Continuamos nuestra ruta por Islandia. Nos vamos a los Westfjords, la región de los fiordos del oeste. Nos despertamos tempranito en la ciudad de Akureyri.
Akureyri es la capital del norte de Islandia y la ciudad más poblada fuera del área metropolitana de Reykjavik, con algo menos de 18.000 habitantes.
La ciudad se fundó en 1778 siendo un importante centro pesquero durante toda su historia. También fue una de las bases militares aliadas durante la II Guerra Mundial.
21 de julio
Nos levantamos con el día soleado y nos ponemos en camino sobre la marcha. Hoy nos esperan muchos kilómetros de coche. Nos dirigimos a los Westfjords, los fiordos del oeste.
En los Westfjords, más que puntos turísticos, es admirar el espectacular escenario natural.
La primera parada iba a ser Hvítserkur, aunque antes de llegar paramos varias veces a admirar los impresionantes paisajes.
Por el camino nos cruzamos con un rebaño de caballos que estaban trasladando de sitio. Era una maravilla ver tantísimos caballos aunque hay que tener mucho cuidado porque van por la carretera.
Tras unas 2.30 horas de camino (con parada para desayunar) llegamos a Hvítserkur.
Hvítserkur, también conocido como el troll del noroeste de Islandia, es una pila de roca basáltica de 15 m (49 pies) de altura que sobresale de la bahía de Húnaflói.
El folclore dice que Hvítserkur era originalmente un troll de la península, decidido a arrancar las campanas del convento de Þingeyraklaustur (se cree que los trolls temen el cristianismo). Estaba tan enfurecido y persistente en su empresa, que no se dio cuenta del amanecer, y quedó instantáneamente petrificado por la eternidad por los rayos del sol.
Nos volvemos al coche y nos acercamos a una cafetería cercana que habíamos pasado de camino. Aparcamos y, antes de pedir un café, nos acercamos a los servicios en el exterior. Como muchos en Islandia eran de pago. La diferencia es que este costaba 700 ISK. ¡¡¡5€ para cambiarle el agua al canario!!!
El café costaba otro dineral así que pasamos. Un buchito de agua y a la carretera.
Nuestra siguiente parada larga iba a ser en Hólmavík, a 190 km de distancia. Aquí es donde comimos.
El paisaje hasta Hólmavík seguía siendo espectacular.
Llegamos a Hólmavík a la hora de comer. Paramos en un supermercado llamdo Krambúðin para comprar cosas para la cena antes, de buscar un sitio para almorzar. Al entrar vimos que allí mismo había una parte que era hamburguesería. Dado que la ciudad no era muy grande (300 habitantes) y no nos apetecia estar buscando restaurante… Pues “palante”.
La hamburguesa muy sencilla pero no estaba mala y fue barato.
Comemos, repostamos y a la carretera a disfrutar de los Westfjords.
Durante el trayecto, mientras bordeábamos el fiordo Ísafjarðardjúp, pasamos por un edificio con aspecto abandonado que nos llamó la atención. Se trata de Arngerðareyri Kastalinn, una granja construida en 1928. En sus buenos tiempos había una tienda, un “centro de tráfico”, una central telefónica y una escuela.
El edificio quedó abandonado en 1966 debido a la despoblación de esta zona rural de Islandia. En 2020 se iniciaron obras de restauración del edificio. Me encantan los lugares abandonados.
Unas fotos y seguimos nuestro camino.
A unos 150 km de Hólmávik hay una zona de avistamiento de focas. En google maps aparece como Seal lookout en esta dirección: X5VP+F43, Litlibær, Islandia. Pero bueno, está bien señalizado.
Como unas 2.30 horas después de salir de Hólmávik llegamos a nuestro alojamiento de esa noche: Súðavík Tours & Guesthouse, en la ciudad de Súðavík. Es un pequeño guesthouse con cocina y baño compartido bastante bien de precio para ser los Westfjords: 152€ la noche.
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Súðavík es una diminuta ciudad pesquera en el fiordo Álftafjörður con una triste historia reciente.
El 16 de enero de 1995 sobre las 6.30 de la mañana se produjo una enorme avalancha que sepultó la mayor parte de la ciudad. Murieron 14 personas (8 niños) y 12 resultaron heridas. La gran cantidad de nieve acumulada dificultó tremendamente los trabajos de rescate. La última persona fue encontrada 23 horas después del desastre.
El 23 de enero de ese mismo año se decide reconstruir la aldea en otro emplazamiento menos peligroso incluyendo las instalaciones pesqueras.
Nos instalamos en nuestra habitación, una ducha y a buscar algo para cenar. Para ello nos dirigimos a la cercana ciudad de Ísafjörður, a unos 20 km.
Ísafjörður es la capital de la región de Vestfirðiry. Es la ciudad más grande de la región con 4.000 habitantes. Su economía se basa principalmente en la pesca, que tiene una de las mayores pesquerías de Islandia.
Situada a orillas del fiordo Skutulsfjördur, es la ciudad más septentrional de Islandia a tan sólo 50 km del Círculo Polar Ártico.
A causa de su aislamiento, Ísafjörður ha desarrollado una gran atmósfera urbana. La ciudad cuenta con una escuela de música y un hospital.
El primer asentamiento en Skutulsfjördur lo establece en el siglo IX el vikingo Helgi Hrólfsson “el Delgado”. La ciudad prospera durante el siglo XVI gracias a su establecimiento como un puesto comercial para los comerciantes extranjeros.
El museo local contiene la más antigua casa en Islandia, construido en 1734. La mayor colección de antiguas casas de madera en Islandia esta en este sector. Las casas eran en su mayoría construidas por los comerciantes extranjeros en el siglo XVIII.
La entrada cuesta 1.500 ISK pero a la hora que llegamos llevaba horas cerrado…
Justo al lado se encuentra Tjöruhúsið, un restaurante muy famoso de comida islandesa para el que recomiendan hacer reserva con días de antelación. Aún así intentamos entrar. No hubo suerte.
Nos fuimos en busca de otro sitio. Al final cenamos en Edinborg Bistro. Cenamos de escándalo y no fue demasiado caro. 6.980 ISK (50€).
Por cierto, por la noche el restaurante se convierte en pub.
Trás la abundante cena (sin ironía) nos fuimos a dar un paseo “nocturno” por la ciudad.
Damos por finalizado el día volviendo a Súðavík a dormir con el sol de (casi) media noche de fondo.
22 de julio
Hoy toca otro tramo largo de coche. Hoy dormimos a 387 km.
Desayunamos tranquilamente y nos ponemos en camino. Como curiosidad, pasamos por el tunel vehicular más largo de Islandia. El Túnel de los Vestfirðir mide 9 km y… solo tiene un carril. La dirección principal es dirección norte y para los que vamos hacia el sur tenemos apartaderos cada pocos metros. Bien pensado.
Antes de llegar al primer destino… parada para fotos en un paisaje idílico.
Primera parada programada: Dynjandi (Atronador).
Dynjandi son una series de cascadas cuya principal es la más grande de los Westfjords. Se encuentra cerca de la bahía de Dynjandisvogur y del fiordo Arnarfjörður, un área muy famosa por su riqueza en aves e impresionantes vistas naturales.
Aparcamos y nada más bajarnos, la nube de mosquitas de esas diminutas tocapelotas nos asaltan. En esta ocasión ha sido realmente desesperante. Hubo un momento en el que estaba tan agobiado que pensé en darme la vuelta. Por suerte no lo hice.
Desde el aparcamiento empezamos a subir y dejamos atrás siete cascadas: Hæstahjallafoss, Strompgljúfrafoss (Strompur), Göngumannafoss, Hrísvaðsfoss-Kvíslarfoss, Hundafoss y Bæjarfoss (Sjóarfoss).
La pintita de la parte superior de la foto no es un pájaro. Es una de las mierdimoscas de las que hablaba. En alguna foto sale perfectamente en el mismísimo centro.
Y ya arriba del todo la espectacular Dynjandi.
Dynjandi es conocido como el “Velo de Novia” por su parecido a esta prenda. Tiene 100 metros de caída y 30 metros de ancho en la parte alta y 60 en la base.
El trayecto desde el aparcamiento hasta Dynjandi es de aproximadamente 200 m cuesta arriba con algunos escalones.
Con pena por abandonar tan maravilloso escenario nos ponemos en carretera de nuevo.
Seguimos maravillados por los espectaculares paisajes que nos brinda la poco conocida región de los Westfjords.
Nuestra siguiente parada programada era Helgafell, península de Snæfellsnes a casi 300 km. Fuera de los Westfjords a 4 horas de camino.
Pero antes hay alguna parada no improvisada, como el almuerzo. Paramos en una ciudad llamada Búðardalur, a 200 km. Comimos en una pizzería llamada Dalakot, que también es guesthouse.
Volvimos a comer de maravilla y al precio más o menos habitual: 6.400 ISK (46€) por una pizza grande, una ensalada muy completa y dos bebidas.
La pizza estaba buenísima, por cierto. Tras la comida nos ponemos de nuevo en camino. Con alguna parada… como no.
83 km después llegamos a Helgafell, ubicada en en Thorsnes. Aquí encontramos una granja y una iglesia al pie de una colina, que es lo que nos interesa.
En la época de los asentamientos, también al pie de la colina se encontraba un templo en honor al dios del trueno Thor (Þór) construido por Þórólfr Mostrarskegg en el siglo IX.
Según cuenta la Saga de Laxdœla la heroína Gudrun Osvifursdottir (974 – 1060) está enterrada junto a la colina. En estos tiempos paganos se decía que la montaña era el hogar de los muertos.
La colina de Helgafell mide 73 metros de alto y la entrada cuesta 400 ISK. Desde lo alto tenemos una vista en 360º realmente espectaculares.
Bajamos de la colina y nos ponemos en camino al siguiente punto de interés: Berserkjahraun.
Berserkjahraun es un campo de lava de 4000 años de antigüedad ubicado en la península de Snæfellsnes. Su nombre proviene de una de la saga islandesa Eyrbyggja.
Según esta historia un granjero trajo dos berserkers de Suecia a la península de Snæfellsnes. Se los dio a su hermano, Víga-Styr, que vivía al otro lado del campo de lava. Uno de estos berserker se enamoró de la hija de Víga-Styr y pidió su mano en matrimonio.
Víga-Styr hizo un trato con el berserker. Si este abria un camino a través del campo de lava conectando la granja con la de su hermano, le concedería su mano.
Entre los dos berserkers consiguieron abrir un camino con mucha rapidez. Un hecho que era prácticamente imposible. Víga-Styr hizo matar a los dos suecos y los enterró cerca del camino.
En Berserkjahraun podemos encontrar cuatro hitos. Esos son Berserkjagata, el camino en sí, Berserkjadys, donde se supone que los dos Berserkers están enterrados, Landamerkjagarður, una valla fronteriza y Fjærrét, un refugio de ovejas.
Ya muy cerquita se encuentra Grundarfjörður, donde teníamos nuestro alojamiento de esa noche.
Grundarfjörður es es una pequeña ciudad de unos 900 habitantes que se encuentra en la costa norte de la península de Snæfellsnes. Enclavado en un puerto natural, su principal industria es la pesca y el procesamiento de pescado. En los últimos años ha prosperado también el sector del turismo.
Junto a la ciudad encontramos la montaña Kirkjufell.
Kirkjufell, que viene a traducirse como la Iglesia Montaña, es la montaña más fotografiada de Islandia… o eso se dice.
La montaña toma su nombre de su parecido con el campanario de una iglesia, afilado en la parte superior con largos lados curvos. Desde otros ángulos, la montaña se ha comparado con un sombrero de bruja o incluso con un helado (hay que echarle imaginación).
Para alojarnos elegimos el Stöð Guesthouse and Apartments. Estaba realmente bien. Habitación muy amplia y con baño privado… el primero en Islandia. En principio nos costó 117€. Y digo en principio porque unos días más tarde nos dimos cuenta de que nos habían cargado 144€ en la cuenta.
Reclamamos y nos dijeron que nos harían el reintegro un 30 días naturales como máximo. Pasado el plazo seguíamos sin recibir el dinero. Vovlvimos a reclamar y esta vez si, nos lo devolvieron en 2 días.
He de decir, que si el alojamiento hubiera costado los 144€, también merece la pena.
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Dejamos las cosas en la habitación y nos vamos a dar un paseo por el pueblo, que estaba en fiestas.
En la plaza de la iglesia había restos de una barbacoa popular, a la que llegábamos tarde. En ese momento había una exhibición de freestyle de bicis y poco después empezó un conciertillo. No hacía mucho frío y se estaba bien.
Dimos un pequeño paseo por el pueblo, disfrutando del espectacular entorno y nos fuimos en busca de algún sitio para cenar… de los pocos que habían.
De las poquitas opciones que habían para cenar elegimos Harbour Cafe. Estaba a tope y tuvimos que esperar, pero no mucho. No tenía una carta muy extensa, con lo que era fácil decidirse. Volvimos a triunfar. Cenamos de maravilla y a buen precio: 6.600 ISK (47€), en la media.
Después de la cena, a la cama a descansar. Nos espera un día extenso.
23 de julio
Nos levantamos tempranito, desayunamos algo y nos ponemos en camino.
La primera parada iba a ser Kirkjufellsfoss, pero como había que pagar 500 ISK y se veía bien desde la carretera… Nos ahorramos la pasta. No es demasiado espectacular.
Seguimos nuestro camino hasta la ciudad de Ólafsvík. Allí contemplariamos la cascada Bæjarfoss. No pierdas el tiempo y sigue tu camino. No es nada espectacular.
La iglesia de la ciudad si está curiosa.
Tras la pequeña decepción nos ponemos en camino a Svöðufoss. Esta si es bastante espectacular.
Svöðufoss es una hermosa cascada de 10 metros de altura que se vierte entre columnas de basalto en el río Hólmkelsá.
El sescenario en el que se encuentra es realmente espectacular, con la vigilante cumbre del volcán Snæfellsjökull con sus glaciares.
Snæfellsjökull es un estratovolcán de 700.000 años de antigüedad y 1.446 metros de altura. La montaña realmente se llama ‘Snæfell’ (Montaña Nevada), aunque a menudo se agrega ‘jökull’ (Glaciar) para ayudar a distinguirla de otras montañas del mismo nombre.
En agosto del año 2012 se quedó sin nieve por primera vez en su historia. Hecho que generó preocupación entre los lugareños de que el cambio climático amenaza la naturaleza de la montaña.
Durante siglos, Snæfellsjökull ha sido considerado, como uno de los antiguos lugares de poder del mundo, una fuente de misticismo, energía y misterio para la población supersticiosa de la zona.
Hay muchas formaciones rocosas en Snæfellsjökull y sus alrededores que se dice que son trolls petrificados por la luz del sol o casas de personas ocultas.
El 5 de noviembre de 1993, miles de entusiastas de lo paranormal se concentraron en Snæfellsjökull creyendo que se aterrizaría aquí una nave extraterrestre. La gente se aburre mucho.
Desde Svöðufoss nos fuimos directamente al cráter Saxhóll a 18 km.
Durante el camino pasamos por un tramo en el que se nos advertía la posible presencia de pájaros suicidas. Pues podían haber miles allí. Sin exagerar. Y cientos de ellos reventados contra el suelo. Por suerte no topamos ni uno. Eso si, nos tiramos media vida para recorrer un par de kilómetros.
Saxhóll es un cráter de unos 100 metros de altura y es uno de los más populares de la península de Snæfellsnes. Se puede subir mediante un sendero escalonado que parte desde el aparcamiento. Desde lo alto podemos disfrutar de una impresionante vista de los campos de lava que rodean toda la zona.
No había tiempo que perder así que a la bajada nos pusimos en camino a Djúpalónssandur.
Djúpalónssandur es una bahía en forma de arco de acantilados oscuros y arena negra. Antiguamente aquí se encontraba un pequeño y próspero pueblo de pescadores que quedó abandonado.
La playa de Djúpalónssandur destaca por sus impresionantes formaciones rocosas de lava costera entre las que se encuentra una gran roca de lava con un agujero en el medio a través del cual se puede ver directamente el volcán glaciar Snæfellsjökull.
Detrás de las rocas hay dos lagunas de agua dulce llamadas Djúpulón y Svörtulón, siendo la primera la que da nombre a la bahía. Aunque en la antigüedad se creía que no tenían fondo, más tarde se reveló que los cuerpos de agua alcanzaban una profundidad de solo cinco metros.
La mayoría de las fotos que saqué en Djúpalónssandur están dañadas y no he podido repararlas a pesar de haber usado muchos programas para ello. Si alguien conoce alguno que me pueda ayudar…
Se cree que Svörtulón posee propiedades curativas, después de haber sido bendecida por el obispo Guðmundur góði (‘el bueno’) a fines del siglo XII.
(FOTOS DAÑADAS)
También encontramos el monumento natural Söngklettur (“roca cantante”), una gran roca de lava con un tono rojizo que se asemeja a una iglesia élfica. Cerca se encuentran otras formaciones rocosas de atractivo folclórico, incluidos los supuestos trolls convertidos en piedra de Kerling y Lóndrangar.
Bajamos desde el aparcamiento. Al llegar a la arena nos encontramos una serie de piedras puestas en fila junto a un cartel informativo. Estas piedras las usaban los pescadores para medir sus fuerzas. Su peso varía entre los 23 kg de la más ligera hasta los 155 kg de la más pesada. Sus nombres son Amlóði (inútil), Hálfdrættingur (débil), Hálfsterkur (medio fuerte) y Fullsterkur (totalmente fuerte).
Ya sabes, aquí podrás probar tus fuerzas a ver si hubieras sido un buen marinero. Y mejor me dedico a la cocina, que es lo mio…
(FOTOS DAÑADAS)
También podemos encontrar un montón de restos de hierro muy oxidado por toda la playa. Se trata de los restos de un arrastrero británico llamado Epine GY 7 de Grimsby que naufragó en 1948 cerca de la playa. Murieron 14 de sus 19 tripulantes. Los restos se conservan aquí como monumento a los que desaparecieron.
Desde la playa parte un pequeño sendero de aproximadamente 1 km hasta la cala del lado oeste. Durante el trayecto podemos observar restos de las construcciones de los pescadores que habitaban la zona y algún panel explicativo. Por desgracia he perdido todas esas fotos.
Hora de partir para el siguiente destino: Lóndrangar.
Los acantilados de basalto de Lóndrangar se encuentran entre las muchas maravillas geológicas de la península de Snæfellnes.
Aquí se encontraba un cráter volcánico que fue poco a poco destruido por la fuerza del mar. Hoy sólo quedan como testigos dos columnas de 75 y 61 metros de altura. Son conocidas como “el Castillo Rocoso”.
En el folclore islandés se cree que las tierras de los alrededores nunca han sido cultivadas debido a que se cree que están habitadas por elfos.
Vuelta al coche y a seguir el camino. Aún quedan cosas que ver antes de ir a la capital.
La siguiente parada es Arnarstapi. Se trata de un pequeño pueblo antiguamente pesquero, aunque hoy es más turístico.
Los registros de asentamientos alrededor de Arnarstapi se remontan a la saga Bárðar Snæfellsáss (siglo XIV aproximadamente), una antigua saga islandesa que habla del mitad humano, mitad ogro que una vez vivió en la península de Snæfellsnes. Desde su muerte, ha sido considerado el espíritu guardián de la zona.
Durante la ocupación noruega y, más tarde danesa, propseró como puerto pesquero y comercial. Muchos de los edificios resultantes siguen en pie hoy en día, siendo algunos de los más antiguos del país, como la Residencia del Prefecto Danés, que se construyó en la década de 1770.
La revolución industrial islandesa hizo que gran parte de su población se desplazara a la capital, Reykjavik, reduciendo su tamaño a poco más que una aldea.
Aparcamos en un de los aparcamientos de la ciudad y empezamos nuestro paseo hacia la costa. Lo primero con lo que nos cruzamos es con un monumento llamado Minnisvarði um Bárð Snæfellsás, el protector de Snæfellsás.
Bárður Snæfellsás era un vikingo mitad titán mitad humano que colonizó la zona y le dio nombre a la península, Snæfellsnes, tras quedar prendado de la belleza del glaciar Snæfellsjökull y sus blancas nieves (Snæf es nieve en islandés).
Se cree que su espíritu sigue vigilando y cuidando la península.
Tras el monumento llegamos a la preciosa costa, a los acantilados de Arnarstapi, considerado uno de los paisajes más bonitos de Islandia.
Aquí encontramos Gatklettur (“Arco de Hellnar”), un famoso arco de piedra natural que da cobijo a cientos de aves marinas. Es todo un regalo de la naturaleza que no mucha gente se para a admirar y sigue de largo.
Volvemos al coche y nos dirigimos a la cercana garganta Rauðfeldsgjá, a unos 4 km.
Rauðfeldsgjá, que se traduce como Grieta de la capa roja, es un hermoso desfiladero en la montaña Botnsfjall.
También se menciona en la saga Bárðar Saga Snæfellsáss, que fue escrita en el siglo XIV sobre eventos de unos 5 siglos antes.
La primera parte de la saga sigue al medio gigante Bárðar, quien luego de su muerte se convirtió en el espíritu guardián de la península de Snæfellsnes.
Se dice que una de sus hijas fue empujada sobre un iceberg mar adentro por unos niños mientras jugaban. Llegó hasta Groenlandia donde encontró el amor. Barður, pensando que estaba muerta, castigó a estos niños arrojándolos al desfiladero de Rauðfelsdsgjá.
Desde el aparcamiento nos espera un sendero cuesta arriba (bastante suave) de unos 500 metros.
Desde aquí tenemos unas bonitas vistas de la zona.
Ya con el estómago calmado nos ponemos en camino al penúltimo destino programado: Ytri Tunga, la playa de las focas.
Ytri Tunga es una playa junto a una granja del mismo nombre. A diferencia de la mayoría de las playas de Islandia, Ytri Tunga tiene arena dorada, en lugar de negra.
Este uno de los lugares más fiables para ver focas. en algunas rocas que sobresalen del agua, se pueden ver al menos algunos individuos de la colonia local durante todo el año. Sin embargo, el mejor momento para verlos es en los meses de verano.
Al visitar la playa hay que estar en silencio y guardar la distancia con las focas, sobre todo entre mayo y diciembre que es época de cría. No las molestes porque no lo parecen, pero se revuelven muy, muy rápido.
Pues bien. Aparcamos y vamos a la playa. Ni rastro de focas. Por mucho que las buscamos no vemos ni una. Ya que estábamos, nos dimos un paseo por la playa. Pues después de un rato andando, allí estaban, pocas y sobre unas rocas dentro del mar. Bien tumbaditas tomando el sol… sin obligaciones ni preocupaciones.
Ya se empezaba a hacer demasiado tarde así que había que buscar algo para comer. En vez de volver a Arnarstapi, decidimos seguir adelante dirección Reykjavik, que ya encontraríamos algo. Graso error. Kilómetros y kilómetros sin sitio para comer.
Al final lo hicimos en un foodtrack llamado Agnið streetfood, que está junto a un centro de visitantes. Es de bocatas, hamburguesas y hot dogs y la verdad es que están deliciosos. Una vez más, acertamos. El bocata venía sin papas pero la hamburguesa si. Nos costó todo 5.030 ISK (36€).
Con el estómago calmado, nos dirigimos al último punto programado en la península de Snæfellsnes: los acantilados de Gerðuberg.
Gerðuberg Gerðuberg es una fila de columnas de basalto hexagonales de forma perfecta que corren a lo largo de un acantilado de algo más de 1 km. Las columnas miden entre 7 y 14 metros de alto y hasta 1.5 metros de ancho.
Las columnas parecen talladas a mano y da la apariencia de ser el muro de una fortaleza.
Con esta visita termina nuestra visita a la península de Snæfellsnes. Ahora si nos dirigimos a visitar la capital Reykjavik. Pero eso ya es otra entrada.
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