo hasta Hlavné námestie, la plaza principal de la ciudad antigua.
En la plaza se encuentran numerosos monumentos y edificios históricos.
El más importante es, quizás, el Stará radnica, el antiguo ayuntamiento. Es un complejo de edificios construido en el siglo XIV. Es el ayuntamiento más antiguo de toda Eslovaquia y uno de los edificios de piedra más antiguo de la ciudad(la torre data de 1370). El ayuntamiento fue creado en el siglo XV conectando tres casas y luego pasó por varias reconstrucciones en el transcurso de los siglos.
Alberga el museo más antiguo de Bratislava, el Museo de la Ciudad de Bratislava, fundado en 1868, que presenta una exhibición de la historia de la ciudad y una exhibición de dispositivos de tortura.
En la Hlavné námestie también se encuentra la Maximiliánova fontána, la fuente de Maximiliano. Mandada a construir por el rey de Hungría Maximiliano II en 1572 para abastecer de agua a la población de la ciudad.
En la plaza también se encuentran varias curiosas esculturas de bronce, que además de aquí, se encuentran algunas más repartidas por toda la cuidad vieja de Bratislava.
En un banco en plena plaza se encuentra apoyado en un banco Socha Napoleona, el soldado napoleónico. La leyenda cuenta que representa a un soldado del ejército de Napoleón herido que se enamoró de una enfermera durante una de las ocupaciones de la ciudad por los franceses, y se quedo a vivir en Bratislava.
En otra esquina de la plaza se encuentra también la escultura Strážna búdka, el puesto de guardia que, a su vez, es una fuente de agua potable sirve como recordatorio del puesto histórico de la guardia en la plaza principal que funcionó desde el siglo XVII hasta los años 60.
Y la última estatua de bronce de la plaza, se encuentra en la esquina con la calle Rybárska brána. Se trata de Schöne Náci, cuyo nombre real es Ignác Lamár.
Fue un reconocido personaje de la ciudad de mediados de siglo XX. Hijo de un zapatero y nieto de un famoso payaso, se inspiró en el ejemplo de este último para traer felicidad a las calles de la ciudad. Caminó por el casco antiguo y, en particular, el tramo desde la puerta de Michael hasta el río. Vestía sombrero de copa y colas, saludando a las mujeres con las palabras, “beso tu mano” en alemán, húngaro y eslovaco.
Un poco más abajo, en el cruce entre la calle Rybárska brána, Panská y Laurinská, se encuentra la más famosa de la esculturas de bronce: Čumil. También conocido como Man at Work, la estatua de un obrero saliendo de una alcantarilla. Hace algunos años, el ayuntamiento tuvo que señalizar la escultura ya que fue atropellada en varias ocasiones perdiendo la cabeza.
Volvimos sobre nuestros pasos para visitar la manzana en la que se encuentra el antiguo ayuntamiento de la ciudad. En la parte trasera se encuentra el Primaciálny palác, el Palacio del primado.
Construido entre 1778 y 1781 en estilo clasicista, fue el monumento más importante de la ciudad en este estilo y fue la antigua sede del Arzobispo de Esztergom. Hoy en día, el palacio es la sede del alcalde de la ciudad. Algunas de sus partes sirven para la exposición de la Galería de la Ciudad de Bratislava.
En el patio interior del palacio se encuentra una cafetería y la Fontána sv. Juraja, que data del siglo XVII. Representa al santo patrón del arzobispo Juraj Lippay, San Jorge en un caballo con una lanza lucha con un dragón de tres cabezas.
La fuente de piedra se encuentra en un tanque octogonal. Originalmente, se encontraba en el jardín del Palacio Arzobispal de Verano, que también albergaba otras obras de arte. La trasladaron al patio en 1930.
Cuenta la leyenda que durante la noche de San Jorge, el jinete desmonta y golpea los cuatro lados del mundo con su lanza y luego vuelve a su caballo.
Seguimos paseando un poco por la zona de camino hacia el Bratislavský Hrad, el castillo de Bratislava.
Poco antes de llegar a la colina del castillo, nos encontramos con la Dóm sv. Martina, la Catedral de San Martín. Construida en estilo sacro gótico entre 1311 y 1510. Es la iglesia más grande y más importante de Bratislava y una de las más grandes de Eslovaquia. Desde el 14 de febrero de 2008 es la iglesia principal de la recién establecida Arquidiócesis de Bratislava.
Cruzando la autovía llegamos al recinto del castillo, al que entramos atravesando la Žigmundova brána, la puerta de Segismundo, desde la que se empiezan a divisar bonitas vistas de la ciudad.
El Bratislavský Hrad, se empezó a construir en el siglo X en lo alto de la colina en la que, desde tiempos inmemoriales existieron asentamientos celtas, romanos, alemanes, eslavos y húngaros.
Los inicios del castillo de hoy datan del siglo XIII. En el siglo XV, el castillo original se había quedado pequeño, así que fue demolido y reemplazado por el edificio que aún se conserva.
La última reconstrucción importante en el siglo XVIII convirtió el castillo en una lujosa residencia barroca con elegantes jardines franceses.
En 1811, todo el castillo fue completamente destruido por un gran incendio. Fue reconstruido en la segunda mitad del siglo XX.
Hoy en día el castillo alberga el Museo de Historia de Eslovaquia. En el patio del castillo se encuentra Jazdecká socha Svätopluka, una estatua ecuestre de bronce que representa a Svätopluk , el tercer gobernante de la Gran Moravia, y, justo debajo, la Leopoldova brána, la puerta de Leopoldo.
Desde aquí, las vistas de la ciudad y del Danubio son impresionantes. Sólo por eso ya merece la pena subir hasta aquí.
Después de recorrer el castillo nos fuimos dando un paseo hacia la ciudad vieja a cenar. Cenamos en un restaurante de comida eslovaca para turistas en el centro. Su nombre era Cafe Verne y no salió caro. Tras la cena nos fuimos a dormir. El día siguiente iba a ser largo y, sin saberlo aún, un poco infernal.
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17 de julio
Nos levantamos temprano, hoy toca excursión por el Danubio hasta el Devínsky hrad, el castillo de Devín, a unos 12 km de Bratislava por carretera. Pero nosotros lo íbamos a hacer por un pequeño crucero por el Danubio.
Para ello nos fuimos a la terminal de la empresa LOD que por 8€ por persona te lleva de ida y vuelta hasta el Castillo de Devín. La ida tarda una hora y media y vas disfrutando del paisaje del Danubio y la vuelta la hace en tan solo 30 minutos.
A las 10 de la mañana salía el crucero rumbo al castillo. El trayecto era precioso salvo por una pega, el barco era cerrado y no tenía aire acondicionado. El calor era infernal pero tenía cantina.
Allí descubrí lo que era la bebida negra del día anterior en el pub donde comimos. Se trata de Kofola, la cocacola comunista. Un refresco carbonatado original de la época soviética de la extinta Checoslovaquia y que gana por goleada en consumo al resto de bebidas internacionales. A 0.50€ la jarra de medio litro fría… allí que me aventuré a probarla.
La verdad es que el sabor es bastante perrete pero con tanto calor entraba muy bien. Lo malo iba a ser las consecuencias que me iba a acarrear más tarde y que contaré en su momento.
Pues bien. Sobre las 11.30 salíamos del calor infernal del barco al fresquito del campo eslovaco. Desde el pequeño muelle hay un agradable paseo por la ribera del Danubio hasta llegar al castillo.
Devínsky hrad, son las ruinas de un castillo gótico construido en el siglo IX y tiene una de las historias más turbulentas y ricas de Eslovaquia.
La existencia del antiguo asentamiento fortificado se asocia con la presencia de grupos étnicos celtas y posteriormente romanos en Eslovaquia.
El castillo fue testigo de la gloria y la caída de Gran Moravia. Tras la caída del imperio, el castillo cayó en desuso y en 1809 fue destruido por las tropas napoleónicas.
Poco queda del castillo pero la verdad es que tanto las ruinas, como el entorno, como las vistas, son realmente impresionantes. Ademas de ser uno de los sitios con más historia del país.
Merece mucho la pena invertir una mañana en su visita. La entrada tan solo cuesta 4€.
A la bajada había una especie de feria medieval en las que habían juegos y actividades de la época.
A las 13.30 tomamos el barco de vuelta hacia la ciudad, donde llegamos media hora más tarde.
Como teníamos algo de prisa porque teníamos que coger el bus a Viena, así que decidimos comer en un McDonald junto al hotel. Rápido y barato. Pero como a mitad de la comida empecé a sentirme un poco regular del estómago.
Después de comer, tuve que salir corriendo al baño del hotel, que estaba más limpio que el del McDonald. Después de 2 visitas al baño y de sentirme realmente mal, me tomé unos fortasec (2 y como no hacía efecto, otros 2) y nos fuimos a la cercana Bratislava most snp flixbus busstop 2. Es la estación de bus desde la que salía nuestro bus a Viena. Achaco el malestar a efectos producido por la kofola ya que es lo único extraño que ingerí ese día.
A las 16.05 salió el bus hacia Viena (de la empresa Blaguss) que tardó alrededor de una hora en llegar a la Vienna International Busterminal. Durante el viaje empecé a sentirme mejor y, cuando llegamos a Viena ya estaba recuperado. El billete nos costó 7,20€ cada uno.
La verdad es que la desconocida Bratislava me pareció una ciudad preciosa con una gente encantadora (puede que de normal los revisores del bus también lo fueran). Diría que hubiéramos necesitado al menos dos días completos para visitarla completa con tranquilidad, pero no esperábamos que fuera a ser tan sorprendente. Habrá que volver.
Aquí les dejo un mapa con todos los puntos que visitamos en ese viaje:
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