Sobre las 5 de la tarde llegamos desde Bratislava a Viena. Nuestra segunda para del viaje.
17 de julio
Ya recuperado del malestar de la mañana, nos subimos en el metro (2.20€) hacia el hotel.
Elegimos el Eurostars Embassy Hotel, un 4 estrellas por 79€ la noche más un 3.2% de tasas (unos 10€), situado a unos 5 minutos en bici del centro. Teníamos desayuno incluido y una habitación muy amplia y cómoda.
Dejamos las cosas en el hotel y nos fuimos a dar un paseo por el centro y a cenar.
Encuentra tu hotel ideal en Viena al mejor precio con Agoda:
Para ir hasta el centro, compramos un billete de transporte de 24 horas en una tiendecilla de revistas y tabaco. Estaba enfrente del hotel junto a la parada del bus por 7,10€. Si lo compras al conductor sale más caro
Para cenar entramos en un supermercado Billa donde compramos unos sandwiches. No teníamos muchas ganas de estar buscando restaurantes.
Ya caía la noche y estaba agotado debido a lo malo que me había puesto esa mañana y quería irme a la cama temprano a descansar.
18 de julio
Nos levantamos bien temprano que había que aprovechar el día.
Justo debajo del hotel había una de las estaciones de bicis de la ciudad. Un servicio impecable. En las mismas máquinas te registras. Para ello pagas una pequeña fianza más 2€ que no eran reembolsables. Tras el registro, alquilar la bici durante una hora era gratis. Como no hacíamos trayectos más largos… bici gratis. Después del registro elegimos nuestra bici, y nos fuimos para el centro.
Unos 10 minutos tardamos hasta Wiener Staatsoper, la Ópera Estatal de Viena. Inaugurada en 1869 es una de las óperas más famosas del mundo.
Entre 1938 y 1945, durante la anexión por parte de la Alemania Nazi muchos miembros de la casa fueron expulsados, perseguidos y asesinados. También se prohibieron muchas obras.
El 1 de septiembre de 1944, Joseph Goebbels ordenó el cierre de todos los teatros del Reich.
Durante un bombardeo el 12 de marzo de 1945 fueron destruidos el escenario, la sala de espectadores y casi todo el decorado junto con más de 150.000 trajes. Por suerte la fachada principal, la gran escalinata y el vestíbulo con los frescos de Schwind sobrevivieron al fuego.
Durante 10 años se estuvo reconstruyendo el edificio. Empezó el 24 de mayo de 1945 y duró hasta su reapertura en noviembre de 1955.
El edificio ya por fuera resultaba bastante espectacular. Como era una visita indispensable, compramos nuestras entradas para las visitas guiadas. Por 6,50€ tenías derecho a la visita guiada en español. También a entrar al museo, aunque leí que éste último era una pérdida de tiempo así que no lo visitamos.
El interior del edificio es una auténtica preciosidad, incluyendo la sala de el escenario. La verdad que si es una visita que no te puedes perder. Parece ser incluso que tienen entradas para los días de ópera a 3€ para que puedan entrar los turistas en el fondo de la sala.
Junto a la Ópera se encuentra la Albrechtsbrunnen. Es una fuente construida por el Fondo de Expansión de la Ciudad de Viena. Un fondo estatal que obtuvo dinero mediante la venta de sitios de construcción en el curso de la expansión de la ciudad. Comenzó en 1857 y, por lo tanto, tuvo que financiar edificios representativos.
Síguenos en Redes Sociales:
Fue construido detrás del Hofoper (hoy la Ópera de Viena), cuya construcción comenzó en 1861. Está en el Bastión Agustino de la antigua muralla de la ciudad de Viena, en el que se encuentra también el Palacio del Archiduque Albrecht, que hoy en día es el Albertina, un museo de arte.
El nombre Albertina se refiere a Albert Casimir. Duque de Sajonia-Teschen y yerno de la emperatriz María Teresa. Fue quien fundó la colección en Pressburg (actual Bratislava) en 1776, donde residió como representante de María Teresa para el Reino de Hungría.
En 1792 pudo llevar una gran parte de la colección de los Países Bajos a Viena, donde más tarde se desempeñó como representante del monarca austríaco.
La colección enciclopédica y universalista comprende alrededor de un millón de dibujos y grabados desde el Renacimiento hasta el presente.
Desde aquí nos fuimos paseando hasta Hofburg Wien, el Palacio Imperial. Se empezó a construir a partir del siglo XIII, añadiéndole edificios hasta el siglo XX. Fue la residencia oficial y centro de gobierno de los emperadores Habsburgo hasta 1918.
Éste es uno de los complejos palaciegos más grandes de Europa y alberga numerosos museos, un centro de congresos y la sede del gobierno austriaco.
Nos dispusimos a visitar parte del Complejo. Compramos la entrada que incluía el Museo de Sisí, los Apartamentos Imperiales y la Colección de Plata. También incluía la entrada al Palacio Schönbrunn. El precio es de 25.50€.
Muy curioso el Museo de Sisí y un poco aburrida la Colección de Plata.
Cuando salimos de los museos se había hecho muy tarde así que la cosa se complicaba para comer, dados los tempraneros horarios austriacos. Así que acabamos en un McDonald cerca de la catedral.
Con la macpiedra en el estómago nos fuimos hasta la catedral para contemplarla.
Domkirche St. Stephan, la Catedral de San Esteban, se empezó a construir en 1137 en estilo románico aunque 100 años después se convirtió en románico tardío.
A partir de 1304 se le empezaron a añadir los detalles góticos como el coro, las capillas laterales y la aguja de la torre sur. Durante el siglo XVII se hicieron ampliaciones en estilo barroco como el altar mayor.
El exterior de la Catedral impresiona aunque el interior lo dejaríamos para otro día que se nos había hecho bastante tarde.
Desde aquí nos fuimos dando un paseo por Kärntner Straße hasta llegar a la plaza Neuer Markt, una de las más antiguas de Viena. Se construyó durante la Edad Media como mercado de harina y cereales.
En el centro de la plaza se encuentra la Donnerbrunnen, la Fuente del Trueno, creada en 1739 por Georg Raphael Donner. Las esculturas de bronce de la fuente son copias, los originales están en la galería Belvedere.
También en Neuer Markt se encuentra la Kapuzinerkloster, el monasterio capuchino, en la que se encuentra la Cripta Imperial.
El monasterio fue fundado en 1618 por la emperatriz Anna la esposa del emperador Matías. La primera piedra se colocó el 8 de septiembre de 1622 en el mercado de harina. Debido a la Guerra de los Treinta Años, las obras se retrasaron y no pudieron finalizarse hasta 1632.
Como ya era tarde, no pudimos visitar la cripta así que la dejamos para los próximos días.
Paseando llegamos de nuevo al gigantesco complejo de Hofburg. Fuimos a dar a la Josefsplatz.
La plaza, llamada así por el emperador Joseph II, está rodeada por tres lados por Redoutensaaltrakt, Österreichische Nationalbibliothek y Augustinertrakt.
El Palacio Pallavicini forma el límite noreste.
Originalmente, donde hoy está la plaza, se encontraba un cementerio para los monjes agustinos. A mediados de siglo XV, Federico III compró los terrenos para construir un jardín. Durante los siglos XVI y XVIII se fueron construyendo los edificios que hoy se encuentran en la plaza.
Desde aquí nos acercamos a la cercana Michaelerplatz, la plaza de San Miguel. Aquí se encuentra la espectacular entrada al Palacio Imperial, en la que hay varias grandes esculturas de Hércules y en los dos extremos dos impresionantes fuentes.
En la plaza también se encuentra la Katholische Kirche St. Michael, la Iglesia de San Miguel construida en 1220 y elevada a parroquia en 1288.
En el centro de la plaza se encuentran expuestas las ruinas de un antiguo campamento militar romano.
En la Heldenplatz se encuentran dos estatuas ecuestres; la de Erzherzog Karl, Archiduque Carlos de Habsburgo-Lorena; y la otra, la de Prinz Eugen, el Príncipe Eugenio Francisco de Saboya.
En un extremo de la plaza se encuentra la Äußere Burgtor, la puerta exterior del castillo. Construida originalmente en 1660, en 1809 fue destruida por el ejército de Napoleón y reconstruida como hoy la vemos en 1821.
Después de descansar un poco aquí, nos fuimos a dar un pequeño paseo por la zona. Nos fuimos a cenar y a descansar para coger fuerzas para el día siguiente.
19 de julio
Hoy toca excursión. Nos levantamos muy temprano y vamos a visitar el espectacular Schloß Schönbrunn. Para llegar desde el hotel, nos cogimos las bicis hasta la estación de metro de Landstraße Wien Mitte donde nos subimos en la línea 4 hasta la estación Schönbrunn.
A las 8.30 de la mañana ya estábamos en la puerta. Ya teníamos la entrada ya que habíamos comprado por 25.50€ la entrada combinada con el museo Sisí y Kaisserapartments el día anterior.
El Schloß Schönbrunn fue un encargo del Emperador Leopoldo al arquitecto barroco Johann Bernhard Fischer von Erlach a finales del siglo XVII.
En principio iba a ser un pabelló de caza para su hijo José I. Este pabellón terminaría convirtiéndose en una residencia palaciega a lo largo del siglo XVIII.
El parque en el Palacio de Schönbrunn se abrió al público alrededor de 1779 y desde entonces ha brindado un popular servicio recreativo para la población vienesa. Tiene una extensión de 1,2 km de este a oeste y aproximadamente un kilómetro de norte a sur.
Se colocó junto con el palacio en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1996.
Puedes visitar el palacio por libre o guiada en grupo. Nosotros la hicimos por libre y tiene la ventaja de que, cuando en una sala te juntas con un grupo, esperas un poco y siguen mientras nos lo podíamos tomar con más calma. No tienes la explicación de la guía pero en todas las salas hay paneles explicativos con toda la información.
Había muchísima gente pero lo bueno era que la mayoría iban en grupo. La pena es que está terminantemente prohibido sacar fotografías y está muy controlado.
La verdad es que el palacio es una pasada. Dicen que es muy parecido a Versalles pero con mucha menos gente y más cómodo de visitar.
Los jardines son igual de espectaculares que el palacio y son inmensos, con muchas fuentes y esculturas que te va a llevar muuuuucho tiempo recorrerlos.
En el extremo en la parte alta se encuentra la Orangerie, que era un invernadero que ordenó construir la viuda del emperador, Guillermina Amalia junto con naranjos que también hizo plantar.
Hoy en día hay una cafetería y unas vistas espectaculares de los jardines y el palacio.
Después de echar toda la mañana en el Palacio de Schönbrunn, nos volvimos al metro para ir hasta el Prater. Para ello cogimos la línea 4 otra vez hasta la estación Schwedenplatz donde hicimos transbordo a la línea 1 hasta la estación Praterstern.
El Prater es una zona de recreo para la familia imperial que fue abierto al público en 1766.
En el año 1895 se inauguró el parque de atracciones, lo que lo convierte en el más antiguo del mundo. En él se encuentra uno de los emblemas de la ciudad, su noria gigante, inaugurada en 1897 durante la celebración del 50 aniversario de la coronación de Francisco José I.
La entrada al parque es gratuita pero hay que pagar por cada atracción.
Tras dar una vuelta por el recinto, nos volvimos al metro y nos fuimos hasta la estación Wien Mitte-Landstraße para visitar la Hundertwasserhaus, un edificio un tanto… peculiar. Una auténtica pedrada que se puede llegar a pensar que es fruto de un viaje de LSD.
Diseñada por Friedensreich Hundertwasser, fue construida entre 1983 y 1985. Merece la pena acercarse, desde luego.
Ya caída la noche, nos fuimos dando un paseo hacia el centro para visitar el casco antiguo con la tranquilidad que da la noche.
Aunque tranquilidad ninguna. Seguía hasta arriba de gente pero era otra manera de disfrutar de los monumentos.
El recorrido fue parecido al del día anterior. Primero la Catedral, luego el Palacio Imperial, la Heldenplatz y acabar en la Ópera.
Cenamos algo ligero y a descansar para aprovechar el día siguiente.
20 de julio
Como todos los días, madrugamos. Nos subimos a la bici y nos vamos hasta la Catedral. Hoy visitamos su interior. La visita es gratuita aunque la entrada al museo es de 4€.
La nave de la Catedral es espectacular aunque estaba vallada y no se podía recorrer en profundidad. Me parece normal ya que la cantidad de gente que había allí era exagerada y eso que era muy temprano.
Desde aquí nos fuimos a la Cripta Imperial.
Desde 1618, la Cripta de los Capuchinos en Viena es la sepultura familiar más importante de los Habsburgo. Aquí descansan los restos de 12 emperadores y 19 emperatrices de la Casa de Habsburgo y de sus familiares.
Mediante varias extensiones y reformas a lo largo de cuatro siglos, la Cripta ha sido ampliada a diez salas en total.
La entrada es de 5€ y diría que es una visita indispensable en Viena. Los sarcófagos expuestos son auténticas obras de arte.
Desde aquí nos volvimos a las bicis y nos pusimos en camino del Schloss Belvedere.
Pero antes, hicimos una breve parada en el Denkmal zu Ehren der Soldaten der Sowjetarmee (casi nada), Monumento a los Héroes del Ejército Rojo, construido en 1945 para conmemorar a los más de 17.000 soldados del Ejército Rojo que murieron en la Batalla de Viena durante la Segunda Guerra Mundial.
Justo detrás se encuentra el Palacio Schwarzenberg, un palacio barroco construido entre 1697 y 1728 y que hoy en día es un hotel.
Junto a el se encuentra el recinto del Schloss Belvedere. Es un complejo palaciego de estilo barroco mandado a construir por Príncipe Eugenio de Saboya. Entre los años 1714 y 1716 se construyó el Belvedere inferior y entre 1721 y 1723 el Belvedere superior.
Hoy en día los palacios albergan el Museo de Arte Barroco austríaco, el Museo de Arte Medieval austríaco y la Galería de arte austríaco (Österreichische Galerie Belvedere).
El acceso a los jardines es gratuito y la verdad es que son preciosos. Es un bonito paseo para una mañana de verano…
Como ya se había hecho una buena hora para comer, nos dispusimos a buscar un sitio para ello. Muy cerca encontramos una especie de cervecería llamada Böhmerwald. Allí nos apretamos un gigantesco Wiener Schnitzel que estaba brutal y nada caro.
Con la barriga bien llena nos dirigimos de nuevo hacia el centro. La primera parada fue el Wiener Stadtpark, el parque de la ciudad de Viena.
El Stadtpark abrió en 1862 siendo el primer parque público de Viena. Dentro se encuentran más monumentos y esculturas que en ningún otro parque, entre las que destaca la famosa estatua conmemorativa de Johann Strauss.
Aunque no lo parezca, ante la estatua había muchísima gente esperando para sacarse una foto con ella, así que hicimos nuestra cola para poder hacer el guiri de manera formal.
La estatua fue fabricada en bronce en el año en el año 1921 y en chapada en oro en 1990.
Después del parque nos tomamos una buena merienda austriaca a base de tarta Sacher y Apfelstrudel en un restaurante-cafetería llamado Cafe Haller. Ambos estaban brutales aunque no fue barato. Mereció la pena aún así.
La siguiente parada fue en la Ringstrasse, el Parlamento Austriaco. Construido entre 1873 y 1883 es uno de los edificios más relevantes del historicismo en Viena. Theophil Hansen lo diseñó basándose en el estilo de la antigua Grecia. Hoy en día, el Parlamento alberga el Consejo Nacional y el Consejo Federal.
Al lado se encuentra el Rathaus, el ayuntamiento de Vienta ante el Rathaus Park. El ayuntamiento fue construido en estilo neogótico entre 1872 y 1883 por Fiedrich von Schmidt, el mismo que diseñó la Catedral de Colonia. El ayuntamiento alberga, entre otros, la Biblioteca Nacional y Municipal (con su extensa colección Viennensia) y los Archivos Municipales y Provinciales.
Tanto dentro, como en el parque en el exterior, se celebran numerosos eventos durante todo el año, como el mercadillo navideño y una pista de hielo. Nosotros coincidimos con un festival de música en el que también habían numerosos puestos de comida y mucha juventud.
Como ya se había hecho tarde, buscamos un supermercado donde comprar algo de cenar, y a descansar un poco.
21 de julio
Último día en Viena. Nuevo madrugón y nos cogimos las bicis hasta la Ringstrasse. Ibámos a visitar la Karlskirche, la Iglesia de San Carlos. Construida en estilo barroco y rococó entre 1716 y 1739, fue diseñada por Johann Bernhard Fischer von Erlach pero terminada por su hijo Joseph Emanuel Fischer von Erlach.
La iglesia está dedicada al patrón de la familia imperial de los Habsburgo, San Carlos Borromeo.
Destaca por su gran cúpula desde la que se observan unas preciosas vistas del centro de la ciudad.
Desde aquí volvimos a acercarnos a la cercana Votivkirche, la Iglesia Votiva del Divino Salvador fue construida en estilo neogótico entre 1853 y 1879. Su arquitecto fue Heinrich von Ferstel y se edificó como acción de gracias por un atentado fallido contra el káiser Francisco José.
La iglesia estaba cerrada por obras de restauración y no pudimos entrar. Me consta que, a día de hoy, casi 6 años después, siguen las obras.
Después de visitar la Iglesia Votiva nos fuimos hacia Naschmarkt, el mercado más conocido de Viena. En él podemos encontrar más de 100 puestos en los que podemos degustar gastronomía de multitud de países.
La verdad es que nos pareció demasiado turístico así que para comer, decidimos acercarnos a un restaurante cercano que había fichado yo trasteando por los foros. Pero, al llegar, resultó que estaba cerrado… cerrado para siempre.
Así que nos acercamos a otro que también había fichado por los foros: el Centimeter II, el local de una cadena que tiene varios locales en la ciudad. Sólo tengo que decir que era bueno, barato y con el plato “pequeño” de costillas y el wiener schnitzel que pedimos, comimos hasta (literalmente) reventar y nos dio incluso para cenar esa noche. Brutal.
Con la barriga muy muy llena, nos fuimos al hotel a por las cosas para ir a la estación a por nuestro nuevo y último destino. La espectacular Budapest.
Balance del viaje
Que decir de Viena, ciudad imperial espectacularmente bonita. Nos faltó algún día más pero volveremos.
Descubre las mejores actividades y tours en Viena con Civitatis:
1 comentario en «Viena 2014: belleza en estado puro»