Este invierno nos hemos decidido a pasar frío unos días visitando Rumanía.
29 de marzo
Salimos desde Málaga a las 11.10 de la mañana con la compañía de bajo coste rumana Blue Air. Fue puntual y el avión era relativamente cómodo y con los asientos con bastante espacio. Sobre las 16.00 aterrizamos en Bucarest 4 horas después. Aunque Rumanía pertenece a la unión europea, hay que pasar el lento control de pasaportes, así que no te lo olvides en casa.
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Para llegar al hotel tomamos el bus 783 que (se supone) tarda unos 45 minutos en llegar al centro. El billete se compra en una pequeña casetilla que hay junto a la parada. Hay que adquirir primero una tarjeta recargable llamada Cardul MULTIPLU por 1.60RON (0.34€) y luego recargar como mínimo 2 trayectos. Cada trayecto cuesta 3.50RON (0.75€) y puedes recargarla tantas veces como quieras.
Siempre hay que validar el billete al entrar. Por cierto, la tarjeta no la venden dentro del bus.
Nos subimos al bus el cual se llena hasta los topes. Va haciendo un millón de paradas. Ya entrando a la ciudad… ¡PAM! ¡atascazo! De unos 45 minutos que debía tardar el bus en llegar al centro, tardamos casi dos horas. Fue desesperante. No había visto nada así desde Hanoi en Vietnam.
Si no quieres sufrir en tus carnes estos endiablados atascos, siempre puedes contratar un servicio de traslado, más rápido y hasta la puerta de tu hotel.
Nos bajamos por fin y nos dirigimos al hotel. Elegimos el Novotel Bucharest City Centre. Un hotel de 4 estrellas en plena milla de oro de Bucarest. Suena pomposo pero los hoteles en Bucarest son muy baratos. Este nos costó 56€ la noche. En España hubiera sido un dineral.
Como se nos había hecho bastante tarde, dejamos las cosas y nos fuimos a dar un pequeño paseo por el casco antiguo y a buscar algo para cenar. Hacía bastante frío y como estábamos cansados, nos fuimos pronto a la cama que había que madrugar al día siguiente para aprovechar el día.
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30 de marzo
Nos levantamos bien temprano y nos vamos a la calle con todo el frío de la mañana.
El hotel se encuentra en la Calea Victoriei (calle Victoria), la calle más antigua e importante de Bucarest, que data del año 1692, hecha para unir la antigua corte del Principado con el Palacio Mogosoaia e inaugurada por el Señor de Valaquia: Constantin Brâncoveanu.
Se extiende desde la Plaza de las Naciones Unidas (desde la intersección con Splaiul Independenței) hasta la Piața Victoriei y tiene una longitud de 2.700 metros. En ella se encuentran numerosos edificios históricos y tiendas de lujo.
Antiguamente, antes del reinado de Constantin Brâncoveanu (1654-1714), la calle se llamaba Drumul Brașovului y se encontraba fuera de Bucarest. La sección que va desde la Plaza de las Naciones Unidas (antigua Plaza del Senado) y el Bulevardul Regina Elisabeta se conocía en ese momento como Ulița Mare a Sărindar porque conducía a la iglesia de Sărindar, ubicada en lo que ahora es el Palatul Cercului Militar Național.
Tras la victoria en la Guerra de Independencia, el 8 de octubre de 1878 se renombra como Calea Victoriei, tras la entrada triunfal del ejército rumano.
En dos minutos andando llegamos a la Piaţa Revoluţiei (Plaza de la Revolución). En esta plaza, en diciembre de 1989 llegaba a su fin el régimen del dictador Ceaucescu tras la masacre de la población civil en las protestas de Timisoara. Antiguamente la plaza se llamaba primero Piața Palatului (plaza del Palacio) y, más tarde, Piața Republicii (Plaza de la República). Más recientemente, durante la época comunista, se llamaba Piața Gheorghe Gheorghiu-Dej.
En la plaza encontramos el Palacio Presidencial en el cuyo edificio ahora se encuentran el senado y varios ministerios.
En la Piaţa Revoluţiei también se encuentra la Biserica Kretzulescu, una pequeña iglesia ortodoxa construida entre 1720 y 1722 en ladrillo rojo por orden del canciller Kretzulescu Safta y su esposa.
Delante de la iglesia, en el centro de la plaza se encuentra el Memorialul Renașterii (Memorial del Renacimiento) que conmemora las luchas y las víctimas de la Revolución de 1989. Supuso el final del régimen comunista de Nicolae Ceaușescu.
Junto a la pequeña iglesia se encuentra el Muzeul Național de Artă (Museo Nacional de Arte de Rumanía).
El edificio en el que se encuentra es el antiguo Palacio Real construido entre 1812 y 1815. En 1837, el príncipe de Valaquia Alexandru Ghica, traslada aquí su residencia.
Entre 1859 y 1866, tras la unión de los principados rumanos de Moldavia y Valaquia, el príncipe Alexandru Ioan Cuza utiliza la casa como palacio ceremonial y residencia.
En 1882 el rey Carol I contrata al arquitecto francés Paul Gottereau y al checo Karel Liman para ampliar y decorar el palacio. En 1906 el palacio se convierte en la residencia de invierno de la Corte Real.
Tras la abdicación del rey Miguel I en 1947 y la toma de control del gobierno por parte de los comunistas, se nacionaliza el palacio. Entonces se convierte en museo de arte y en el consejo de ministros.
El museo se inauguró en 1948 y tiene en su patrimonio una de las mayores colecciones de pinturas de Rumanía, con una importante colección del Rey Carol I, originalmente ubicada en el Castillo de Peles en Sinaia.
En la parte trasera del museo se encuentra el teatro Sala Palatului (Salón del Palacio). Es una sala de conciertos y conferencias construido entre 1959 y 1960 durante el régimen de Gheorghe Gheorghiu-Dej.
Enfrente del museo se encuentra la estatua ecuestre de Carol I y justo detrás, la Biblioteca Central de la universidad de Bucarest. Construida entre 1891 y 1893 y fundada en 1895, es la biblioteca universitaria más antigua de Bucarest.
En julio de 1948 la Biblioteca de la Fundación Universitaria se convierte en la Biblioteca Central de la Universidad “CI Parhon” de Bucarest.
Durante la Revolución de 1989, el edificio se incendió y se perdió gran parte de su contenido, alrededor de 500.000 volúmenes fueron destruidos.
Delante de la biblioteca se encuentra la Statuia Ecvestră a lui Carol I, la estatua ecuestre del rey Carol I. Fue inaugurada el 10 de mayo de 1939, Día Nacional de Rumania, en presencia del Rey Carol II y el Gran Duque Mihai (el futuro Rey Mihai de Rumania). Durante el Centenario del nacimiento de Carol I.
En la noche del 30 al 31 de diciembre de 1947, inmediatamente después de que el rey Mihai firmara la abdicación forzosa y Rumania se convirtiera en la República Popular de Rumania, los comunistas retiraron la estatua del pedestal. Más tarde se fundió y con el bronce se creó la estatua de Lenin de Bucarest.
La estatua actual se fabricó en 2010.
Un poco más adelante se encuentra el Ateneul Român (Ateneo rumano). El Ateneo es uno de los monumentos más importantes de Bucarest. Construido entre 1886 y 1888 en estilo neoclásico y es sede de la Filarmónica “George Enescu”.
El Ateneo Rumano se construyó en el Jardín del Episcopado, una tierra que perteneció a la familia Văcăreşti y fue muy criticado ya que se encontraba demasiado lejos del centro de la ciudad.
Seguimos paseando y llegamos hasta el Bulevardul Nicolae Bălcescu una de las avenidas principales de Bucarest que nos lleva hacia el casco antiguo de la ciudad.
A lo largo de la avenida podemos contemplar la combinación entre edificios clásicos mezclados con edificios de la época soviética. No es que sea especialmente bonita la mezcla pero tiene su encanto.
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Pasando por delante de la Biserica Italiană llegamos al Teatro Nacional de Bucarest y el kilómetro 0 de Rumanía.
Justo enfrente se encuentra la Piața Universității (Plaza de la universidad). En 1989 durante una manifestación pacífica estudiantil, el ejército disparó contra los manifestantes causando un auténtico baño de sangre. Para recordar a los muertos, se levantaron diez cruces en la avenida junto a la plaza.
Junto a la plaza también se encuentran varios edificios de facultades de la universidad. La Piața Universității es uno de los lugares de encuentro más populares de la ciudad.
Al sur de la plaza podemos ver la pequeña iglesia rusa Biserica Colței rodeada de un gran edificio de estilo francés. Se trata del Spitalul Clinic Colțea, el primer hospital de Bucarest, construido en 1704.
Paseando por la zona, vimos al fondo de una calle unas cúpulas doradas que nos llamó la atención. Nos acercamos y resultó ser la Biserica Sfântul Nicolae fostă Rusă (Iglesia de San Nicolás) que no vimos en ninguna guía.
La pena es que estaba prácticamente entera tapada por andamios pero por las fotos que he visto por internet, tiene muy buena pinta y merece la pena acercarse.
Seguimos paseando por el casco antiguo y empezamos a entender porqué a Bucarest se le llama la pequeña París. Los edificios clásicos guardan mucha similitud con los parisinos, solamente entorpecidos por algunos edificios de la época soviética construidos entre ellos.
Después de un rato, llegamos a la Biserica Mănăstirii Stavropoleos. Esta iglesia es uno de los puntos turísticos imprescindibles en Bucarest. Construida en 1724, estuvo a punto de ser demolida por sus malas condiciones en el siglo XIX.
Es conocida por su belleza arquitectónica y por su coro de música bizantina. El interior del recinto es un remanso de paz que no parece estar en medio de una capital.
Un poco más adelante nos encontramos de frente con el Palatul CEC, el palacio de la caja de ahorros. El palacio fue construido en el año 1897. La primera piedra fue colocada ante la presencia del rey Carol I de Rumania y la Reina Elisabeta.
Fue construido por el arquitecto francés Paul Gottereau tras la demolición del monasterio de San Juan el Grande, del siglo XVI. El monasterio se encontraba en este lugar hasta su demolición el 1875 para construir la caja de ahorros.
El palacio tiene una de las fachadas neoclásicas más impresionantes de todo Bucarest.
Justo enfrente del Palatul CEC se encuentra el Museo de Historia Nacional de Rumanía. Es el museo más importante de Rumanía y contiene objetos descubiertos en el territorio actual de Rumanía desde la prehistoria hasta la época contemporánea. Fue fundado en el año 1970 en el edificio del Palacio de Correos.
El edificio del Palacio de Correos se construyó entre 1894 y 1900 en estilo neoclásico según planos del arquitecto rumano Alexandru Săvulescu. La primera piedra se puso ante la presencia del rey Carol I de Rumania, el primer ministro Lascăr Catargiu, los ministros del gabinete, el prefecto de policía y el alcalde de la ciudad.
Funcionó como oficina de correos hasta 1970. Tenía que ser toda una experiencia echar una carta en semejante palacio.
Volvemos un poco sobre nuestros pasos y nos encontramos el Pasajul Macca Vilacrosse. Es un bonito pasaje en forma de herradura cubierto de vidrio construido por el arquitecto Felix Xenopol en el año 1891.
El pasaje se construyó para conectar el Banco Nacional con la arteria comercial más transitada de esa época, y contenia muchos pequeños comercios en su interior. También fue la sede de la primera bolsa de valores de Bucarest, antes de la construcción del edificio de la bolsa de valores en Strada Bursei.
Hoy en día contiene muchos restaurantes y cafeterías en su interior.
Seguimos paseando y llegamos a la Piaţa Constituţiei, en la que se encuentra el exageradísimo Palacio del Parlamento (Palatul Parlamentului). El faraónico edificio mandado a construir por Ceaucescu en 1984, sufrió un parón en su construcción tras la muerte del dictador en 1989 y se empezaron de nuevo las obras en los años 90. Hoy día aún sigue sin acabar de construirse.
Actualmente es un edificio de usos múltiples y salón de congresos. Se puede visitar mediante visitas guiadas pagando 15 RON (3.14€). Desde 2004 alberga el Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Rumanía en su ala oeste.
Desde el Palacio del Parlamento parte el Bulevardul Unirii, otra de las obras faraónicas del dictador Ceaucescu.
El Bulevardul Unirii es un paseo de 4km que va desde el parlamento hasta la plaza Alba Iulia. La calle está bordeada con bloques de apartamentos del realismo socialista. Fue construida medio metro más ancha que los Campos Eliseos de París para mofarse de ellos.
Lo que más nos impactó fue la cantidad de fuentes que hay en la mediana del bulevard y el la Piaţa Unirii todas sin agua. No se si por el elevado coste que sería tenerlas todas encendidas o porque se pudieran congelar con el frío que hacía.
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La verdad es que el paseo por bulevard es muy agradable y es impresionante. Ahora bien, ¿era necesario reventar medio casco antiguo para construir algo innecesario? Cosas de las dictaduras.
Caminando de vuelta hacia el centro, tras pasar un callejón, fuimos a parar a una pequeña iglesia de la que desconocíamos su existencia. Se trata de la Biserica Domnița Bălașa, construida entre 1881 y 1885, en estilo neorromántico. Las iglesias rumanas son muy curiosas y diferentes.
Volvemos de regreso hacia la Piaţa Unirii y nos sentamos a tomarnos un café y descansar un poco.
Ya con las energías un poco renovadas, tomamos camino al Templo Coral. El templo es la sinagoga más grande de Rumanía y es una copia de la sinagoga de Viena Leopoldstadt-Tempelgasse. Es uno de los únicos centros religiosos que aun existen desde la época antigua, construida entre 1857 y 1867.
Se puede visitar pagando 10RON (2.09€) y nosotros coincidimos justo con una visita guiada en español. El templo tiene una historia muy rica y es una preciosidad por dentro. Realmente merece la pena la visita.
Después de una mañana bien aprovechada, tocaba comer. Nos acercamos a un restaurante que recomendaban en numerosos foros llamado Hanul lui Manuc. Además de restaurante es un hotel y un monumento histórico.
Fue construido en el año 1808 como un lugar donde paraban las caravanas a descansar y dar de comer a los animales. El sitio tiene un patio enorme y como hacía solecito y calentaba, estaba bastante lleno, pero había como un millón de mesas.
El menú del día cuesta 23.50RON (4.90€) y consta de un entrante, un plato principal y guarnición. Todo comida típica rumana y por 12.50RON más (2.60€) una jarra de cerveza artesanal hecha por ellos. Exquisita.
Eso si, Rumanía es como EEUU. Los sueldos son extremadamente bajos y es obligatorio dejar entre un 5 y un 15% de propina.
Tras reponer fuerzas, nada más salir del restaurante nos topamos con Curtea Veche (Corte Vieja). Se cree que fue construida por Vlad Tepes (del que hay un busto) entre 1458-1459 sobre la antigua fortaleza en los bancos del río Dambovita.
Entre un gran incendio en 1718 y un terremoto en 1738, la corte quedó destruida y olvidada. Hoy en día solo se conservan ruinas y la iglesia, la Biserica Sfântul Anton, que es la más antigua de Bucarest (1545-1554).
De aquí, nos fuimos directamente a recoger el equipaje al hotel para ir a la estación norte de tren, que sobre las 16.30 salíamos a Brasov.
A la hora de comprar el billete el día anterior tuvimos el pequeño problema de que no quedaban billetes en ningún tren de la tarde, pero en el de las 16.30 aún quedaban asientos en 1ª clase por la friolera de 3€ más por persona y trayecto… pues fichado. El precio final fueron 63RON por cabeza (12.72€).
Llegamos temprano a la estación así que nos dimos un paseo por los alrededores pero no hay nada reseñable.
El tren llega con retraso, empezamos bien. Cuando aparece, el tren estaba hecho de retales, los vagones diferentes entre sí, y cada uno más hecho polvo que el anterior. Localizamos el nuestro y nos subimos.
Si aquello era 1ª clase, como debía ser la 2ª. Hacía tiempo que por aquel vagón no pasaba una fregona y el WC… ¡buf!.
El vagón se va llenando, y cuando digo que se va llenando, es literal, el pasillo a rebosar de gente de pie. Partimos algo tarde y por el camino se va bajando gente poco a poco.
Una vez que empezamos a atravesar las montañas, el paisaje se va haciendo cada vez más espectacular. Pequeños pueblos y bosques nevados realmente bonitos.
A medida que íbamos subiendo, más y más nieve hasta que empezamos a bajar y empieza a desaparecer.
Brasov
Unas dos horas y tres cuartos después por fin llegamos a Brasov. Un amiguete que ya había estado, me contaba que Brasov era una ciudad rica, que se notaba que allí había dinero por las estaciones de esquí y demás.
Pues bien, nos bajamos del tren y la estación es para verla. Vieja y cayéndose a pedazos. Para ser una ciudad con pasta, la primera impresión no es muy buena.
Enfrente de la estación tomamos el bus número 4 para llegar al casco antiguo, que es donde teníamos el hotel.
Elegimos el Casa Wagner, un pequeño hotel independiente en plena Piața Sfatului, la plaza central del casco antiguo. Un hotel sencillo pero muy limpio y muy bien puesto. El precio fue de 61€ por noche.
La única pega es que tenía la calefacción a tope y teníamos que dormir con las ventanas abiertas en pleno invierno porque no encontramos el regulador. Supongo que era calefacción central.
Al llegar a esta zona ya nos dimos cuenta de que igual si era una ciudad con buena economía ya que había un alto índice de coches de alta gama y no los muy populares Dacia de todas las épocas que había por todo Bucarest.
Como ya se había hecho tarde, dejamos las cosas en el hotel, nos dimos un pequeño paseo por la plaza y nos sentamos a cenar. En la misma plaza había una hamburguesería con buena pinta y buenas críticas llamada Old Jack Burger House así que no nos lo pensamos.
Tenían una variedad bastante amplia de hamburguesas y la verdad es que estaban muy buenas y era relativamente barato.
Como estaba justo al lado del hotel, nos fuimos directamente al descansar que había que madrugar al día siguiente.
31 de marzo
Hoy tocaba madrugar mucho. Vamos de paseo a Bran a ver el castillo de “Drácula”.
Tomamos el bus bien temprano en busca de la estación de autobuses. Llegamos y allí no había nadie a quien preguntar.
Después de un rato dando vueltas, al fin apareció una señora en una de las taquillas. Resultó que estábamos equivocados de estación. Teníamos que ir a la Autogara 2. Vaya pérdida de tiempo. En la puerta tomamos un taxi y después de la carrera de aproximadamente 1€, llegamos a la autogara 2.
Si la estación de tren parecía que se iba a caer a pedazos, esta se estaba ya cayendo a trozos. Nos acercamos a la taquilla y compramos los billetes. Creo que recordar que nos costó 10RON (2.09€).
Allí había un puestecillo en el que compramos unos dulces para desayunar y una máquina de café de la que sacamos un par de cafés que estaban tan perros que los tuvimos que tirar. No había manera de tragarse aquello. Menos mal que nos costaron unos 20 céntimos.
Por fin llega nuestro bus al andén dos. Aquello era para verlo. Destartalado no, lo siguiente. Cuando entramos descubrimos que era un viejo autobús español, ya que los carteles estaban en español incluido uno de autobuses Paco.
A las 9 en punto salimos hacia Bran. 45 minutos después nos bajamos en la parada de Bran junto al castillo. La primera impresión del castillo es buena, de apariencia bastante espectacular. En lo alto de una gran roca, pequeño pero bien cuidado.
Para llegar a el pasamos por un pequeño “parque temático” con multitud de restaurantes y puestecillos relacionados con Drácula y alguna atracción. Llegamos a la puerta del castillo y allí hacemos nuestra cola para entrar.
La entrada cuesta 40RON (8.40€) lo que, para ser Rumanía, nos pareció bastante caro. El castillo tiene unas 60 habitaciones las cuales están prácticamente vacías. En alguna había información sobre la historia del castillo y de Transilvania, y en otra habitación en todo lo alto había una pequeña exposición con información de Drácula en el cine.
El patio interior si es bastante chulo pero en términos generales, para nosotros que estábamos pocos días, creemos que no merece la pena venir hasta aquí para verlo.
Como estábamos pocos días tuvimos que elegir entre visitar Bran y Sighișoara, y creo que nos equivocamos eligiendo Bran. Bueno, ya tenemos excusa para volver a Rumanía.
Ya que era bastante temprano aún, decidimos ir a Rasnov, un pueblo que quedaba de camino a Brasov que tenía buena pinta indagando por los foros.
Tomamos el bus en Bran y en unos 15 minutos nos bajamos en Rasnov.
Cruzamos el pueblo de camino a la base de la montaña en donde se encuentra el elevador para subir a la ciudadela.
El pueblo se ve muy cuidado y el casco antiguo es muy bonito, suponemos que es por la afluencia de turismo ya que pasamos varias tiendas de recuerdos, aunque ese día las calles estaban vacías.
El teleférico cuesta 12RON (2.50€) y las vistas a la subida eran espectaculares. Por cierto, íbamos solos en la cabina.
La ciudadela fue construida entre 1211 y 1225 para que caballeros teutones defendieran Transilvania de las invasiones turcas y tártaras.
Merece mucho la pena la visita y, además, la entrada es gratuita.
La bajada la hicimos andando y de caminos nos pillamos en un puestito un kürtős kalács recién hecho. Un dulce que veíamos por todos lados y que resultó ser de origen húngaro, aunque en Hungría no recuerdo haberlo visto. A mi me resultaba parecido a la masa de los donuts pero en vez de fritos, están hechos a la brasa.
Estaba para morirse de bueno.
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Para la hora de comer estábamos de vuelta a Brasov. Comimos en un sitio que me habían recomendado llamado Sergiana. Parece ser que es uno de los restaurantes más famosos de la ciudad. Está situado en un sótano de dimensiones grotescas.
Nada más sentarnos nos pusieron un platillo de chicharrones naturales para picar que estaban buenísimos.
Para comer pedimos un plato de pastrami y un codillo ahumado con judías. Estaba todo buenísimo. Terminamos llenos y nos costó unos 8€ por persona.
Con la barriga llena nos fuimos a visitar el casco antiguo de la ciudad. Subimos por la animada calle llena de cafés y restaurantes Strada Republicii hasta la Piata Sfatului, la plaza principal del casco antiguo.
En la plaza se encuentra el antiguo ayuntamiento, ahora convertido en el museo de historia de Brasov. También aquí se encuentra la Biserica Sfânta Adormire a Maicii Domnului, la casa del mercader y Museo de la memoria de la familia Mureseanu .
En la Piata Sfatului también se celebra el festival del ciervo de oro, un célebre festival de música de verano.
Seguimos camino a la base de la montaña Tampa y el parque que allí se encuentra, desde el que hay bonitas vistas de la ciudad.
Por desgracia llegamos demasiado tarde para tomar el teleférico y no pudimos subir a la cima de la montaña. Así que dimos un bonito paseo bordeando el casco antiguo pasando por las diferentes fortificaciones que se conservan de la época medieval, como el Bastión de los Tejedores (Bastionul Ţesătorilor).
El bastión fue construido por el gremio de tejedores de lino entre 1421 y 1436. En esta primera etapa los dos niveles inferiores. Entre 1570 y 1573 se construyeron los niveles superiores y dos torres de vigilancia.
Un gran terremoto en 1710 destruyó la torre noroeste y se decidió reconstruirla dando como resultado el bastión actual.
A finales del siglo XVIII cae en desuso y es abandonado. En 1910 se decide restaurarlo y reconvertirlo en el museo de historia del condado de Brașov.
Desde aquí podemos observar la Cetățuia de pe Strajă (Fortaleza de Strajă o de la Atalaya), situada en la colina Strajă. Se empezó a construir a principios de siglo XV siendo entonces una única torre defensiva, ampliándose a un bastión de madera de cuatro torres en 1524.
Fue destruida en 1529 por el ejército de Petru Rareș durante la batalla de Feldioara.
A mediados del siglo XVI fue reconstruida pero en 1618 quedó parcialmente destruida de nuevo por un incendio.
Reconstruida nuevamente en 1625, sufrió diversas modificaciones hasta que, en 1773, el emperador José II ordenó la renovación de la Ciudadela renovándola al aspecto actual.
Bajamos por la calle Șirul Plăieșilor dejando a un lado una pequeña y bonita iglesia rodeada de un cementerio llamada Biserica Sfânta Parascheva. Fue construida entre 1874 y 1876 como capilla para el cementerio.
Llegamos a la Poarta Șchei. Esta es la entrada de la muralla al Barrio Schei. La puerta actual data del año 1827 ya que la antigua quedó destruida por un incendio.
Muy cerca se encuentra la Poarta Ecaterinei, que es la única puerta medieval original que se conserva en la ciudad. Fue construida en 1559 por el gremio de tejedores y lleva el nombre del monasterio de Santa Catalina, que se encontraba en este lugar anteriormente.
Aquí nos sentamos a descansar en un banco, aprovechando que había salido el sol y se estaba muy agustito.
Después del descanso nos acercamos al cercano Bastionul Fierarilor (Bastión del Herrero), otro de los bastiones de la ciudad.
El original se construyó en madera en el año 1521 pero fue destruido por las inundaciones de 1526. Se reconstruyó pero fue nuevamente destruido durante las inundaciones de 1667.
El actual data de 1668 y está construido con forma pentagonal. Hoy en día son los archivos de la ciudad de Brasov.
Seguimos por la calle După Ziduri para toparnos con la Turnul Negru (torre negra), una de las cuatro torres defensivas de la ciudad, construida en el siglo XV.
Un poco más adelante nos encontramos con el Bastionul Graft (Bastión de la Puerta) construido entre 1515 y 1521 por el gremio de talabarteros, destinado a conectar a los soldados en el fortaleza y la Torre Blanca.
Junto a este encontramos la Turnul Alb (Torre Blanca), otra de las torres defensivas de la ciudad, construida entre 1460 y 1494.
Bajamos por la calle George Barițiu hasta llegar a la impresionante Biserica Neagră.
La Biserica Neagră (iglesia negra) es uno de los principales monumentos de Brasov. Construida entre 1383 y 1477, es la iglesia gótica más grande de Rumanía.
El nombre de iglesia negra se debe a un incendio en el año 1689 que ennegreció las paredes. La verdad es que es espectacular.
Después de visitar la iglesia, nos sentamos a tomarnos un chocolate caliente en la cafetería Coffeöl, estaba buenísimo y calentito.
Al terminar había caído ya la noche así nos fuimos a dar un paseo tranquilo por el casco antiguo de la ciudad. Como a la mañana siguiente teníamos que madrugar mucho para tomar el tren de vuelta, decidimos cenar temprano.
Como nos había gustado mucho la hamburguesería de la noche anterior, repetimos. Pero esa noche, la experiencia no fue nada buena.
Tardaron muchísimo en atendernos. Después de un buen rato a mi pareja le trajeron su hamburguesa; la mía no… ahora la traerán.
Pasaban los minutos y no llegaba. Se lo comento al muchacho. Sigue pasando el rato. Mi pareja se acaba su hamburguesa y sigo esperando.
Más de una hora después de pedirla ya le digo directamente al que parecía ser el dueño que que pasaba con mi comida. Me dijo que parece que había habido un error y que enseguida la pide y sale. Aún así tardó como media hora más.
El hombre nos pedía mil perdones pero aún así, el descontento era máximo. Huelga decir que se quedaron sin la “obligatoria” propina. Ni un solo leu. Con la tontería nos habían dado las casi las 11 de la noche y teníamos que irnos a la cama.
Aquí dejamos el mapa con los puntos que visitamos en las 3 ciudades:
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1 de abril
A las 9.45 tomamos el tren a Sinaia. Allí hacemos una parada para ver el castillo de Peleș.
Sinaia
Aproximadamente una hora después llegamos a la estación de Sinaia. Si vas cargando con maletas, puedes dejarle las cosas a la señora que cobra y limpia los baños, que las lleva a un cuarto que tiene cerrado con llave. Creo recordar que nos cobró como 5€ por maleta. Es totalmente fiable.
Cuando salimos de la estación, nos encontramos con un frío de mil demonios.
Como aún no habíamos desayunado, entramos en la primera cafetería que vimos, Ramayana Cafe. Parece que es una cafetería de temática árabe. El café y el gofre estaban muy buenos.
Después de reponer fuerzas, subimos dando un paseo hasta el Mănăstirii Sinaia. Es un monasterio ortodoxo fundado en 1695 por el príncipe Mihail Cantacuzino, tras su peregrinaje por el Monte Sinaí, en Egipto, en donde quedó prendado del gran monasterio de Santa Catalina.
Fue diseñado para servir como monasterio, así como fortaleza de camino entre Braşov y Bucarest. En principio, sólo iba a albergar a doce monjes, inspirado en los doce apóstoles, aunque ese número fue en aumento. Actualmente alberga a trece.
A pesar del frío, la visita se hace muy amena y tranquila ya que no había prácticamente nadie.
A partir del monasterio, la subida hacia el Castillo de Peleș es por un paseo por el bosque.
Los árboles del camino estaban pelados pero el camino era bastante atractivo debido a la nieve que había por el y es que, como buen canario, la nieve me fascina.
El paisaje en primavera y verano, mientras están frondosos los árboles, también tiene que ser espectacular.
Llegando ya al recinto habían instalados algunos puestecillos de artesanía donde poder comprar algunos recuerdos.
Llegamos al recinto del castillo y ya podemos observar la espectacularidad tanto del castillo, como la de su entorno.
El castillo de Peleș se empezó a construir en el año 1875 por el rey Carlos I de Rumanía como palacio de verano. En 1993 se abrió al público como museo.
Las visitas son guiadas en varios idiomas y por suerte, nada más llegar salía uno en castellano.
La entrada es de 60RON (12.60€) más otros 35RON (7.35€) si quieres sacar fotos.
A diferencia del castillo de Bran, el castillo de Peles es una auténtica maravilla y creo que es una visita imprescindible en cualquier viaje a Rumanía. Un poco más arriba se encuentra el Castelul Pelișor, un pequeño castillo construido entre 1899 y 1902 por el rey Carlos I de Rumanía para sus herederos Fernando y María.
La entrada al castillo de Pelișor no está incluida en la entrada del castillo de Peleș. Para entrar hay que pagar otros 20RON (4.20€).
Como no queríamos pagar más y se estaba haciendo tarde, nos volvimos de vuelta al pueblo dando un paseo y a buscar algún sitio para comer.
De camino y sin tener donde meternos, nos cayó tal manta de agua del cielo que los paraguas no servían de nada y las zapatillas, que se supone se son de las que es complicado que traspase el agua, se nos calaron. Vaya manera de llover.
Comimos en el restaurante La Cerdac, un restaurante de comida tradicional rumana situada en la calle principal de Sinaia. Comimos bastante bien y barato.
Para hacer tiempo a que saliera el tren, nos dimos un paseo por la calle principal hasta llegar al casino. Las casas eran una pasada, unas mansiones impresionantes, unas restauradas, otras echadas a perder.
El casino se construyó en 1912 por orden (como no) del rey Carlos I de Rumanía y se encuentra en el parque Dimitrie Ghica muy cerca de la estación de tren.
Volvemos a la estación y allí seguía la misma señora muchas horas después, que nos devuelve nuestras maletas y a las 18.16 cogemos el tren de vuelta que, como el de ida, era también para verlo.
Aquí les dejamos un mapa con los puntos que visitamos en Sinaia:
Bucarest
Sobre las 20.00 llegamos a la estación norte y nos vamos directos para el hotel, que era el mismo de la primera noche y a buscar algo para cenar.
Cenamos algo cerca del hotel en un sitio llamado Noa Restoclub. Comimos muy bien aunque algo caro para ser Rumanía. De camino al hotel pasamos por una calle que nos llamó poderosamente la atención: una calle totalmente cubierta por paraguas abiertos. Se trata de la Ubrellas street.
Temprano a la cama que hay que madrugar para aprovechar la última mañana en Rumanía.
2 de abril
Toca madrugón y sobre la marcha a la calle. Nos acercamos paseando al parque Cişmigiu. Es el parque más antiguo de Bucarest inaugurado en 1854.
También es el más grande del área central con más de 14 hectáreas. El parque es muy popular sobre todo en verano donde se dan cita turistas y locales ya que se organizan muchas actividades.
Seguimos dando un pequeño paseo por el casco antiguo haciendo tiempo para ir al aeropuerto.
Para volver al aeropuerto, nos subimos en el metro en la estación Universitate hasta Piaţa Victoriei 1, para ahorrarnos la mayor parte del infernal tráfico de Bucarest. Allí tomamos el bus 783 directo al aeropuerto.
El bus pasaba junto al impresionante Arco del Triunfo. Situado en una de las calles más importantes de Bucarest, Şoseaua Kiseleff. Se construyó en 1922 para conmemorar el fin la Primera Guerra Mundial. En 1935 fue demolido y reconstruido al año siguiente el arco que podemos ver hoy en día.
Aquí dejamos el mapa con los puntos que visitamos en Bucarest:
El vuelo salía a las 15.50 así que llegamos con algo de tiempo al aeropuerto y había que comer. Como los sitios de los aeropuertos son caros decidimos comer en el burger king, que no nos gusta nada pero suele ser lo más barato.
Grasso error. La comida más cara que hicimos en Rumanía, el doble que en cualquier restaurante de los que habíamos comido. Vaya… mierda a precio de oro. Así que como consejo, píllate un bocata antes de ir al aeropuerto.
Aquí se nos acaba la visita a Rumanía. Antes de ir teníamos algunas dudas pero realmente nos sorprendió. Gente muy amable y abierta, paisajes espectaculares y una gastronomía para enmarcar. Nos gustó tanto que la idea es volver algún día.
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mucho por infirmation
Me encanto tus relatos !!! Gracias por visitar mi país y por compartir vuestra experiencia !!!!!
Es un país precioso. Me encantó y estoy deseando volver con más tiempo
Gracias por la información muy bien describió todo
Hola, muy bonito el artículo, muy documentado
quería apuntar que no se trata del Museo de Historia Natural de Rumanía, sino del Museo de Historia Nacional de Rumanía-el mencionado anteriormente situado en el antiguo Palacio de Correos
Saludos