Si volvemos a salir por la Puerta de la Justicia y subimos por la calle Real de la Alhambra siguiendo la muralla, llegamos hasta el pabellón principal de acceso a la Alhambra, donde se encuentran las taquillas. Desde este punto accederemos a los Jardines del Generalife.
La Almunia del Generalife era originalmente una hacienda para la explotación agrícola y el descanso, con un núcleo de edificación residencial y una vasta extensión de terreno de cultivo y pasto. La finca la rodea una extensa dehesa en la cual se criban caballos, animales de granja e incluso servían de coto de caza para el uso del sultán.
El Generalife era la residencia de verano de los reyes nazaríes y está situado en la colina Cerro del Sol, junto a la colina de la Sabika, donde se encuentra la Alhambra.
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El origen de su nombre no está demasiado claro. Se cree que viene del término árabe Yannat al-Arif (جَنَّة الْعَرِيف) que se puede traducir como “jardín del arquitecto”.
Todo indica que se construye en el siglo XIII por orden del segundo sultán de la dinastía nazarí, Muhammad II (1273-1302) y en principio pensado como finca rural.
En 1492 los Reyes Católicos conceden la finca a un alcaide para su custodia y aprovechamiento hasta 1631, en el que la alcaidía pasa a manos de la familia Granada-Venegas a perpetuidad. Después de un largo procedimiento judicial, en 1921 pasa a manos del Estado.
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Originalmente tenía tres accesos principales: el más directo era el que conectaba la Almunia del Generalife con la Alhambra, a través de las huertas y era el que utilizaba el Sultán y su séquito. Otro acceso era la entrada por el portón, donde vivían los trabajadores de los huertos, que aún se conserva junto al Pabellón de Entrada. y el tercero por el Postigo de los Carneros, en la zona más alta de la finca.
Hoy en día accedemos por el paseo de los cipreses, que fue creado en 1862 con motivo de la visita de la reina Isabel II.
Recorremos el precioso Paseo de los Cipreses, dejando al lado derecho las torres del Agua y del Cabo de la Carrera. A mano derecha se encuentra el Teatro del Generalife, que se inaugura en 1954 con el Festival Internacional de Música y Danza y es obra del arquitecto Francisco Prieto Moreno.
El teatro actual es obra de una remodelación de entre los años 2003 y 2005. Su arquitectura sigue la línea de las huertas del Generalife y el escenario se configura con pantallas naturales de cipreses, ofreciendo un fondo permanente y característico, único en la escenografía contemporánea.
Seguido al teatro encontramos los Jardines Bajos del Generalife. Estos jardines son nuevos. La primera parte, que es la que se encuentra más cerca del edificio fue creada en 1931 con forma de laberinto, con arquerías de rosaledas y cipreses.
20 años después, en 1951 se crean junto a la parte anterior imitando un jardín musulmán, con una acequia en crucero, calles y paramentos tupidos de cipreses, y una pérgola abierta a unas maravillosas vistas de la Alhambra y la ciudad.
Y por último, en 1952 se construye el antiguo anfiteatro para el Festival Internacional de Música y Danza de Granada, remodelado entre 2002 y 2005. El festival aún se sigue celebrando y es 2021 se ha celebrado la 70 edición.
Tras los jardines llegamos al Generalife propiamente dicho.
Accedemos al palacio por el Patio del Apeadero o del Descabalgamiento. Como su nombre indica, hasta aquí llegaba el Sultán y su séquito a caballo. Aquí encontramos el control de acceso donde tenemos que volver a enseñar la entrada.
Desde este accedemos a otro patio más elevado que da acceso a la entrada del palacio. Por cierto, en la parte superior del arco de la entrada podemos ver la llave y la mano que caracterizan todas las puertas importantes de la Alhambra.
Desde este segundo patio accedemos al Patio de la Acequia que es, seguramente la imagen más famosa del Generalife y una de las más famosas de toda la Alhambra.
También conocido como “Patio de la Ría”, es un recinto estrecho y alargado recorrido a lo largo por la Acequia Real que era la principal arteria de agua de la Alhambra. Originalmente tenía forma de crucero, al igual que la del Patio de los Leones.
Los característicos surtidores laterales son una incorporación del siglo XIX aunque las excavaciones arqueológicas han demostrado en 1958 que originalmente habían doce caños.
En el centro del patio, a mano derecha encontramos un mirador central. Se cree que era la única abertura al exterior del patio. Conserva una rica decoración de yeserías de época del Sultán Isma’il I (1314-1325) parte de las cuales fueron desmontadas y superpuestas por otras de época de Muhammad III (1302-1309).
Al fondo encontramos la Sala Regia, tras el pórtico de cinco arcos característico de la arquitectura nazarí. Esta sala contiene unas preciosas yeserías y techumbres, especialmente el de la galería, cuajado de capulines. Estas salas eran la estancias de la familia real.
En el siglo XIV se añadió una torre mirador, conocida como Torre de Ismail sobre la cuenca del río Darro con unas hermosas perspectivas de la ciudad, el Albaicín y el Sacromonte.
Desde uno de los laterales de la sala accedemos a otro de los emblemas del Generalife y de la Alhambra: el Patio del Ciprés de la Sultana.
Originalmente todo el espacio estaba ocupado por el baño del palacio, del que solamente se conserva la entrada del caudal de agua de la acequia que debió abastecerlo antes de continuar al Patio contiguo y que puede observarse en forma de cascada a través del hueco en el muro lateral. La parte del pórtico data del año 1584, frente a un jardín de gusto barroco.
En el centro encontramos una alberca en forma de “U” en cuyo centro se dispuso otra mas pequeña de la que sobresale una fuentecilla de piedra, en el siglo XIX.
La alberca está rodeada por numerosos surtidores escupiendo agua que dan una sensación de frescor perfecta para los calurosos veranos granadinos. Como curiosidad, este ingenio sorprendió al embajador de Venecia Andrea Navaggiero cuando visitó el Generalife en 1526.
Más o menos en el centro del patio encontramos apuntalado a la pared el tronco muerto de un árbol. Se trata del ciprés que da nombre al patio. Junto a él hay una placa que dice:
“Cuenta la leyenda que este ciprés de la sultana fue testigo de los amoríos de un caballero Abencerraje y la esposa de Boabdil”.
Huelga decir que cuando Boabdil se enteró, no solo se cepilló al caballero sino, también, a toda su tribu.
Al fondo encontramos un pórtico con dos pequeños leones y, tras este, una escaleras del siglo XIX que van a parar a la parte alta de los jardines, que son unos jardines colgantes que van desde simples huertas hasta macizos de arrayán, bojes recortados o cipreses centenarios.
En uno de los extremos nos encontramos con la Escalera del Agua, que resiste desde los primeros tiempos del Generalife, famosa porque por ella se desliza el agua que proviene de la Acequia del Sultán. Está dividida en tres tramos, en cada uno de los cuales se encuentra una fuente con surtidor, flanqueada por canales que conforman las barandillas y por donde bajan ruidosamente las aguas.
La escalera está protegida por una bóveda de laureles que hace que se filtren los rayos de sol configurando una estampa realmente preciosa.
Subiendo la Escalera del Agua llegamos a la cota más alta del Generalife. Aquí nos encontramos con el Mirador Romántico. Fue construido en 1836 en estilo neogótico por el entonces administrador de la finca, don Jaime Traverso. Hoy se encuentra cerrado al público.
Hay indicios de que en este lugar, anteriormente se encontró un oratorio musulmán.
Bajamos por las escaleras al otro lado de la entrada del Mirador Romántico y volvemos a los jardines de la parte alta. Aquí encontramos la salida del recinto del palacio.
Junto a la salida, bajando una escaleras nos topamos con la Casa de los Amigos. Se cree que era un lugar para hospedar a los visitantes, atendiendo al Tratado de Agricultura de Ibn Luyun (1282-1349) donde determinaba que en todo palacio de recreo debía haber un aposento para huéspedes y amigos.
Lo probable es sea de la época nazarí de, aproximadamente, el siglo XIII y que sufriera importantes modificaciones a finales de siglo XV y principios del XVI.
Al bajar las escaleras empieza el Paseo de las Adelfas. Construido a mediados del siglo XIX como acceso romántico al Generalife, es un sendero que recorre la parte superior del muro de separación de las huertas, cubierto por una bóveda de adelfas. En su extremo enlaza con el Paseo de los Cipreses.
Aquí finaliza la visita a la maravillosa Alhambra, un lugar que debería visitarse al menos una vez en la vida. Esperamos que les haya gustado.
Déjanos en comentarios si has visitado la Alhambra y que es lo que más te ha gustado.
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