Dos años después volvemos a Japón, empezando por Narita, la ciudad en la que se encuentra el aeropuerto. Queríamos volver para 2019 pero no podíamos esperar tanto.
Camino a Japón
12 de Julio
A las 6.20 de la mañana despegábamos desde Barajas hacia París. Con Air France. Solamente 2 horas de vuelo y el avión muy normalito.
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Iati segurosAterrizamos sobre las 8.30 de la mañana y por delante teníamos 5 horas de espera. Nos fuimos hasta la terminal de salida y allí pasamos el largo y aburrido rato. Hasta las 13.35 que despegábamos por fin rumbo a Tokio.
13 de julio
Después de 11 horas de vuelo aterrizamos en el aeropuerto de Narita sobre las 8.40 de la mañana. Después de pasar los controles pertinentes nos dirigimos a cambiar los JR Pass aunque de momento no los íbamos a activar.
Acto seguido sacamos yenes en una fila de cajeros automáticos que habían cerca del mostrador de JR. Luego bajamos a los andenes a tomar el tren hacia la ciudad de Narita.
Tomamos la línea privada Keisei por 260 yenes (2€). En unos 20 minutos estábamos en la estación Keisei-Narita.
Narita
Teníamos el hotel junto a la salida de la estación. Se trata del APA hotel Keisei-Narita. Eran como las 12 del mediodía y no podíamos entrar hasta las 3 de la tarde.
Como mi pareja no se encontraba bien, nos dieron la opción de entrar antes por 1.000 yenes (7.50€) la hora. Así que después de más de 24 horas desde que salimos de Granada, no nos lo pensamos. Pagamos 4.000 yenes (unos 30€).
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El hotel estaba muy bien. Un tres estrellas que, para ser Japón, la habitación era bastante espaciosa con dos camas individuales.
Descansamos un poco y nos fuimos a comer al restaurante de tonkatsu Ton Ton Tei. La comida estaba de muerte. La carne se deshacía en la boca. Está algo lejos pero merece la pena acercarse.
Ya con el estómago lleno y un calor infernal, nos fuimos paseando hasta el cercano Templo de Narita-san Shinsho-ji (成田山新勝寺). Se trata de un templo budista de la escuela Shingon Tochiyama fundado en el año 940 (3º año Tenkei) y su imagen principal es Daishou Fudo Myo (不動明王).
El recinto del templo es enorme y mezcla edificaciones antiguas y modernas, además de unos jardines enormes. Se tarda un buen rato en recorrerlo sobre todo si hace calor. La entrada es gratuita.
A la salida del templo nos fuimos a pasear por la calle Omotesando, una calle comercial en la que se conservan muchos edificios antiguos que, de paso, nos acercaba al hotel. Esa noche queríamos irnos a descansar temprano ya que el viaje nos había dejado agotados.
Junto al hotel había un konbini en el que compramos algo preparado para comer y a dormir tempranito.
Aquí puedes encontrar un mapa con los puntos visitados en Narita:
14 de Julio
Tempranito nos poníamos en marcha destino a Tokio. Con el JR Pass ya activado, nos subimos en la estación de Narita en el Narita express hasta la estación de Shinagawa. Allí hicimos transbordo en la linea Keihintohoku hasta la estación de Kamata para llegar hasta el hotel.
Por calidad-precio decidimos alojarnos en el Chisun Inn Kamata, el mismo en el que nos alojamos en 2016.
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Tokio
Dejamos las cosas y nos fuimos hasta el barrio de Setagaya. Nos bajamos en la estación Sangenjaya y nos fuimos directos a la Carrot Tower, la torre más alta de Setagaya con 124 metros. En la planta 25 tiene un mirador de 360º gratuito desde la que se ven una vistas espectaculares.
Después de visitar la torre nos dirigimos a la parte trasera. Allí se encuentra la estación terminal de la línea Tokyu Setagaya de tranvía (東急世田谷線).
Se trata de una de las dos líneas de tranvía que quedan activas en Tokio. Tiene paradas en varios puntos interesantes así que cogimos un pase de día. Costó lo suyo sacarlo porque al no ser demasiado turística, el taquillero solo hablaba japonés.
El precio del pase es de 330 yenes (2.70€). Cual es nuestra sorpresa que al llegar el tranvía resultó tener forma de gato. Que cachondos son los japoneses.
Nos bajamos en la estación Kamimachi para visitar la Residencia Daikan (世田谷代官屋敷) y el templo Setagaya Tenso (上町天祖神社). Ninguno de los dos era demasiado espectacular pero como nos pillaba casi de camino, había que visitarlo.
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Volviendo sobre nuestros pasos llegamos hasta el parque Setagaya Joshi (世田谷区立世田谷城阯公園).
El Parque Setagaya Joshi es un parque histórico situado en el barrio de Setagaya. Fue inaugurado en el año 1945. Se trata realmente de las ruinas del antiguo castillo de Setagaya.
Se cree que el castillo fue construido en el siglo XIV. Fue durante el periodo Muromachi y perteneció al clan Kira (吉良氏) durante más de 200 años.
En el año 1590, durante el periodo Tenshō, el clan Tokugawa ganó la guerra. Entonces el clan Kira tuvo que abandonar el castillo y éste cayó en el olvido.
A menos de 5 minutos andando se encuentra una visita realmente imprescindible: el templo Gotokuji (豪徳寺). El templo dedicado al gatete de la suerte Maneki-neko (招き猫).
Goutoku-ji es un templo budista de la Escuela Sōtō. Fue fundado en el año 1480, de la familia Li del clan Hikone.
Además del Cementerio de la Familia Gotokuji Li hay muchos sitios del patrimonio cultural relacionados con la Familia Li, incluido el templo budista y la Campana. El cementerio es un sitio histórico designado a nivel nacional.
Cuenta la leyenda que aquí se originó Maneki-neko (招き猫).
En el siglo XVII. Un día el señor feudal Naotaka Li, que se encontraba cazando, se vio sorprendido por una terrible tormenta.
Se resguardó debajo de un árbol. Un rato después, vio a un gato que le hacía señales con la pata derecha para que se acercara al templo.
Movido por la curiosidad, Naotaka Li se acercó al gatete y, justo en ese momento, un rayo cayó en el árbol destruyéndolo.
En agradecimiento por salvar su vida, Naotaka Li ayudó con la financiación del templo que se encontraba entonces en la ruina.
Desde entonces Maneki-neko (招き猫) es un símbolo de buena suerte en Japón (y casi que en el mundo entero).
Allí, a parte de visitar los pabellones, puedes comprar un Maneki-neko en las oficinas del templo.
Puedes dejarlo a modo de ofrenda o llevártelo para casa. Yo compré dos. Uno pequeño para dejarlo de ofrenda y otro más grande que tengo puesto en mi negocio.
El pabellón donde se dejan los maneki-neko de ofrenda es realmente espectacular. No solo por su belleza y la del entorno, si no por la cantidad de maneki-neko que hay dejados como ofrendas.
Entre esos cientos que hay en la foto, se encuentra el mío, pero como para encontrarlo la próxima vez…
Después de dar un tranquilo paseo por el recinto y por el cementerio, nos volvimos a la estación del tranvía. La siguiente parada: Estación Shoin-jinja-mae.
Desde allí dimos un pequeño paseo por una calle comercial nada turística hasta el Santuario Shoin-jinja (松陰神社). Eso es lo mejor que tiene Setagaya. Al no ser nada turístico es puramente japonés y se puede comprobar como es un poco la vida normal japonesa.
Se trata de un santuario dedicado al pensador Shoin Yoshida. Fue famoso durante la Restauración Meiji y fue construido entre 1923 y 1952.
El santuario es un remanso de paz dentro del bullicio del barrio y tiene unos pequeños jardines muy bonitos.
Pero tiene una pega, al entrar en uno de los jardines había en un árbol un cartel con un mosquito gigantesco dibujado. Nos imaginamos lo que significaba y antes de entrar, nos bañamos en repelente por si acaso.
Después de esta visita, nos volvimos hacia el tranvía para volver de vuelta a la estación de JR. Nos fuimos directos a Shibuya.
Allí comimos en un sitio que ya conocíamos de antes, uno de los locales de Gusto cafe. Se come bien y no muy caro y tiene barra libre de bebidas. Cosa importante teniendo en cuenta el tremendo calor que hacía.
Con la tripa ya llena y bien hidratados nos dimos un tranquilo paseo por Shibuya.
Ya caída la noche nos acercamos al edificio Shibuya Hikarie Mall, un impresionante centro comercial y cultural de 34 plantas.
De la planta 11 a 16 se encuentra el Tokyo Theater Orb, un teatro para capacidad para casi 2.000 personas.
Desde la puerta hay una cristalera enorme desde la que se divisa el famoso cruce de Shibuya que, además, es gratis.
A la bajada entramos a dar una vuelta por el centro comercial Shibuya 109 que se estaba fresquito.
Cuando salimos, como era aún bastante temprano, nos subimos al tren hacia Takeshita Dori. Nunca habíamos estado de noche.
Allí aprovechamos para trastear un poco en un Daiso, una cadena de tiendas de todo a 100 yenes.
Compramos algunas cosillas como una funda para la cámara por 108 yenes (0.85€).
También un sobre relleno de algo químico que cuando lo golpeas se enfría. Es ideal para refrescarse con el calorazo que hacía.
Esa noche tocó cenar algo del combini en el hotel que estabamos muy cansados.
15 de Julio
Hoy tocó madrugar y buscar un cibercafé para imprimir una parte de la guía que olvidé en casa. Menos mal que siempre me acompaña un pendrive con todo.
Dejé a mi pareja aún convaleciente en el hotel y me fui a la aventura.
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Encontrar un ciber no me costó demasiado. Había uno frente a la estación de JR Kamata llamado Net Room, de una cadena que hay por todo Tokio (y Japón).
Lo complicado fue hacerse entender. Sólo hablaban japonés así que por signos conseguí entender que estaba lleno y que debía esperar una hora. Así que me fui a dar una vuelta por el barrio. Me tomé un café y volví.
Otra vez con señas conseguí que me dieran una habitación por una hora. En el ciber había lavadora y ducha y se puede pasar la noche entera en el por unos 20€. A esa hora había gente saliendo de pasar la noche.
El suelo era de colchoneta y era muy cómodo. Tiene también unas cholas para andar por las instalaciones ya que en la habitación tienes que estar descalzo.
Tenía un ordenador con impresora y una tele con dvd.
En la recepción tenían películas y revistas.
Después de ir tanteando con un windows en japonés conseguí imprimir el documento. Como me llevó prácticamente la hora entera, poco más pude hacer allí dentro. La hora me costó 300 yenes (2.20€).
Ya con todo listo nos fuimos camino del Templo Zōjō-ji (増上寺), junto a la Torre de Tokio. Ofrece una preciosa mezcla de tradición y modernidad.
Fue fundado en 1393 como un seminario nembutsu ortodoxo y fundamental para Jodo shu en la región de Kanto.
Zojoji fue trasladado al sitio actual en 1598. Fue después de que Ieyasu Tokugawa, fundador del shogunato Tokugawa, eligiera a Edo (actual Tokio) en 1590 para establecer su gobierno provincial.
Después del inicio del Período Edo cuando el shogunato Tokugawa gobernó Japón, Zojoji se convirtió en el templo familiar de la familia Tokugawa.
Visitamos tranquilamente el templo (es gratis) y nos sentamos un ratillo en su interior que tenían aire acondicionado.
De allí nos fuimos hasta la estación de Shimbashi para visitar los jardines Hama Rikyu (浜離宮恩賜庭園). Son unos jardines tradicionales que se construyeron como residencia de la familia Tokugawa. Más tarde fueron reconvertidos en coto de caza de patos.
Es conocido por su estanque de agua salada que entra directamente desde la bahía de Tokio.
Impacta mucho el remanso de tranquilidad rodeado por los modernos rascacielos de la zona.
En la entrada te facilitan gratuitamente sombrillas para mitigar el terrible calor del verano tokiota. Considero que es una visita imprescindible.
Después de la impresionante visita a los jardines, nos fuimos hasta Ueno buscando un restaurante de cadena de sushi de cinta giratoria que había visto por internet. Lo recomendaban mucho: el Sushi-ro.
Lo encontramos pero la cola era enorme.
Había que sacar número en una pantalla que, por supuesto, estaba en japonés.
Después de varios minutos mirando la pantalla como quien mira al vacío, se nos acerca una muchacha. Conseguimos explicarle que queríamos coger número para comer en el local ya que parece ser que la pantalla daba varias opciones. La muchacha muy amablemente nos saca número.
Segundo problema. No hay pantalla que indique el número por el que va y cantan los números en japonés. Así que esperamos a ver que pasa. En esto que llaman a la muchacha que nos había ayudado. Cuando se acerca al camarero le comenta algo señalándonos… no pasa nada.
Como 45 minutos después de haber entrado al restaurante, ¡de repente gritan nuestro número en inglés!. Ya sabemos lo que le dijo la muchacha un rato antes.
Conclusión: Los japoneses son las gentes más amables del mundo. No sería ni la primera ni la última vez que nos echaran una mano.
Mereció la pena la espera y los sinsudores del idioma japonés. El sushi estaba brutal y fue realmente barato. Volveremos.
Después de comer nos fuimos a dar un paseo por el parque Ueno para bajar la comida.
Volvimos a Shimbashi para ver el espectáculo nocturno del Reloj Ghibli, en el edificio de la cadena de televisión japonesa NTV.
Hace dos años lo vimos durante el día pero nos habíamos quedado con ganas. Es muy recomendable aunque no seas fan de los animes.
Después del espectáculo nos acercamos a la estación de Shiodome. Allí tomamos el tren sin conductor de la línea Yurikamome para ir a Odaiba.
Íbamos a ver el nuevo Gundam Unicorn junto a al centro comercial Diver city Tokyo, ya que desde que estuvimos en 2016 lo habían cambiado.
Ya de paso dimos un paseo por el centro comercial Venus Fort que los pasillos simulan los canales de Venecia. Es todo muy, muy friki…
El Venus Fort cerró sus puertas definitivamente en 2022.
Después de dar un buen paseo decidimos volvernos al hotel para poder madrugar al día siguiente.
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16 de julio
Hoy toca madrugar y escaparse de excursión a un lugar poco visitado por los occidentales y muy recomendable: El Monte Nokogiri (鋸山).
Está situado en la costa oeste en un extremo de la bahía de Tokio, ya en la prefectura de Chiba.
Allí se encuentra la estatua antigua de buda más grande de todo japón, con 31 metros de altura.
Se encuentra dentro del recinto del Templo Nihonji (日本寺), que significa literalmente templo de Japón. Es un templo budista fundado en el año 725. Es el más antiguo de todo Kanto y ocupa toda la ladera del monte.
A las 8.30 tomamos la línea JR Keihintohoku hasta la estación de Yokohama. Allí hicimos transbordo a la línea JR Yokosuka hasta la estación de Kurihama.
En este tren nos dimos cuenta de que estábamos saliendo del Japón turístico ya que durante todo el viaje fuimos los únicos occidentales de todo el vagón. Me encanta jejeje.
Desde la estación de Kurihama nos fuimos andando (5 min) hasta la entrada principal de la estación Keikyu-Kurihama.
Allí nos subimos al bus nº8 (200¥) y en unos 15 minutos estábamos ya en la terminal del ferry Tokyo Wan-Ferry2. Llegamos unos minutos antes de que saliera.
Compramos los billetes a toda prisa, sólo ida por 720¥ (ida y vuelta 1320¥).
Unos 40 minutos después nos bajamos del ferry en Kanaya. Caminamos unos 15 minutos hasta llegar al teleférico que nos iba a subir a lo alto del monte. Con una parada en medio en un kombini a comprar avituallamiento para la excursión.
Por otros 500¥ compramos el billete de ida (930¥ ida y vuelta). El viaje duró solo 5 minutos pero las vistas son realmente espectaculares.
Al llegar arriba hay un centro de visitantes y desde allí empieza la ruta. Para entrar hay que pagar 600¥ (4,50€).
Las vistas desde la terraza del centro son brutales. Lo primero que hicimos fue dirigirnos hacia la gigantesca estatua de Hyakushakukannon. Está esculpida en la roca y es espectacular, tanto la estatua como el camino para llegar a ella.
Luego seguimos subiendo escaleras. Con las altas temperaturas y la gran humedad del bosque, el calor se hacía bastante insoportable.
Después de un buen rato subiendo escaleras llegamos al mirador de la parte más alta del monte. Jigoku Nozoki, la Vista del Infierno. Las vistas son indescriptibles, hay que verlo por que son una pasada.
Desde aquí, ya todo es bajada. Bajamos por el camino de los arhats.
Durante este camino nos podemos encontrar repartidas 1.500 estatuas en piedra de arhats esculpidas entre 1779 y 1798. Es un paseo muy curioso a la par que bonito por dentro del frondoso bosque.
Seguimos bajando y por fin llegamos a la explanada donde se encuentra la joya de la corona: el Gran Buda. Es realmente gigantesco.
Sin duda mereció la pena el agotamiento y el sofocante calor pasado.
Junto al templo hay un merendero con sombra en el que nos sentamos a comer algo y a beber algo frío. Sacado de una de las máquinas que hay allí (como no).
Después de descansar comenzamos el descenso hacia la estación de tren de Hota.
El descenso seguía siendo espectacular pasando por más templos de diferentes tamaños.
Habíamos decidido regresar en tren a Tokio y cometimos un grandísimo error. Tardamos en volver más de tres horas, parecía que el trayecto no iba a acabar nunca.
Lo peor es que esa noche teníamos hotel en Nagoya. Así que recomendamos encarecidamente volver en ferry.
En cuanto llegamos a Tokio recogimos las maletas en el hotel y nos fuimos a toda carrera a la estación de Shinagawa a coger el shinkansen hacia Nagoya.
Nagoya
Para cenar tocó comprar un bento para comer en el tren.
Tomamos el shinkansen de las 19.10 y sobre las 21.00 estábamos llegando a Nagoya, pero no bajándonos del tren.
Justo antes de entrar a la estación se detuvo y nos tiramos allí parados casi media hora. Cada dos por tres sonaba un mensaje en japonés por megafonía en el que supongo que estaban diciendo las razones, pero nunca lo sabremos.
El hotel elegido fue el UNIZO INN Nagoya Sakae Higashi. Bien situado pero bastante cutrillo.
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17 de julio
Hoy toca excursión a la ciudad de Ise (Prefectura de Mie).
Visitamos el Gran Santuario de Ise o Ise Jingū (伊勢神宮) que es el santuario más importante de Japón.
Nosotros íbamos a visitar el Santuario Interior Naikū (内宮) y el Santuario Exterior Gekū (外宮).
Madrugón y a las 8.37 de la mañana ya estábamos en el tren.
Tomamos la línea Mie que iba directa a la estación Iseshi en la que nos dejó a las 10.20.
En un momento del trayecto pasó un empleado de la compañía cobrando un extra porque uno de los tramos de vía son de otra compañía. El precio fue de 510 yenes por persona (3,50€). Viene bien indicado en el JR Pass. Todo esto el muchacho explicando todo en japonés.
Salimos de la estación y nos fuimos paseando hasta el Santuario Exterior “Geku”.
El Santuario es realmente espectacular. Está enclavado en un paraje boscoso precioso con árboles gigantescos y estanques.
Había muchísima gente ya que es uno de los principales puntos de peregrinación de Japón. El paseo lleva bastante tiempo pero se hace muy ameno.
Después de un largo y relajante paseo espiritual, salimos del complejo.
En la misma entrada tomamos el bus nº51 hasta el santuario exterior (también vale el bus nº55).
Unos 20 minutos después nos estábamos bajando junto a la entrada del Santuario.
El santuario exterior fue fundado hace 2.000 años y es uno de los lugares más sagrados de Japón.
El recinto es un gigantesco remanso de paz aunque paseen por el muchísimas personas.
A pesar del tiempo que se puede llegar a invertir para llegas hasta Ise, merece la pena acercarse porque es realmente espectacular.
A pesar del agobiante calor húmedo, se hace un paseo bastante agradable y tranquilo.
En el centro de visitantes ya cerca de la salida, hay pantallas con videos explicativos sobre el templo (en japonés) además de aire acondicionado, agua fría y té gratis.
Después del merecido descanso y varios litros de agua fresca, salimos del templo y recorrimos Oharaimachi. Es una zona comercial junto al templo. Con edificios muy antiguos, muchísimos comercios y restaurantes.
Es una zona muy turística aunque éramos los únicos occidentales que andábamos por allí.
Nos compramos nada más entrar unos helados y la recorrimos paseando tranquilamente. Es un paseo muy recomendable.
Después del paseo volvimos a tomar el bus hacia la estación de Iseshi y allí comer algo mientras esperábamos la salida del tren.
Se había hecho un poco tarde para comer. Buscamos algo en los alrededores pero estaba todo cerrado y no había ni un combini. Decidimos coger el tren y ya comeríamos al llegar al siguiente destino.
Nos bajamos en la estación Futamino-ura, que más que una estación era un apeadero. No tenía ni tornos ni empleados.
Seguíamos sin encontrar nada para comer pero encontramos una oficina de información turística. ¡BINGO! Entramos a preguntar a ver donde se podía comer. Para nuestra “sorpresa”, el señor sólo hablaba japonés. Pues muy bien.
Seguimos nuestro camino dirección al templo Hinjitsukam (賓日館) con tan mala suerte que cierra los martes. Y todo esto sin comer.
La zona me recordaba como algún punto turístico en pleno declive. Con grandes hoteles en primera línea de playa pero desiertos y algo viejos. Por allí no se veía a nadie.
Como estábamos al lado, nos acercamos al templo Meoto Iwa (夫婦岩) en donde se encuentran las conocidas como “Rocas Casadas”.
Son dos rocas (una más grande que la otra) unidas por una gruesa cuerda de paja de arroz (shimenawa) que representan a los dioses Izanagi e Izanami. Son los creadores según la religión Shinto y que representan la masculinidad y la feminidad unidas por el matrimonio.
Aquí se reúnen multitud de parejas para pedir un matrimonio feliz.
A la hora que nosotros estuvimos era marea baja pero, según cuentan las guías, cuando la marea está alta, las rocas parecen totalmente separadas y es bastante espectacular, sobre todo, al atardecer.
A todo esto eran como las 5 de la tarde y seguíamos sin comer. Por suerte de camino a la estación encontramos un Lawson y dimos buena cuenta de la nevera.
A las 19.30 estábamos ya en la ciudad. Nada más llegar, fuimos corriendo a reservar asiento para el día siguiente a Takayama. Allí teníamos alquilado un coche para ir a Shirakawa-go y recorrer la zona.
La mala suerte se cebó en nosotros.
Resulta que por culpa de las inundaciones de varias semanas atrás, junto con la ola de calor que nos azotaba, no se habían podido terminar los trabajos de reconstrucción. El transporte público aún no se había restablecido.
Así que anulando el alquiler del coche y buscando plan B para el día siguiente.
Después del disgusto, nos apretamos un exquisito ramen para cenar en el restaurante Rich miso ramen Sakaeya. Estaba muy cerca del hotel, para que las penas fueran menores.
Después de cenar nos dimos un pequeño paseo por la zona de Sakae y nos acercamos al Don Quijote a curiosear y comprar unos kit-kat de wasabi y de té verde.
18 de julio
Como tuvimos que cancelar la visita a Takayama, decidimos madrugar. Iremos a Kyoto y a Nara a ver algunos sitios que nos habían faltado en 2016 y que habíamos sacado del itinerario de este año por falta de tiempo.
A las 9.08 tomamos el shinkansen y a las 9.45 ya estábamos en Kyoto. Cuando salimos de la estación, el calor era casi insoportable. Pero no era plan de quedarse encerrado.
Nos fuimos dando un paseo hasta el Templo Tō-ji (東寺). Se trata del templo principal de la escuela budista Shingon, declarado Patrimonio Mundial.
Su principal atracción es la pagoda de 5 pisos construida en el año 826, que es la pagoda de madera más alta de Japón.
Después de visitar el templo, nos volvimos a la estación y tomamos un tren hacia Nara.
En la estación de Nara nos bajamos. Andamos unos 10 minutos hasta la estación Kintetsu-Nara para tomar el tren de la línea Kintetsu-Nara hasta la estación Yamato-Saidaiji. Allí hicimos transbordo a la línea Kintetsu-Kashihara hasta la estación Nishinokyō.
Nos bajamos y andamos unos 10 minutos con un calor infernal hasta el templo Tōshōdai-ji (唐招提寺). Es un templo imprescindible en Nara. Pero queda demasiado lejos de la ciudad y se da mucha vuelta para llegar.
Fue fundado en el año 759 por el monje Gaijin. Es el templo superior de la secta budista Risshu.
La entrada al recinto cuesta 600 yenes pero merece la pena.
El hall dorado es impresionante (no se pueden hacer fotos) y los jardines son una auténtica pasada. Es ideal para pasear muy tranquilamente por la tremenda paz que contagia el recinto. 100% recomendable.
De vuelta en Nara, nos comimos un curry en el Coco curry house junto a la estación. Con varias jarras de agua helada.
Nos fuimos dando un paseo por la zona de los templos, que ya habíamos visitado en profundidad en 2016 pero no queríamos volver aún a Nagoya.
A las 18.55 tomamos la línea Nara de vuelta hacia Kioto tomamos el shinkansen de las 19.59 a Nagoya a donde llegamos a las 20.36. Cenamos y a la cama para madrugar al día siguiente.
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