Seguimos nuestro periplo por Japón. Hoy mudamos el campamento, nos vamos a Kioto.
21 de julio
Tomamos la línea Keihin-Tōhoku a las 9.51 hasta la estación de Shinagawa y allí hacemos transbordo al shinkansen Hikari de las 10.10.
Unas dos horas y media después llegamos a la estación de Kioto. Allí tomamos el bus 206 hacia el hotel.
Al conductor le compramos un billete de bus para 24 horas por 500 yenes (3.90€). (Ahora hay máquinas expendedoras de billetes en la estación).
Como curiosidad, a los buses en Japón se entra por la puerta trasera y se sale por la delantera.
Antes de bajarte, hay que pagar el billete. Hay que echar el dinero exacto en monedas en una máquina que está a su lado. Si no tienes monedas suficientes, también hay una máquina de cambio junto al conductor.
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Iati segurosLlegamos a la parada más próxima al hotel. Esta noche íbamos a dormir en un ryokan, un hotel con habitaciones tradicionales, tatami y futón para dormir. Elegimos el Gion Shinmonso, muy bien situado, con un onsen muy chulo por 134€ la noche.
Los ryokan son alojamientos caros y este, puedo asegurar que estaba muy bien de precio.
Dejamos las cosas y salimos pitando hacia el Santuario Yasaka (八坂神社) dando un paseo por Gion.
El Santuario Yasaka (八坂神社) es un santuario Sintoista situado en el distrito Gion de Kioto. Situado al este del final de la Shijō-dōri (Cuarta Avenida) construido en el año 656.
En el año 869 dio comienzo el Gion Matsuri, el festival más importante de Kioto. Cuando nosotros los visitamos estábamos en pleno festival.
El recinto es enorme. Entramos por la puerta Nishiromon (西楼門) y a mano izquierda nos encontramos el chōzuya (手水舎), la fuente de las abluciones para purificarnos.
Un poco más adelante vamos a dar a varios puestos de comida en la entrada del recinto.
Pasamos por varios santuarios pequeños hasta llegar al patio central.
Allí podemos encontrar el Buden (舞殿), un escenario rodeado por cientos de chochines (lámparas de papel… mal pensaos). Tienen los nombres de las persona y empresas que han realizado donaciones al santuario. En él se encuentran expuestos varios tronos portátiles del Gion Matsuri. Aunque solo están expuestos durante el festival.
En el patio central también se encuentra el Honden (本殿), el salón principal. Allí hicimos una pequeña cola para hacer una pequeña donación y tocar la campana.
Seguimos paseando por el recinto entre pequeños templos. No se si era por el Gion matsuri pero había mucha gente vistiendo trajes tradicionales.
Salimos por la puerta Nishiromon y nos ponemos en camino del cercano Templo Chion-in (知恩院).
Pero antes de llegar, ya siendo la hora de comer pasamos por delante de un restaurante de ramen que olía de vicio así que decidimos a entrar.
Tuvimos que esperar porque estaba lleno pero no sería más de diez minutos.
Creo que es el ramen más bueno que he probado nunca. El restaurante se llama ramen Miyako. No es el más barato pero lo recomiendo 100%.
Con el estómago lleno nos fuimos de camino al templo Chion-in (知恩院). Es sede del budismo Jōdo shū (Secta de la Tierra Pura) y fue fundado por Hōnen en el año 1234. Es un gigantesco complejo de 106 edificios, ni más ni menos.
Entramos por la espectacular puerta Sanmon (三門). Construida en 1621 es la puerta de madera más grande de todo Japón con sus 24 metros de alto y 50 de largo.
Al cruzar la puerta nos encontramos con la cuesta Otokozaka, unas escaleras que nos llevan hasta la explanada central del complejo.
Allí encontramos a mano izquierda vemos una pequeña pagoda llamada Tahoto (多宝塔) y a mano derecha la cafetería y tienda de recuerdos. Allí compramos algunos imanes de nevera porque estaban muy baratos.
Salimos de la tienda de regalos y pasamos por taquilla. La entrada son 500 yenes (3.90€).
Lo primero que nos encontramos es el salón Amida-dō (阿弥陀堂). El Amida-dō fue construido originalmente por Genchi, el segundo sumo sacerdote principal del Chion-in. Fue frente al Seishidō, pero fue trasladado a su ubicación actual en 1710.
Posteriormente, el edificio se encontraba en mal estado, pero fue reconstruido como el presente Amida-dō en 1910.
La imagen principal es una impresionante estatua dorada de Amida de 2,7 metros de altura. Para entrar hay que descalzarse y por desgracia no se pueden sacar fotos.
Junto a este templo se encuentra el salón principal Miei-dō (知恩院 御影堂). Lleva en restauración y completamente tapado desde 2012 hasta 2019 y tampoco pudimos verlo. Este salón fue construido en 1639 por el tercer shogun Tokugawa, Iemitsu. Es el centro de las enseñanzas de Nembutsu.
A continuación pasamos por un precioso corredor hasta el Shūedō, la sala de asamblea.
Construida en el año 1635 es una sala descomunal con una imagen de Amida (Amitabha). Se dice que fue creada por el obispo Eshin (también conocido como Genshin).
En el frente de la sala, hay imágenes del tercer shogun Tokugawa, Iemitsu, y el cuarto shogun Tokugawa, Ietsuna. Es tan grande que se dice que caben mil esteras de tatami. Por desgracia tampoco se pueden sacar fotos.
Estando aquí avisaron que era la hora de cerrar al templo y nos echaron directamente. Nos faltó por ver gran parte del templo. Ya tenemos excusa para volver, pero después de 2019 cuando abran el salón principal.
De aquí nos fuimos a descansar un poco al ryokan.
Allí nos dejaron unas yukatas y nos fuimos directamente al onsen que estaba completamente vacío. Fue una gozada, en cuestión de higiene es el mejor invento de la historia de la humanidad.
Una vez terminado el baño subimos a la habitación a tomar un té y apareció una señora bastante mayor en kimono que era la encargada de prepararnos los futones para dormir. Ya teníamos camas.
Después del descanso nos fuimos a pasear por las calles de Gion y Pontocho, los barrios de la geishas. Aunque sólo vimos una y salía echando corriendo de un taxi. Así que casi que solo se vimos la estela.
Justo detrás del ryokan, en una serie de pequeñas callejuelas muy bonitas, nos cruzamos por un pequeño (muy pequeño) templo en el que había una muchacha rezando. Se trata del Gion Tatsumi-jinja (辰巳大明神) y está consagrado a Tanuki, el mapache de los huevos gordos que vemos por todo Kioto.
Buscamos de paso algo para cenar pasando por algunos sitios muy curiosos. Pero nos parecían todos excesivamente turísticos.
Al final nos decidimos por un sitio muy pequeñillo y cutrillo en el que la gente que había comiendo parecían japoneses de a pie.
Fue un gran descubrimiento. Es un sitio de fideos en el que comes en la barra porque no hay mesas. Tienes la máquina en la entrada para pagar y le das el ticket que te da al único chaval que había dentro. Suponemos que será el dueño, cocinero y camarero a la vez.
El nombre estaba en japonés pero indagando he conseguido saber que se llama Ajinotentoku Shijo Kiyamachi (味の天徳 四条木屋町店) y la dirección es 455 Shincho, Shimogyo Ward.
Después de cenar dimos otro paseo por la saturada Pontocho y nos fuimos al hotel a aprovechar el onsen antes de que cierre.
Ahora había algo más de gente. En una de las veces que me estaba dando una ducha se me acercó un niño como de 6 ó 7 años que yo creo que me estaba echando la bronca por hacerlo mal pero no estoy muy seguro. Era clavao a Sinchan el jodío.
22 de julio
Hoy supermadrugón, tenemos excursión pero antes queríamos aprovechar el onsen del ryokan, así que sobre las 6.30 en planta y al baño una horita.
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Al terminar, recogemos los bartulos, los dejamos en recepción y nos vamos a la estación de metro más cercana (Gion-Shijo). Allí tomamos la línea Hankyu-Kyoto hasta la estación de Katsura.
Vamos de visita a la Villa Imperial Katsura (桂離宮). Desde allí caminamos unos 15 minutos (10 minutos en bus) hasta la entrada de la villa.
La Villa Imperial Katsura (桂離宮) es una casa de campo de la familia imperial. Su principal característica es que sus jardines y sus edificios son considerados como una obra maestra en la arquitectura japonesa.
El Príncipe Toshihito, hijo del Emperador Ōgimachi y hermano menor del Emperador Go-Yōzei comenzó su construcción en el año 1615 y fue terminado por su hijo el Príncipe Toshitada en 1662.
Para visitarla tuvimos que reservar entrada unos dos meses antes por la página web. La visita entonces era gratis (en 2018 había que pagar 1000 yenes) y es por grupos.
Cuando fuimos a hacer la reserva, para esta villa no había hueco. Habíamos reservado en varias villas imperiales más. Pero varias semanas después de reservar, nos llamaron desde Japón para decirnos que una de los que teníamos reservado, para ese día se habían cancelado todas las visitas y que no podíamos ir.
Así que le preguntamos si no era posible reservar para Katsura y por suerte, por teléfono si que nos dejaron. Lo curioso es que la muchacha que llamaba se empeñaba en hablarnos en castellano con el traductor de google y fue algo complicada la comunicación.
La guía daba las explicaciones en japonés pero a la entrada te daban una audioguía en inglés, italiano, francés o coreano.
La villa es espectacular, los jardines son preciosos. Merece la pena la visita y la recomiendo como visita imprescindible en Kioto.
Salimos encantadísimos de la visita y nos fuimos camino de la estación para ir a ver el palacio imperial.
Desde la estación de Katsura tomamos la línea Hankyu-Kyoto de metro hasta la estación Shijō y allí hicimos transbordo a la línea Karasuma hasta la estación Imadegawa.
Llegamos al parque imperial o Kyoto Gyoen (京都御苑) por el que vamos dando un paseo hasta la entrada del recinto del palacio.
Nada más entrar tenemos un centro de visitantes en el que nos registramos y nos hacen pasar a una sala (con aire acondicionado). Allí nos juntamos un grupo de extranjeros al que nos pusieron una guía en inglés para recorrer el recinto.
El Palacio Imperial de Kioto o Kyoto Gosho (京都御苑) fue la residencia oficial de la familia imperial hasta el año 1869 en el que la capital fue trasladada a Tokio.
La visita dura alrededor de una hora y realmente solo se visitan los pabellones desde el exterior, no se entra en ninguno.
Como ya se había hecho tardecillo, decidimos comer en una hamburguesería de la cadena Moss Burger que había junto a la estación de metro. Es barato y bueno pero las hamburguesas son pequeñitas.
Después de comer volvimos al ryokan a por las cosas y nos fuimos a la que sería la siguiente base de operaciones hasta la vuelta a Tokio: el Orient Gojozaka guesthouse. 81€ la noche. Es un pequeño apartamento con cocina, pc de sobremesa con conexión a internet y ¡lavadora!.
A la salida del metro nos pasó algo muy curioso. Salimos por la puerta y nos plantamos en un gran mapa que había allí para orientarnos para llegar al ryokan. Una señora bastante mayor que pasaba por allí, viendo la cara de perdidos y, hablando ella sólo japonés, nos hicimos entender lo que buscábamos. Entonces la señora nos hizo un gesto para que la acompañáramos.
Nos llevó hasta la entrada de la calle donde estaba el alojamiento. Tenía una tienda cercana que le pillaba de camino. Que grande la señora.
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Dejamos las cosas y, sobre la marcha, nos fuimos a un combini cercano y por medio de señas conseguimos comprar un detergente para la lavadora.
Dejamos una puesta y nos fuimos a cenar a Osaka. Para ello nos fuimos a la estación de Kioto y tomamos el shinkansen Kodama hasta la estación Shin-Osaka. Desde allí hicimos transbordo al metro hasta la estación Namba y aquí llegó el problema.
Había leído que la estación Namba era tan grande que tenía más de 50 salidas, hay que ser exagerados… pues efectivamente, más de 50 salidas. Así que nos acercamos a un muchacho de información y por señas una vez más nos dijo la salida que teníamos que tomar: la salida 29-d.
Salimos a la saturada zona lúdico-festiva de Dotonbori y nos fuimos directamente a cenar que era ya muy tarde. Cenamos en un sitio de okonomiyakis llamado Ajinoya. Los okonomiyakis estaban muy buenos pero era bastante caro, supongo que la zona se paga.
La cena se había alargado muchísimo y se había hecho muy tarde así que nos volvimos a la estación para volver a Kioto.
A esa hora ya no habían shinkansen así que tomamos la línea Special Rapid de las 11.25 de la noche.
Estando en el andén me pasó algo curioso. Estando en fila esperando el tren oigo detrás mía como una especie de ronquido, me doy la vuelta y el tipo que estaba detrás mía ¡estaba durmiendo de pie!. Con su cabeza echada para atrás y su maletín en la mano y sobado el tipo, y sin apoyo de ninguno. Que capacidad tienen los japoneses para dormirse.
Como a mitad de camino se subieron al tren cientos de chavalas (sin exagerar) que suponemos que venían de algún concierto. Llevaban camisetas y bufandas iguales.
Llegamos a Kioto casi a las 12 de la noche y ya no habían buses hacia el hotel. Nos separaba más de media hora de paseo hasta allí. Decidimos hacer de tripas corazón y pagar un taxi.
Las puertas de los taxis en Japón son automáticas, se abren solas. Nos acercamos a uno y el tipo directamente no nos abrió la puerta… vivir para ver.
Esperamos un poquito y apareció otro que si nos quiso llevar. Espectacular el taxi lleno de tapices de ganchillo. La carrera nos costó 1.000 yenes (casi 9€). Pensábamos que iba a ser mucho más caros.
23 de julio
Hoy tenemos excursión larga, nos vamos a Hiroshima y Miyajima. Para ello tomamos el shinkansen Kodama de las 8.43 hasta Shin-Osaka y allí hacemos transbordo al shinkansen Sakura de las 9.18.
A las 10.54 llegamos puntuales a la estación de Hiroshima. Allí nos vamos al mostrador de información y nos comentan que para ir al Parque Memorial de la Paz de Hiroshima (広島平和記念公園) podemos tomar los autobuses Hop on-Hop off que están incluidos en el JR Pass así que no nos lo pensamos.
Nos bajamos junto al Monumento de la Paz. Conocido también como Cúpula Genbaku (原爆ドーム) o Cúpula de la bomba atómica. Fue la estructura que quedó en pie más cercana al epicentro de la explosión de la bomba atómica del 6 de agosto de 1945, apenas a 150 metros.
El edificio, como dirían en los Simpsons en espeluztacular. Espeluznante por la historia que tiene. Espectacular que haya resistido a la explosión teniendo en cuenta que la zona quedó totalmente devastada en kilómetros a la redonda.
A un lado del edificio habían varias personas dando explicaciones y contando su propia versión de la historia y ese tipo de cosas… Que eran los buenos de la película y los aliados los malos, más o menos.
En fin, como dicen en la chaqueta metálica: que puta es la guerra.
De aquí nos dimos un paseo por el Parque conmemorativo de la paz. Viendo los numerosos monumentos conmemorativos y haciendo sonar la campana de la paz llegando hasta el Cenotafio conmemorativo de la Paz.
El Cenotafio, construido por Tange Kenzo. Se inauguró el 6 de agosto de 1952 coincidiendo con el 7º aniversario de la explosión, para conmemorar a las 200.000 víctimas de la bomba. Tiene una inscripción que dice: “descansad en paz, pues el error jamás se repetirá” (“安らかに眠って下さい 過ちは 繰返しませぬから”).
Después del cenotafio entramos al Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima (広島平和記念資料館). Allí encontramos información detallada de lo ocurrido ese día como multitud de objetos encontrados en las ruinas (incluido piel humana).
La entrada cuesta 200 yenes (1.55€) y es una visita muy interesante aunque emociona e impacta mucho y deja un mal cuerpo de mil demonios.
Sean los buenos o los malos de la película, en mi opinión no hay manera de justificar ninguna masacre de este estilo.
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Desde aquí, nos fuimos directamente a visitar la isla de Miyajima (宮島). Para ello tomamos la línea Sanyo desde la estación central de Hiroshima hasta la estación Miyajimaguchi.
Allí compramos algo para reponer fuerzas en un 7eleven que ya había hambre y nos fuimos al ferry, que viene incluido en el JR Pass.
Nada más bajarnos del barco nos acosan manadas de ciervos en busca de comida fácil.
Nos encaminamos pasando por el Santuario Toyokuni (豊国神社) y la espectacular pagoda de cinco pisos, hacia el Santuario de Itsukushima (厳島神社).
El Santuario Toyokuni (豊国神社) se empezó a construir en 1587 con el nombre de Hideyoshi Reijin, por orden de Toyotomi Hideyoshi. Éste murió antes de su finalización y, hoy en día, aún sigue incompleto.
En 1897, Hideyoshi Reijin fue consagrado y rebautizado como Santuario Toyokuni y, en 1918, se consagra a Kiyomasa Kato, la deidad del Santuario Hodosan.
Según un registro antiguo, se cree que el Santuario de Itsukushima (厳島神社) fue fundado por Saeki no Kuramoto en el año 593, pero si que hay confirmación de su existencia desde el año 811.
El complejo es impresionante, lo forman 37 edificios (más otros 19 fuera del complejo). Destaca, sobre todos, el gran Torii en la orilla del mar de Seto y el Honden.
Saliendo del salón de purificaciones (Haraiden) vamos a dar a una especie de terraza donde se encuentra el Takabutai. Es un escenario elevado que se usa para las representaciones de bugaku o antigua danza tradicional.
Desde aquí sale una plataforma desde la que se observan unas maravillosas vistas del gran Torii. Eso si, hay que guardar cola para hacer la foto.
La pena es que a esa hora la marea estaba baja. Cuando está alta, tanto el gran Torii como el santuario se encuentran metidos dentro del mar.
Salimos del complejo y vamos a dar a una placita donde se encuentran varios templos. El templo Daiganji (大願寺) un antiguo templo de la secta Shinshin cuya fundación es desconocida.
Aquí descansamos un poco y nos vamos hasta el gran Torii aprovechando que la marea está baja. Desde lejos no se aprecia tanto pero es enorme.
Después de un rato sacando fotos y contemplando el Torii, nos vamos a dar un paseo por el pueblo. La verdad es que tiene muchísimo encanto.
Compramos unos kit kat de cítricos y nos volvimos a la orilla para contemplar el que dicen que es uno de los atardeceres más bonitos del mundo… Y puede que lo sea.
Nos daba muchísima pena pero había que empezar a volver. Nos separaban casi 3 horas hasta Kioto.
En la estación de Hiroshima compramos un bento para poder cenar algo en condiciones en el tren. Ya que prácticamente no habíamos comido para no perder tiempo.
A las 20.48 salía puntual el shinkansen hacia Shin-Osaka a donde llegamos a las 22.21. Allí hicimos transbordo a la línea special rapid hasta Kyoto. Tomamos uno de los últimos buses, y a dormir que había sido un día muuuuuuy largo.
Aquí tenemos el mapa de los lugares que visitamos en Hiroshima y Miyajima:
24 de julio
Hoy nos levantamos tempranito y nos vamos a recorrer los templos cercanos.
Salimos camino del templo Kiyomizu-dera (清水寺).
Desde el hotel subimos por la calle Sannenzaka (三年坂), una calle en cuesta que conserva su estilo tradicional. Está llena de tiendas de recuerdos y casas de té. Nos sirvió para comprar algunos regalos para la familia.
Al final de la cuesta nos espera el Templo Kiyomizu-dera (清水寺). El Templo Otowasan Kiyomizu-dera fue fundado en 778 junto a la cascada Otowa, como un lugar sagrado para Kannon que simboliza una gran misericordia.
El templo ha sido pasto de las llamas en numerosas ocasiones. Los edificios que vemos hoy son una reconstrucción del año 1633.
Lo primero que nos encontramos es la Puerta Niōmon (仁王門) o Deva, destruida por un incendio durante la guerra a finales del siglo XV y reconstruida a principios del XVI.
Detrás encontramos la Puerta Saimon (西門) o puerta oeste, también reconstruida en el año 1631 y nada más pasarla nos encontramos con la pagoda de tres pisos Sanjūnodō (三重塔) construida en el año 847 y reconstruida en el año 1632.
Antes de cruzar la puerta Niōmon (仁王門), a mano derecha nos encontramos el pequeño templo Zenkoji (善光寺), dedicó a Amida aunque en sus inicios estaba dedicado a al Jizo Bodhisattva. Y seguidamente encontramos el establo Umatodome (馬駐), donde los visitantes dejaban sus caballos antes de entrar al templo.
Al cruzar la puerta Niōmon (仁王門), a mano izquierda nos encontramos con el campanario Shōro (鐘楼), del año 1596 y reconstruido en 1607.
Al final de las escaleras nos encontramos de frente con el salón Zuigudō (随求堂). Reconstruido en 1718 y dedicado a la madre de Buda. La entrada cuesta 100 yenes (0.78€).
A su lado se encuentra el salón Kyōdō (経堂), reconstruido en 1633. A mediados de la era de Heian, tenía todos los sutras y floreció como un auditorio para monjes académicos de todo el país. En el pasillo hay un culto a la estatua de los Tres Budas.
Detrás encontramos el salón Kaisandō (開山堂) y tras este, se encuentra la puerta Todorokimon (轟門). Enfrente de la puerta se encuentra la isla Benten (弁天島), que contiene un pequeño santuario sintoísta.
Al cruzar la puerta Todorokimon (轟門) llegamos a las taquillas del templo. La entrada cuesta 300 yenes (2.30€). Pagamos y pasamos.
Llegamos al salón principal, el Hondo (本堂), la imagen más famosa del templo y una de las más famosas de Kioto.
La sala principal está construida sobre los acantilados del monte Otowa. Este es un método tradicional de construcción llamado “Kakezukuri” (懸造). Es un antiguo método japonés que permite la construcción de estructuras altamente resistentes a los terremotos. Incluso en acantilados donde la construcción es difícil debido al soporte de madera enrejada.
Esta sala es un lugar dedicado a las artes escénicas para Kannon, el dios principal del Templo Kiyomizu-dera.
La verdad es que tanto el salón como el altar son impresionantes. Me impactó mucho ver que habían como un millón de extintores apilados en cada esquina. Cosa lógica teniendo en cuenta que ha ardido como diez veces a lo largo de su historia.
Detrás del salón encontramos el el Santuario Jishu (地主神社) dedicado al dios del amor y del matrimonio. En el, hay dos piedras del amor, si recorres la distancia que las separa con los ojos cerrados, encontrarás el amor.
Estando allí llegó un grupo de muchachas y una de ellas se lanzó de boca a abrazar una de las piedras. Yo creí que se mataba.
De aquí bajamos al salón Okunoin (奥の院). Es estaba cerrado y tapado por restauración pero desde aquí se podían sacar buenas fotos del salón principal.
Desde aquí nos acercamos a la pagoda Koyasu (子安塔). Se desconoce la edad exacta de su fundación. El edificio actual fue construido en el año 1500. Está dedicado a Koyasu Kannon (Sente Kannon) y las mujeres la visitan para que les ayude a tener un buen parto.
Desde aquí también hay unas vistas preciosas al salón principal.
Desde aquí bajamos a la cascada Otowa (音羽の滝), que da nombre al templo. Beber de esta cascada se supone que tiene propiedades terapéuticas y te da salud y una larga vida. Nosotros por si acaso hicimos cola y bebimos. Nunca se sabe.
Dejamos el templo y salimos corriendo para visitar el Castillo Nijō (二条城). Para ello tomamos el bus 202 y en unos 25 minutos nos bajamos en la puerta del castillo.
El Castillo Nijō (二条城) se construyó en el año 1603 para que pudiera residir el Shōgun Tokugawa Ieyasu. Desde entonces fue la residencia oficial de la familia Tokugawa hasta la abolición del shogunato en 1867.
La entrada nos costó 600 yenes (2016) y la visita era por libre siguiendo un circuito, pero tenías muchos paneles explicativos.
Los edificios son espectaculares. Algo que nos impactó fue la escasez de mobiliario, pero parece ser que, lo que realmente importaba era la naturaleza y no los objetos materiales de ornamentación. Así que por eso, los jardines imperiales en Japón son tan impresionantes.
Desde el salón salimos corriendo sin comer, que no había tiempo que perder. De todas formas tenemos buenas reservas.
En la puerta del castillo tomamos el bus 12 hasta el templo Kinkakuji (金閣寺) o pabellón dorado.
Este templo es probablemente la imagen más reconocible de Kioto. Se trata de un templo zen con las paredes exteriores cubiertas de pan de oro.
Se construyó en el año 1397 como lugar de descanso del Shōgun Ashikaga Yoshimitsu. Tras la muerte de éste en 1408, se reconvirtió en templo de la secta Rinzai y su nombre oficial es Rokouon-ji (鹿苑寺).
El recinto es realmente espectacular y es una visita totalmente imprescindible en Kioto. La entrada cuesta 400 yenes (3.10€).
Desde aquí salimos echando mistos hacia el bosque de bambú de Arashiyama. Para ello tomamos el bus 59. Como a mitad de camino nos bajamos en una especie de terminal pequeñita de buses. Allí esperamos unos diez minutos y desde aquí tomamos el bus 93. Casi una hora después llegamos a Arashiyama.
Nos bajamos junto al puente Togetsu-kyō (渡月橋), el puente que cruza la luna.
Como se había hecho tarde, ya nos habían cerrado todo así que sólo podíamos ver el bosque de bambú. Es lo único que no cierra.
Aún así cruzamos el puente y paseamos un rato por la ribera del río Katsura disfrutando de las vistas. Volvimos a cruzarlo y nos fuimos al bosque.
El bosque está muy bonito pero no es muy grande y se pasea tranquilamente en un rato.
Después del paseo llegó el problema. Eran las 6 de la tarde y estábamos sin comer. Habían muchos sitios pero el problema es que nos quedaban unos 300 yenes (2.30€) en efectivo. En Japón, prácticamente ningún negocio acepta el pago con tarjeta.
No conseguíamos encontrar ningún combini con cajero compatible con tarjetas extranjeras. Así que nos fuimos a la estación Saga-Arashiyama y allí tomamos la línea San-In hasta el centro de Kioto. Por fin pudimos sacar dinero y comprar algo para matar el gusanillo.
Nos fuimos al hotel a darnos una ducha y luego salimos a cenar temprano. Cenamos en un Sukiya, una cadena especializada en anguila asada, que fue lo que cayó.
Después de cenar dimos un tranquilo paseo y a dormir.
25 de julio
Hoy va a ser un día completito. Madrugamos y nos vamos a la estación. Allí tomamos la línea Nara de las 8.23 hasta la estación de Inari donde nos bajamos 5 minutos después.
Vamos a visitar otra de las icónicas y más conocidas imágenes de Japón: Fushimi Inari-taisha (伏見稲荷大社), el templo de los 1000 Toriis.
El origen de Fushimi Inari-taisha (伏見稲荷大社) se describe en Yamashiro no Kuni Fudoki (山城国風土記). Un antiguo informe sobre cultura provincial, geográfica y tradición oral que se presentó al emperador.
Se dice que Irogu no Hatanokimi, un antepasado de Hatanonakatsue no Imiki, lanzó un pastel de arroz que se convirtió en un cisne y se fue volando. Finalmente, el cisne aterrizó en la cima de una montaña, donde ocurrió un augurio auspicioso y creció arroz.
Inari se llama así por este milagro (“ina” es japonés para “arroz”).
El santuario se fundó en el año 711 y es el principal templo dedicado a Inari, dios del arroz y los comerciantes, el más importante de todo Japón.
Por esta razón, los comerciantes donan dinero al templo para tener prosperidad que el templo convierte en los famosos Toriis rojos a modo de ofrenda.
Fushimi Inari tiene un camino de 4 kilómetros llenos de toriis que parece formar un pasillo infinito.
Nada más salir de la pequeña estación de Inari, nos encontramos un gran Torii rojo que da acceso a una calle. Cuando nosotros lo visitamos, tenía cientos de chochines (farollilos) a los lados, que va a dar a la puerta Romon no Kitsune (キツネ). La puerta fue construida en el año 1589 gracias a las ofrendas de Toyotomi Hideyoshi.
Cuando pasamos la puerta llegamos al salón principal, el Honden. El salón fue destruido por el fuego durante la Rebelión de Onin en 1468 pero fue reconstruido en 1499 gracias a las donaciones.
Detrás del salón principal y pasando por varios pequeños templos, empieza el camino de los mil Toriis.
Los toriis empezaron a donarse durante el periodo Edo y va desde la base del santuario hasta la cima del monte Inari.
El camino se hace bastante duro ya que es una subida constante y con el calor húmedo de julio se pega muchísimo, pero merece la pena subirlo.
Después de la dura subida, bajamos por un lateral en donde hay muchísimos pequeños templos curiosos y hasta un pequeño cementerio.
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Después del pateazo nos volvemos a la estación de Inari. Allí volvemos a tomar la línea Nara de las 9.55 hasta la estación de Uji donde nos bajamos a las 10.16 para visitar en templo Byōdō-in (平等院).
Salimos de la estación y nos echamos a andar. Como cinco minutos después llegamos a la ribera del río Uji.
Allí había una pequeña estatua de Murasaki Shikibu (紫 式部). Una escritora, poetisa y cortesana japonesa autora en el siglo XI de la primera novela japonesa: Genji Monogatari (“La novela de Genji”), obra que también se ha considerado la primera novela moderna del mundo.
Desde aquí recorremos la calle comercial tradicional Omotesando hasta llegar a la entrada del templo Byōdō-in (平等院).
El templo fue construido en el año 998 como un villa rural de Fujiwara no Michinaga, unos de los miembros más poderosos del clan Fujiwara.
En el año 1052 fue reconvertido como templo budista por Fujiwara no Yorimichi.
La estructura más importante del templo es el Salón del Fénix o Hōō-dō (鳳凰堂). Fue construido en 1053 y es la única estructura original que queda en pie.
El resto de las estructuras fueron destruidas tras un incendio provocado por la guerra civil en 1336. El salón alberga una impresionante figura de tres metros de Buda Amida sentado del año 1053.
La entrada cuesta 600 yenes (4.66€) más otros 300 yenes extras si quieres entrar al Salón del Fenix.
Enfrente del Salón del Fénix se encuentran los preciosos jardines Jodo-shiki desde donde podemos admirar el salón desde el otro lado del estanque con éste reflejado en él.
Después de esto podemos visitar el Museo Hoshokan y en el podemos encontrar numerosos objetos del templo considerados tesoros nacionales. Es un edificio muy moderno que la verdad no pega ni con cola pero en el que se estaba muy fresquito con el aire acondicionado.
En la tienda de recuerdos compramos unas postales que eran unos grabados preciosos del templo por 50 yenes (0.40€). A la salida del museo nos encontramos varios templos más como el Jōdo-in (浄土院).
Desde aquí seguimos corriendo y volvemos a la estación previo paso por un supermercado que pillaba de camino a comprar algo para picar. Nos íbamos a Nara.
Como consejo importante para ir a Nara: Desde Kioto hay que tomar la línea Nara, pero hay varios servicios. Es importante coger el RAPID SERVICE ya que ésta tarda 45 minutos y la línea LOCAL tarda una hora y cuarto.
Así pues, nos subimos al rapid service de las 11.51 y en algo menos de media hora nos bajábamos en Nara.
Desde la estación nos tomamos el bus 118 por 220 yenes (1.70€) hasta la parada más cercana del templo Tōdai-ji (東大寺), que es la del parque Nara. La parada no tiene pérdida porque vienen marcadas en una pantalla y, además, es donde se bajará el bus entero repleto de turistas.
Nos hizo mucha gracia que, cada vez que se bajaba gente del bus, el conductor iba diciendo algo en japonés, suponemos que dando las gracias pero en un tono muy gracioso.
Ya desde aquí, empezarás a ver manadas de ciervos Sika por todas partes como en Miyajima. Los ciervos son considerados mensajeros de los dioses del sintoísmo y están protegidos como tesoros nacionales.
Por el parque hay numerosos puestos en los que puedes comprar galletas para dárselas a comer. Son muy mansos pero si creen que puedes llevar comida, algún bocado te pueden dar. De hecho, vimos como a un tipo trataban de arrancarle el bolsillo trasero del pantalón. Lo mejor es ir con las manos vacías y que te las vean bien.
Después de pasar un rato divertido en el parque con los ciervos (aunque pueden llegar a ser muuuuuy pesados), llegamos al templo Tōdai-ji (東大寺).
El templo empezó a construirse en el año 728 con el nombre de Kinshōsen-ji (金鐘山寺). Lo primero que vemos es la puerta Nandaimon (南大門) o Gran Puerta del Sur, construida en el año 1199.
Nada más pasar la puerta, a mano derecha nos encontramos con una réplica a tamaño real de la mano derecha del Gran Buda de Nara. Es realmente grotesca.
Un poco más adelante llegamos a la puerta del complejo del templo, la impresionante puerta Nakamon (東大寺 中門). Esta puerta está cerrada.
Para acceder al complejo hay que ir a una de las esquinas donde se encuentra la oficina para comprar las entradas. La entrada son 600 yenes (4.66€).
Según salimos de la oficina, contemplamos la grandiosidad del salón Daibutsuden, el salón principal. Éste es el edificio de madera más grande del mundo… espectacular.
Nada más entrar al templo nos encontramos de frente con el Daibutsu, el Gran Buda de Nara sentado con sus impresionantes 15 metros de alto. El Daibutsu además se encuentra flanqueado por dos Bodhisattvas.
En un lateral se encuentra otro de los elementos que más atraen a los turistas, una columna con un agujero en su base del tamaño de uno de los orificios nasales del Daibutsu.
La leyenda dice que aquel que pase será bendecido con la iluminación. Los niños no suelen tener dificultades en pasar, pero los adultos a veces se atascan y necesitan ayuda para salir. Huelga decir que nosotros ni lo intentamos, creo que no me cabría ni la cabeza.
Fuera del templo se encuentra una estatua de Binzuru-sonja (Piṇḍola Bhāradvāja) sentado en posición de loto. Se dice que si frotas las partes de su cuerpo en las que tienes alguna enfermedad o herida, se te sana gracias a el.
Desde aquí nos fuimos andando dirección estación. Pasamos por el templo Kōfuku-ji (興福寺). Establecido en el año 669 por Kagami-no-Ōkimi ( 鏡 大君 ), la esposa de Fujiwara no Kamatari, deseando la recuperación de su esposo de la enfermedad. El templo es la sede nacional de la escuela Hossō.
Como no, el salón principal estaba totalmente tapado por obras y cerrado el acceso a su interior.
Se había hecho bastante tarde así que decidimos comer en un Coco curry house cercano, que tenía carta en castellano y que llevaba una señora muy agradable.
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Aquí tenemos el mapa con los puntos que visitamos en Nara:
Con el buche lleno nos volvimos paseando a la estación a tomar el tren, esta vez a Osaka. Tomamos la línea Yamatoji Rapid Service de las 16.00 y 55 minutos después nos bajábamos en la estación central de Osaka. Desde aquí nos subimos al metro hasta el castillo.
Llegamos tarde y la torre ya estaba cerrada pero aún así, se puede pasear por el recinto del castillo, que es un parque enorme.
El castillo de Osaka (大阪城) fue construido a partir de 1583 por Hideyoshi Toyotomi donde antes estaba el Templo Hogan-ji.
En 1615, el shōgun Tokugawa Iyeasu destruyó el castillo durante el Sitio de Osaka después de que éste trasladara el gobierno a Edo (Tokio). Entre 1620 y 1629 fue reconstruido de nuevo por Tokugawa.
En el año 1868 volvió a ser destruido durante la Guerra Boshin y vuelto a construir en el año 1931. Bonita historia la de la torre…
En el parque frente al castillo se encuentran las dos cápsulas del tiempo que se instalaron durante la Exposición universal de 1970.
Una se encuentra enterrada a 14 metros bajo tierra y será abierta en el año 6970, si es que la raza humana sigue en la tierra, que lo dudo bastante por el camino que vamos.
La otra está enterrada a 9 metros y se abre a principio de cada siglo. Ya en el año 2000 se abrió por primera vez.
Estando sentados en un banco, nos fijamos en que en el parque había muchísimas personas y lo curioso es que todos iban con la cabeza hundida en el móvil. Esa noche nos enteramos que ese día había salido el Pokemon Go en Japón y estaban todos superenganchados buscando pokemones.
Ya cayendo la noche, se empezó a acumular más gente. Estos estaban ocupando posiciones sentados en una cara del parque con sus cervecitas y sus cosas. Dimos por sentado de que algo iba a pasar.
Nos acercamos a una parejita joven por eso de probar si hablaban algo de inglés a preguntar que pasaba… No entendieron ni papa pero nos echamos unas risas. Decidimos esperar un rato.
Al buen rato empezó un festival de fuegos artificiales, que luego descubriríamos que era por el Tenjin Matsuri. En ese momento, tras nuestra reacción al ver los fuegos, la pareja se dio cuenta de lo que preguntábamos un rato antes y volvimos a reírnos otro rato.
Del castillo nos fuimos a ver la noche de Dōtonbori (道頓堀) y sus grotescas fachadas de restaurantes. Es el mayor centro comercial y turístico de Osaka. Una calle comercial que va junto al canal fluvial de Dōtonbori desde el puente Dōtonboribashi hasta el puente Nipponbashi.
Como ya había un poco de hambre nos compramos unos takoyakis en un puesto callejero. Los takoyakis son como unas especie de croquetas de pulpo acompañadas de salsa y copos de bonito seco que están de muerte.
Lo más llamativo de Dōtonbori son los carteles luminosos y los carteles de los restaurantes. El clásico entre los clásicos es el cartel de Glico, que muestra a un corredor de fondo sobre una pista de atletismo azul.
El cartel original se instaló en 1935 y entonces medía 33 metros de altura. Después de varios carteles a lo largo de todos estos años, el actual se instaló en el año 2014 y éste mide 20 metros.
Desde el puente Ebisu verás a muchísima gente haciendo el bobo sacándose fotos imitando al corredor. Nosotros, como buenos guiris, también lo hicimos, por supuesto, pero esas fotos me las guardo para mí.
A lo largo del canal había una barca recorriéndolo con un montón de tipos gritando que era parte del Tenjin Matsuri.
Dimos un pequeño paseo lúdico festivo flipando con las fachadas el los restaurantes y nos volvimos a Kioto antes de que se acabaran los servicios de buses.
Aquí tenemos el mapa con los lugares que visitamos en Osaka:
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A la llegada a Kioto nos paramos a admirar la iluminación de la Torre de Kioto, que la hace realmente bonita en la noche. La torre fue inaugurada en 1964 y tiene 131 metros de altura.
26 de julio
Hoy no madrugamos demasiado. Teníamos hora para visitar el Palacio Imperial Sentō (仙洞御所). Para ello tomamos el bus 202 hasta la parada más cercana a la entrada sur de los jardines Kyoto Gyoen. Allí nos bajamos unos 20 minutos más tarde.
Para entrar al palacio, habíamos hecho reserva por la web oficial como dos meses antes. Pasamos un control y un registro y esperamos.
La visita es guiada en japonés, pero ponen a tu disposición una audioguía en inglés.
El Palacio Imperial Sentō (仙洞御所) fue construido con motivo del retiro del emperador Go-Mizunoo a principios del siglo XVII. En el año 1854 el palacio fue reducido a cenizas y no se volvió a reconstruir.
Hoy en día se visitan solamente los jardines y algunas casas de té que sobrevivieron al incendio.
Los jardines son espectaculares aunque no me parecieron tanto como los de Katsura. Lo malo es que estuvo lloviendo casi todo el tiempo y tampoco se puede apreciar en condiciones. Una lástima.
Después de la extensa visita, nos fuimos corriendo a Osaka que queríamos visitar el mercado Kuromon Ichiba (黒門市場). Nos subimos al shinkansen de las 14.13 hasta Shin-Osaka. Nos bajamos 15 minutos después para hacer transbordo en la línea Midosuji de metro hasta el mercado.
El mercado Kuromon Ichiba (黒門市場) se fundó en 1902 y se convirtió en punto de referencia gracias a sus productos de gran calidad. Hoy en día con el auge del turismo se han abierto restaurantes y se puede comer incluso en los mismos puestos.
Una de las cosas a por las que íbamos era a por carne de Kobe. Allí había un puestecillo de venta de carne que tenía una pequeña plancha en la que te pasaba la carne. Tenía todo un pintón impresionante, y unos precios espectaculares. Nos decidimos por unos recortes que tenía que eran de los más baratos. Nos costó 30€ (36$) los 100gr. Ahora, la carne estaba para llorar. Nunca olvidaré ese sabor.
También nos zumbamos una korokke (croqueta japonesa) de atún, un pincho que era un pulpillo con la cabeza rellena de un huevo de codorniz. Algo de sushi y un pincho de yakitori.
Como ya iba siendo la hora de cerrar, la mayoría de puestos ya tenían rebajados los productos y era bastante más barato comer.
Después de comer, nos fuimos hasta Dotonbori a dar una última vuelta y a comprar algunos recuerdos. Descubrimos los Daiso, tiendas de todo a 100 yenes en las que te meas de las cosas tan curiosas que tienen, como calcetines para sillas… jurao.
Tomamos la línea limited express thunderbird de las 19.23 hacia Kioto, donde nos dimos otra vueltecilla y nos fuimos pronto a descansar.
27 de julio
Nos levantamos temprano que había que aprovechar el último día en Kioto. Nos vamos directamente a recorrer las calles Sannenzaka y Ninenzaka, calles tradicionales de Kioto.
Llegamos hasta la Pagoda Yasaka (八坂の塔), situada en el templo Hōkanji (法観寺). Construida en el año 589, se destruyó por completo en el año 1436. El edificio actual es una reproducción de 1440.
Muy cerca se encuentra el Templo Yasaka Kōshin-dō (八 坂 庚申 堂). Es un pequeño templo dedicado a Kōshin-san. Un apodo de su principal objeto de adoración, Shōmen Kongō, un guerrero guardián azul y a los ” tres monos sabios “.
Se cree que Kōshin-san ayuda a todos aquellos que se esfuerzan por vivir, con todos sus esfuerzos para ser buenas personas. También se piensa que castiga a los malos.
Kukurizaru es un talismán redondo, con forma de bola, hecho de tela, que representa a los monos de buena fe. El templo es pequeñito pero muy colorido.
Desde aquí nos fuimos a visitar el Templo Ginkaku-ji (銀閣寺) o pabellón de plata. Para llegar tomamos el bus 100 hasta la parada Ginkakuji mae.
El Templo Ginkaku-ji (銀閣寺) es un templo budista zen construido en el año 1474 como retiro del shōgun Ashikaga Yoshimasa. Se dice que el shōgun quiso imitar el templo Kinkakuji (pabellón de oro) construido por su abuelo cubriéndolo de láminas de plata pero no pudo por motivos económicos pero aún así, el nombre perduró. Tras su muerte en 1490 pasó a ser un templo budista.
Sin duda lo más conocido y espectacular es el jardín seco de arena junto al Kannonden, el edificio principal, que es muy similar al templo Kinkakuji pero de madera.
También es espectacular el jardín de musgo, con muchos estanques y pequeños puentes. Si subimos hasta lo alto del jardín, podemos disfrutar de unas maravillosas vistas del recinto.
El precio de la entrada es de 500 yenes (3.88€).
Al salir del templo seguimos el Tetsugaku no michi (哲学の道) o camino del filósofo. Éste camino, de unos dos kilómetros une los templos Gingakuji y Eikan-do y va paralelo al canal Shishigatani. Es muy popular durante el hanami y el momiji.
El día que estuvimos nosotros la verdad es que no nos cruzamos con nadie, aunque realmente solo hicimos una pequeña parte del camino.
De camino al hotel a recoger las cosas nos acercamos al santuario Otani Hombyo (大谷本廟) que estaba justo enfrente del hotel. Construido en 1272 destaca por el inmenso cementerio que alberga.
Estando allí se acercaron varias personas con trajes de ejecutivo al salón principal en el que se les ofició una especie de ritual.
Volvimos a por las cosas para regresar a Tokio a pasar la última noche.
Compramos unos bentos para comer en el tren y nos subimos en el shinkansen Hikari de las 13.33. Algo menos de tres horas después llegábamos a la estación central de Tokio donde hicimos transbordo al shinkansen Komachi hasta la estación de Ueno, trayecto de sólo 5 minutos.
Aquí tenemos el mapa con los puntos que visitamos en Kioto esos días:
Fuimos directamente al hotel. Esa última noche cogimos el hotel Ueno Touganeya, muy cerca de la estación. Nos salió bastante caro ya que no encontrada nada más barato decente que estuviera cerca de la estación de shinkansen, 91€. Era, como habitualmente, una habitación en la que sólo cabía la cama contra las tres paredes pero estaba muy limpia y bien puesta. Y hasta teníamos yukatas.
Dejamos las cosas y nos fuimos a dar una vuelta por Ueno y luego nos fuimos a Akihabara para despedir la noche nipona.
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28 de julio
Último día en tierras niponas y había que aprovecharlo. Nos levantamos temprano y nos fuimos a echar unas postales a una oficina de correos cercana al hotel.
Desde aquí tomamos la línea Yamanote y nos fuimos a Shidome. Nos acercamos a la cercana sede de la cadena de televisión NTV para ver el reloj Ghibli.
El reloj Ghibli es una visita obligada para todos los seguidores del mundo del anime de los estudios Ghibli. Su autor es Hayao Miyazaki y fue instalado en el año 2006. El reloj es precioso y si puedes acudir al espectáculo que hace varias veces al día vas a flipar, sobre todo en el nocturno.
Desde la estación de Shiodome tomamos la línea Oedo de metro hasta la estación Tsukijishijo para visitar el mercado de Tsukiji, el mayor mercado de pescado del mundo.
En 2016 la visita a la subasta de pescado se había restringido mucho a los visitantes así que meterse el madrugón (empieza a las 5.30 de la mañana) para nada, como que no.
Estuvimos paseando por las estrechas callejuelas del mercado exterior, llena, sobre todo, de puestos de comida y de utensilios.
En 2018 cerró definitivamente y se trasladó al cercano mercado de Toyosu aunque los puestos del mercado exterior y los restaurantes siguen estando en Tsukiji.
Después del paseo nos acercamos al cercano templo Tsukiji Hongwan-ji (築地本願寺).
El templo budista Tsukiji Hongwan-ji (築地本願寺) es un templo filial de la denominación Jodo Shinshu Hongwanji-ha. Comúnmente conocida como Nishi Hongwanji, de la cual el Templo Madre, o Honzan, se encuentra en Kioto.
Su construcción se remonta al año 1617 cuando Junnyo Shonin estableció un templo en Yokoyama-cho cerca de Asakusa en Edo. En el año 1657 un incendio destruyó el templo pero el señor feudal Edo Bakufu denegó el permiso de reconstruirlo en el mismo emplazamiento. Pero si cedió los terrenos en el que se encuentra actualmente.
Durante el gran terremoto de Kanto de 1923 el templo volvió a ser destruido. Fue reconstruido en piedra entre 1931 y 1934 esta vez de estilo indio.
En el salón principal se encuentra una imagen de Buda Amida de pie que significa que el Buda está trabajando activamente en todos nosotros.
El altar dorado es realmente espectacular y, además, en el salón hay aire acondicionado así que aprovechamos para descansar un poco a la fresca.
Tras el merecido descanso nos fuimos paseando por una gran avenida hacia el teatro Kabuki-za (歌舞伎座). Por el camino nos cruzamos con una pequeña pero saturada tienda de artesanía que hacía menaje en madera. Aprovechamos para comprar unos palillos artesanales (que aún sigo usando) para nosotros y para regalar.
El teatro Kabuki-za (歌舞伎座) construido en el año 1889 por Genichiro Fukuchi y es el principal teatro de kabuki de Japón. El teatro kabuki es el teatro tradicional japonés que data de la Era Edo.
En 1921 fue destruido por un incendio. Empieza la reconstrucción en 1922 pero no pudo ser terminada porque el gran terremoto de 1923 volvió a destruir lo que ya estaba hecho.
Para 1924 volvió a reconstruirse pero, nuevamente, fue destruido durante los bombardeos de la segunda guerra mundial.
En 1950 volvió a levantarse con el mismo diseño de 1924 para ser demolido una vez más en 2010 para volver a ser levantado como hoy se conserva en 2013 con las nuevas medidas antisísmicas. Bonita historia.
Volvemos a la zona del mercado para buscar un sitio para comer buen sushi fresco. Los que habían alrededor de éste nos pareció que eran demasiado turísticos.
Andando por una callejuela vimos que varios tipos con pinta de trabajadores se metían por una pequeña puerta. Decidimos indagar. La puertecilla daban a unas escaleras estrechas y algo cutres que bajaban a un pequeño local bastante sencillo en el que habían muchos japoneses comiendo. Decidimos quedarnos.
La carta sólo estaba en japonés pero tenía fotos así que señalamos lo que nos pareció apetecible.
Que decir de la comida… creo que es el sushi más bueno que he comido nunca y aún hoy creo que lo sigue siendo. Y además relativamente barato, unos 900 yenes el plato (7€).
Por cierto, se llama Totobe y no viene en google maps pero lo tengo bien guardado en la cabeza. Si quieres llegar… me preguntas. (Cerró en 2022)
Salimos extremadamente contentos y nos vamos hacia la estación central de Tokio para reservar asientos en el Narita Express.
Aprovechamos y nos comimos el postre, una especie de bollo relleno (muy relleno) de crema que estaba brutal. En 2018 volvimos en su busca, pero por desgracia, ya no se encontraba allí.
Volvimos a Ueno donde dimos un último paseo y fuimos a buscar las cosas al hotel.
A las 18.33 tomamos el Narita Express y una hora después nos bajábamos en la terminal 1 del aeropuerto. El vuelo despegaba rumbo a Dubai puntual a las 22.00 llegando a Madrid el 29 de julio sobre las 13.35.
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Balance del viaje a Japón
Que decir del viaje. Un sueño cumplido y que no decepciona. La gente y su increíble amabilidad, su cultura mezcla de lo tradicional y lo moderno, los paisajes, la gastronomía… todo espectacular.
La única pega, el calor y la humedad del verano. Mi pareja no iba nada convencida y volvió totalmente enamorada y con ganas de volver. Volveremos (lo hicimos en 2018) y no sólo una vez más.