Llega el momento: Nos vamos a Islandia.
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Para llegar tomamos el bus 55, que era el de la empresa pública que llega desde el aeropuerto hasta Reykjavik haciendo ruta. El bus nos costó 490 ISK (3.53€ ) hasta nuestra parada Njarðvíkurtorg.
Fue una gran experiencia ya que el conductor era un cachondo. Estaba todo el rato riéndose a carcajadas. Parece ser muy feliz en su trabajo. Además, te explicaba muy bien lo que necesitaras sobre el trayecto o donde bajarte.
Sobre las 23.30 llegamos al alojamiento y directamente a descansar.
15 de Julio
Península de Reykjanes
Como hasta las 12 no nos daban el coche, decidimos no madrugar demasiado e ir a dar un paseo por la ciudad. No había nada destacable salvo el Viking World, el museo de historia vikinga y Stekkjarkot, el museo de Reykjanes, que se encuentra en la localidad de Njarðvík.
Stekkjarjot es un ejemplo de las casas tipo cabaña de césped, piedra y madera toscamente construidas que alguna vez fueron comunes en la península de Reykjanes y otras áreas costeras de Islandia.
Fue inaugurado en 1993 tras la restauración de la cabaña del siglo XIX. La cabaña puede ser visitada sólo con cita previa y es gratuita.
Viking World abrió sus puertas en mayo de 2009 aunque fue inaugurado oficialmente el 17 de junio de ese año en un moderno edifico diseñado por Guðmundur Jónsson.
El museo cuenta detalladamente la historia de los vikingos islandeses y su elemento más llamativo: el barco vikingo Gokstad que en 2000 navegó a través del Océano Atlántico hasta L’Anse aux Meadows, Canadá, para las celebraciones del milenio del viaje de Leif Ericsson y luego a Nueva York.
Tras la visita volvimos sobre nuestros pasos, compramos algo de comida en un supermercado Bonus y nos fuimos al alojamiento a esperar que nos recogieran para ir a por el coche.
Elegimos Islandiacar para alquilar el coche, el sitio más “barato” que encontramos. Fue un Peugeot 2008 y nos costó en total 257.701 ISK (1.855€) por 10 días, incluido el seguro premium que cubría todo excepto que el viento arrancara la puerta del coche y wifi portátil.
Ya con el coche nos fuimos directamente al primer sitio que teníamos elegido: Brúin milli heimsálfa, el puente entre dos continentes.
La península de Reykjanes se encuentra en uno de los principales límites de placas del mundo, la Dorsal del Atlántico Medio. Aquí se encuentra la división entre las placas norteamericana y euroasiática.
A medida que las placas divergen, se forman fracturas lineales, conocidas como fisuras, debido a la tensión que se acumula a medida que las placas se alejan unas de otras.
El puente de Leif el Afortunado es un pequeño puente construido como símbolo de la conexión entre Europa y América del Norte. Si lo cruzas, estarás cruzando de un contiente a otro.
Aquí pasó algo curioso. Una familia se olvidó de poner el freno de mano de la furgoneta al aparcar y ésta se precipitó fuera del recinto. Tuvimos que sacarla del pedregal entre 5 personas empujando sobre las piedras en la que se encontraba.
La furgoneta quedó bonita…
Desde aquí nos fuimos hacia el siguente punto: el área geotérmica de Gunnuhver.
Sobre este lugar pesa una antigua leyenda que dice:
En el siglo XVIII una anciana llamada Gudrun (Gunna abreviado) era sospechosa de practicar la brujería. Poco antes de su muerte fue visitada por un juez terminó discutiendo con ella. Ese mismo juez asistió al funeral de Gunn y fue encontrado muerto a la mañana siguiente, con el cuerpo magullado y mutilado. Se culpó de esto a la anciana.
Su espíritu estuvo vagando aterrorizando a los campesinos y sembrando el caos por la península de Reykjanes. No fue hasta que los lugareños atiborraron de licor a un sacerdote que encontraron una solución para atrapar a Gudrun. Siguiendo el consejo del sacerdote, dejaron un cabo suelto de un ovillo de cordel para que el fantasma lo agarrara. Ella lo hizo, y la bola rodó hacia las aguas termales, llevándose consigo el fantasma de la bruja y atrapándola allí para siempre.
Algunos dicen que el fantasma de Gudrun no cayó en el pozo hirviente, sino que se aferrará al borde por toda la eternidad. El vapor es constante y lo suficientemente espeso como para ocultar cualquier figura fantasmal dentro o fuera de Gunnuhver.
La fuente termal toma su nombre de la anciana (Gunnuhver se traduce como “fuente termal de Gunn”) y es el campo geotérmico más grande de Islandia. Mide unos 20 metros y expulsa constantemente vapor denso y turbio a una temperatura de casi 300ºc.
El recinto tiene varios aparcamientos. Nosotros aparcamos en el aparcamiento oeste. Nada más bajar ya se nota en el ambientillo el olor a huevo podrido de las aguas sulfurosas. El camino está bien marcado y con algunas pasarelas de madera que nos acercan a los pozos de los que sale el vapor (y un pestazo impresionante).
Junto al área geotérmica se encuentra Reykjanesviti, el faro de Reykjanes de 31 m de altura. El faro original fue construido en 1878 pero un terremoto lo destruyó tan sólo 8 años después. El actual se inauguró en 1929.
Volvemos a la carretera para ir hasta la cercana ciudad de Grindavík a buscar algo para comer. Lo hicimos en Papa’s Restaurant, un restaurante con mucha variedad como pizzas y hamburguesas. La comida estaba realmente buena y no era cara (para ser Islandia). La cuenta nos salió 5380 ISK (38.79€).
Al terminar de comer, seguía haciendo un tiempo de mierda (mucha lluvia, frío y viento) así que decidimos ir al que iba a ser nuestro alojamiento de los próximos 3 días. Una casa de alquiler turístico donde vivía una señora jubilada en Kópavogur, en el área metropolitana de la capital Reykjiavik.
El alojamiento fue relativamente “barato” y nos costó 14.310 ISK (103€).
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Dejamos las cosas en el alojamiento y salimos corriendo que teníamos hora para las 8 de la tarde en Bláa lónið, la Laguna Azul.
La Laguna Azul es un spa geotérmico cuyas aguas son ricas en minerales como sílice y azufre. La laguna es alimentada por la producción de agua de la cercana planta de energía geotérmica Svartsengi.
El agua sobrecalentada surge del terreno cerca de la corriente de lava para mover las turbinas que generan electricidad. Después de pasar por las turbinas, el vapor y el agua caliente pasa a través de un intercambiador de calor para proporcionar calor para el sistema de agua caliente municipal. Los deshechos es lo que alimenta la laguna.
La temperatura del agua oscila entre 37 y 39ºc y se dice que ayuda a personas que padecen de enfermedades de la piel como la psoriasis.
Por desgracia el tiempo era una verdadera mierda: lluvia, frío y un viento helado que daba la vuelta. Fue imposible sacar fotos en condiciones a la Laguna, pero si pudimos sacar algún vídeo pasado por agua… Pero en el agua se estaba de maravilla.
También te dan una pulsera con la que abres y cierras la taquilla y se registra lo que consumas en los bares. La entrada incluye una bebida.
A la salida te dan una toalla y una para el pelo si lo llevas largo.
Si llevas el pelo largo tienes que untarte bien de acondicionador que encontrarás en las duchas del vestuario. El agua te deja el pelo como el de los Jackson Five. Tampoco es recomendable usar gafas ni lentillas ya que los cristales de silicio pueden dañarlos. Y, además, irrita los ojos. Cualquiera diría que bañarse es bueno para la salud…
La laguna es gigantesca. Tiene un bar dentro y un pequeño kiosco en el que te dan el barro blanco para untarte en la cara. También hay un barro negro pero ese hay que pagarlo.
Una vez que entras puedes estar todo el rato que quieras. Nosotros entramos a las 20.00 y salimos cuando cerraron a las 23.00 (arrugados como pasas).
El precio de la entrada varía según la época y la hora. A nosotros nos costó 11.990 ISK (86.44€) por persona. También hay una entrada premium por 14.490 ISK (104.47€) y otra llamada Retreat Spa que cuesta 79.000 ISK (569.56€).
A la salida, bien relajados y siendo tan tarde, nos comimos unos sandwiches con viandas que habíamos comprado en un Bonus. Y luego a dormir que había que madrugar.
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16 de julio
Nos levantamos tempranito, una ducha y nos ponemos en camino dirección Þingvellir (Thingvellir), en el Círculo Dorado. Por cierto, el agua en la zona de Reykjavik apesta a huevo podrido. Apesta mucho. Es bastante desagradable ducharse y no digamos lavarse los dientes…
Círculo Dorado
El Círculo dorado es una ruta turística circular de unos 300 km que parte y finaliza en Reykjavik.
El tiempo sigue sin acompañar. Sigue lloviendo y por el camino nos encontramos mucha niebla que no deja contemplar el paisaje. A falta de unos pocos kilómetros empeza a disiparse la niebla y deja de llover.
Þingvellir es un parque nacional establecido en 1930 y se encuentra a 40 km de Reykjavik. Se trata de unos de los lugares más importante de la historia de Islandia.
Aquí se funda en el año 930 el Alþingi (Althingi), el parlamento más antiguo del mundo. Éste se reunía anualmente cuando el lögsögumaður (hombre de leyes) recitaba las leyes, resolvía las disputas y se castigaba a los criminales. No queda construcción alguna pero como testigo queda Lögberg (Roca del Rey).
Llegamos al inmenso parking y dejamos el coche y nos encaminamos al centro de visitantes. Allí hay que pagar 750 ISK (5.40€) por el aparcamiento.
En el centro hay una exposición interactiva sobre el parque que cuesta 1.000 ISK (7.20€).
Pasamos por la tienda de regalos / cafetería. Allí vi algo que me llamó la atención. Era como una redecilla anti-insectos para la cara. Hay que ser friki.
Al otro lado del centro de visitantes llegamos al mirador. Desde allí hay unas vistas espectaculares de toda la zona.
A continuación bajamos por el interior de la grieta Almannagjá que, hasta 2011 era un camino de grava. En marzo de ese año apareció un agujero en medio del camino. Tras investigarlo se descubrió la falla, de 10 metros de profundidad y 15 de largo.
Bajamos por la falla y cruzamos a la otra orilla del río Óxará. Allí nos encontramos con Þingvallakirkja, una pequeña iglesia luterana. La primera iglesia se construyó en el año 1017 siendo la más antigua de Islandia, pero la actual data de 1859.
A su lado se encuentra Þingvallabær, una pequeña granja construida en 1930 para conmemorar el 1000 aniversario de Alþingi. Hoy se utiliza como la oficina del guardián del parque y la casa de verano del primer ministro.
Desde aquí nos fuimos hacia el norte dirección a Öxarárfoss. ¿Te acuerdas de la redecilla que vimos a la venta en el centro de visitantes?… ¡CÓMPRALA! El camino fue un jodido infierno.
Durante más de un kilómetro hay una auténtica nube de unas moscas diminutas que se te meten en los ojos, por la nariz, por los oídos, por la boca… fue un auténtico infierno. A lo largo del viaje se volverían a cruzar en nuestro camino.
Öxarárfoss es una pequeña casacada de unos 14 metros de alto. Desde luego no impresiona por su tamaño pero el escenario en el que está enclavada es realmente precioso.
El escritor islandés Björn Th. Björnsson escribió:
“Aunque Öxarárfoss no es de gran tamaño, es peculiarmente hermosa y tiene mucho que ver con eso. Cae desde un borde uniforme y es razonablemente ancho para darle proporciones particularmente elegantes. Los cantos rodados están debajo, pero no los cubren, lo que genera mucho rocío. Pero así es como se comporta el sol aquí, en la última parte del día se coloca oblicuamente a lo largo de la brecha y brilla en la cascada, tan raro de ver. Los alrededores creados por los martillos de grietas no mejoran en lo más mínimo la belleza, ya sea que la cascada esté en modo ligero en verano o en bandas heladas en invierno”.
Tras contemplar largo rato la cascada volvimos paseando al centro de visitantes, del que nos separaban unos 2 km. La verdad es que el entorno es realmente espectacular.
Aprovechamos para tomarnos un café y un refresco. Es curioso ver que, en Islandia, es más caro el café que los refrescos. El café nos costó 500 ISK (3.57€) y el refresco de 500cl 350 ISK (2.50€).
De vuelta al coche nos ponemos otra vez en carretera. A unos 10 km nos encontramos con Hrafnagjá útsýnispallur, un mirador para contemplar el cañón Hrafnagjá.
Después de la breve parada continuamos hacia nuestro siguiente destino: Kerið.
Kerið es un cráter con un pequeño lago en su interior. Se formó hace unos 6.500 años en el extremo norte de una hilera de cráteres conocida como Tjarnarhólar. Tiene forma ovalada con 270 m de largo, 170 m de ancho y 55 m de profundidad.
Su lago interior varía entre 7 y 14 metros de profundidad. Según una antigua tradición, una subida del nivel del agua aquí va acompañada de una correspondiente caída en el estanque de Búrfell en Grímsnes (a 75km) y viceversa.
La entrada al cráter cuesta 400 ISK (2.85€). Por cierto; está prohibido meterse en el lago.
Se iba haciendo la hora de comer así que decidimos irnos hasta la ciudad de Selfoss, a sólo 15 km, en busca de algún sitio “barato”. Terminamos comiendo en un KFC: rápido y poco caro.
Desde aquí nos fuimos a hacer un poco de senderismo. Nos vamos ha recorrrer los alrededores del campo de lava del Volcán Geldingadalir, en el monte Fagradalsfjall, el último que hizo erupción en julio de 2021.
El mismo monte en que hizo erupción a principios de agosto, justo una semana después de volver nosotros a España. Vivir para ver.
Tras 50 km llegamos al desierto parking. Intento bajarme del coche, pero era tanto el viento que hacía, que apenas podía abrir la puerta para salir. Entre el viento, la lluvia y el frío, se iba a hacer imposible la ruta.
Decidimos buscar un plan alternativo y dejar para otro día esta actividad, si teníamos tiempo.
Como no sabíamos muy bien que hacer, decidimos darnos un paseo hasta Akranes, una ciudad portuaria al norte de Reykjavik. La verdad es que no tiene prácticamente nada para ver, salvo el espectacular paisaje y algunas aves marinas.
Aparcamos junto al Visitor Center y nos dirigimos al Akranesviti, el nuevo faro, contruido entre 1943 y 1944. Entró en funcionamiento en 1947 y a partir de 2012 se abrió al público. Estaba ya cerrado a la hora que llegamos.
Un poco más adelante encontramos Gamli Akranesvitinn, el antiguo faro. Construido en 1917 y funcionó hasta 1947.
Para cenar nos paramos de camino a Reykjavik en un descampado. Allí nos hicimos unos sandwiches con avíos comprados en un Bonus y nos los comimos admirando las espectaculares vistas.
Tras la copiosa cena… A dormir.
17 de Julio
Volvemos al Círculo Dorado. Primera Parada: Brúarárfoss, una pequeña pero preciosa cascada en el río Brúarà. No es ni la más grande ni la más caudalosa de Islandia, pero sus aguas color turquesa son realmente hipnóticas.
Recorremos los 90 km que separan nuestro alojamiento del pequeño aparcamiento donde empieza la ruta. Desde aquí hay que hacer un pequeño trekking de unos 3 km siguiendo el río Brúarà para llegar a la cascada.
Es un camino relativamente suave aunque el día en el que estuvimos nosotros se encontraba embarrado a tope y era algo complicado caminar. En algunos tramos era literalmente imposible andar y había que salirse un poco del camino.
Brúarárfoss no es la única cascada del camino. Nos vamos a encontrar dos más. La primera es Hlauptungufoss, aproximadamente a 1.5 km del parking.
Aquí ya podemos apreciar el increíble color turquesa del agua procedente del deshielo de los glaciares.
Un poco más adelante nos topamos con la segunda: Miðfoss. Como su nombre indica, es la de enmedio…
Y ahora sí. A unos 800 metros nos encontramos con la espectacular Brúarárfoss. Juzguen ustedes mismos. Aunque he de decir que las fotos no hacen justicia al color del agua.
La verdad es que merece mucho la pena el paseo y habernos metido en el barro hasta los tobillos.
Volvemos al coche y nos vamos al siguiente punto: el área geotérmica de Geysir, en el valle de Haukadalur.
Esta área está salpicada de varias fumarolas, fuentes termales y pozos de lodo. El géiser principal es Geysir, aunque actualmente se encuentra inactivo.
Realmente la principal atracción es el géiser Strokkur que revienta cada 5 minutos aproximadamente. La altura suele variar pero puede ser de hasta 40 metros.
Aparcamos en el centro de visitantes y nos vamos hacia el recinto. Nada más llegar vemos a un montón de gente arremolinada alrededor de unas fumarolas como esperando algo… esto será Strokkur.
Mientras estamos esperando, llega un trabajador del centro y nos dice que ahí no va a reventar nada. No sabe que hace allí toda esa gente. Strokkur se encuentra más arriba.
Pues nos fuimos directamente al géiser. La primera explosión fue bastante mierder. Apenas un par de metros. La siguiente si fue bastante gorda. Pero la tercera si fue espectacular, e incluso llegó a salpicar a la gente.
Podemos subir al mirador que hay en lo alto para admirar desde la alturas el área.
Desde aquí nos fuimos directos hasta la siguiente parada. Otra de las estrellas del Círculo Dorado: la cascada Gullfoss (Cascada de Oro en islandés).
Se trata de la cascada más famosa de Islandia. Enclavada en el cañón del río Hvitá, cuenta con dos saltos de agua, uno de 11 metros y otro de 21. En total son 32 metros de caída y un caudal de entre 80 y 140 metros cúbicos de agua por segundo.
Un consejo: lleva contigo un chubasquero porque si te acercas a la cascada vas a acabar empapado.
Junto a las escaleras que suben al centro de visitantes encontramos un pequeño monumento dedicado a Sigríður Tómasdóttir. Fue una ambientalista islandesa cuyo activismo ayudó a preservar las cascadas de Gullfoss, protegiéndolas de la industrialización. Se la considera la primera ecologista de Islandia.
Como se iba haciendo la hora de comer, subimos al centro de visitantes que tenía restaurante. Estaba a tope no, lo siguiente así que decidimos volver a Geysir, que habían varios restaurantes.
Aquí había menos gente así que decidimos quedarnos.
Comimos en el restaurante Geysir Glíma. La comida fue estupenda y a un precio bastante normalito para ser un sitio turístico.
Un plato de albóndigas y un codillo de cordero por 4.970 ISK (34.20€).
Un café y a por el siguiente destino: la cascada Háifoss, a 87km.
Al salir de la asfaltada carretera 32, entramos en la primera carretera de grava relativamente larga. Íbamos algo asustados por los agujeros que tenía pero nos sirvió de experiencia para carreteras futuras.
Háifoss era en teoría la catarata más alta de Islandia. El río Fossá vierte aquí sus aguas a nada menos que 122 metros de altura. Mediciones recientes indican que Hengifoss es la catara más alta de la isla con 128 metros.
Junto a Háifoss se encuentra otra gran cascada llamada Granni. Todo el conjunto forma un auténtico espectáculo de la naturaleza.
Todo era tan impresionante que estuvimos allí mucho rato disfrutando del tremendo espectáculo que nos brindaba Islandia.
De vuelta al coche, como era temprano, decidimos desviarnos de nuestra ruta y nos fuimos a visitar la cascada Faxi.
Faxi es una cascada en el río Tungufljót. Tiene 7 metros de altura y 80 de ancho y ha sido descrita como la hermana menor de Gulfoss.
Para acceder a Faxi hay que pagar 700 ISK (5€ – 5.15$). Si comes en el restaurante y gastas al menos 2.000 ISK, te descuentan las 700 de la entrada.
Ya iba siendo buena hora para cenar. Decidimos parar de nuevo en Selfoss de camino a Reykjavik. No nos complicamos la vida y cenamos en el KFC. Rápido y relativamente barato.
Tras la cena decidimos dar un paseo por la ciudad de Selfoss. Se trata de una pequeña ciudad al sur de Islandia, a orillas del río Ölfusá.
Su historia se remonta a más de 1.000 años atrás, fue colonizada por Thorir Ásason. Aunque las Sagas Islandesas mencionan que Ingólfur Arnarson estuvo aquí durante el invierno de 873 en la montaña Ingólfsfjall.
La ciudad actual se formó en 1891 a raiz de la construcción del primer puente colgante sobre el río. Dicha construcción fue ordenada por Tryggvi Gunnarsson, miembro del Alþingi.
Fue un bonito y corto paseo por su casco antiguo, lleno encantadoras de casas de colores.
Aún haciendo 7ºc de temperatura, vimos a varias personas con unos helados bien apetecibles, así que se me antojó uno.
Eran de un sitio llamado Ísbúðin Fákafeni. Entramos y nos disponemos a hacer nuestra cola. En la Pared tienen un cartel en grande con la carta… en islandés. No entendemos una mierda.
Así que señalamos lo que está pidiendo el resto de la gente y señalamos más para el topping. Salió bien. estaban buenísimos y nos costaron 610 ISK (4.36€) cada uno.
Nos lo comemos relajadamente y nos volvemos a Reykjavik a dormir.
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