Se va terminando nuestro viaje por Corea del Sur. Siempre da lástima volver a casa.
20 de agosto
Seguimos en Busán. De nuevo madrugamos y salimos a la calle. Hoy, sin saberlo aún, íbamos a visitar uno de los sitios que más nos gustaron de Corea del Sur: el Santuario Tongdosa.
Pero antes teníamos que llegar allí. Para ello tomamos la línea 1 de metro hasta la última parada, Nopo Dong y allí tomar el bus en la Busan Central Bus Terminal. El precio del billete es de 1.950₩ (1.37€) y tarda unos 40 minutos en llegar a la estación de Tongdosa.
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El Templo Tongdosa es un templo principal de la Orden Jogye del budismo coreano y se encuentra en la parte sur del monte Chiseosan.
Tongdosa es uno de los templos de las Tres Joyas y representa a Gautama Buda. Lo es junto con Haeinsa y Songgwangsa.
Tongdosa fue establecida por el monje Jajang-yulsa después de regresar de la China Tang en 646 d.C., durante el reinado de la reina Seondeok de Silla. Prosperó durante los períodos Posteriores de Silla y Goryeo (918-1392), cuando el budismo era la religión estatal.
Sólo el Salón Mahavira (principal salón de adoración del Dharma) sobrevivió a la invasión japonesa a finales del siglo XVI.
Desde la estación nos separan unos 200 metros de la puerta de entrada al recinto. Si vas en coche, te cobrarán 3.000₩ (2.10€). Si vas andando es gratis.
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Desde aquí empeza un bonito sendero por un entorno boscoso de unos 500 metros.
El templo Tongdosa se dicide en tres partes: el complejo inferior, el medio y el superior.
En el inferior, lo primero que nos encontramos es Tondogsa Seongbo Buddhist Museum. Tiene por objetivo ayudar a comprender la cultura budista. Lo hace a través del estudio de la herencia budista del templo Tongdosa.
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El museo conserva y exhibe 30.000 piezas de patrimonio cultural. Es el museo de tesoros religiosos más grande del país.
En el recinto inferior encontramos numerosos edificios. Pasamos junto a la puerta Iljimun o puerta del Pilar Único. Tras esta se encuentra la puerta Cheonwangmun, donde encontramos los cuatro Reyes Guardianes.
Cruzamos la puerta encontramos el salón Yeongsanjoen consagrado a 8 pinturas que representan la vida del Buda Sakyamuni organizadas con ocho eventos importantes.
También el salón Yaksajeon dedicado al Buda Bhaisalyaguru (Maestro de la Medicina). Quien se ocupa de las enfermedades de los seres sintientes. Los Bodhsattvas acompañantes del Buda son el Bodhisattva Suryaprabha Luz del Sol y el Bodhisattva Candraprabha Luz de la Luna.
Cruzamos la puerta Bulimun y salimos al complejo medio. Aquí también tenemos varios edificios reseñables, como el Salón Daegwangmyeongjoen consagrado al Buda Vairocana, el cuerpo de manifestación de las verdades cósmicas.
También se encuentra el Salón Gwaneumjeon dedicado a Avalokitesvara, el Bodhisattva del Amor, la Bondad y la Compasión, que es el más popular de la cultura budista de Asia Oriental.
Subimos un par de escalones y ya estamos en el complejo superior. De frente nos encontramos con el Salón Daeungjeon. Es el salón principal del Dharma y fue construido en 1845 tras la destrucción del original durante la invasión japonesa.
Detrás de la sala se encuentra la Estupa sanira de Buda que alberga las reliquias del Buda Sakyamuni traídas por el Maestro Jajang desde China.
También se encuentra el Salón Myeongbujeon dedicado al Bodhisattva Ksitigarbha y los diez reyes del inframundo. O el Salón Eungjinjeon consagrado a 16 Arahts (liberados), incluido el Buda Sakyamuni en el centro, el Bodhisattva Maitreya a la izquierda y el Bodhisattva Dipankara a la derecha.
Estando allí, vimos a gente hacienco cola en un pequeño edificio en el que parecía que daban algo. Nos dirigimos hacia allí pero la cola era enorme. Nada podía compensar esperar mucho rato al solano con aquel calor.
Decidimos entrar en otro edificio cercano buscando un WC. Pasamos nuestra puerta y había un montón de gente comiendo. Genial, era el restaurante pero era temprano para nosotros, nos dimos la vuelta pero la muchedumbre nos empujaba a su interior.
Resultó ser el comedor del templo. Los domingos dan de comer gratis a los feligreses que visitan el templo y nos “obligaron” a comer. Decir que éramos los únicos occidentales que vimos en el templo y en el salón.
Comida vegana de los monjes del templo. Estaba rica y fresca, para mitigar el calor. Mientras comíamos, la señora que se sentó a mi lado, que era la que me había ido empujando desde la puerta, venga a hablarnos en coreano. Lo único que creimos entenderle era que, como habíamos ido en bus, se ofreció a llevarnos a Busán de vuelta en su coche.
Amablemente le hicimos entender que no. Nos daba mucha fatiga y, además, queríamos seguir paseando por el templo un poco más.
Después de comer seguimos dando ese paseo y aprovechamos para comprar algunos recuerdos en la tienda del templo. Ya que habíamos comido gratis…
La verdad es que el templo es una pasada. Junto al entorno en el que se encuentra es uno de los que más nos gustaron en Corea del Sur. Además en gratis.
Damos el paseo de vuelta hasta la estación. Allí el problema era localizar el andén de vuelta a Busán. Todo estaba en coreano. En una cola preguntamos y nos confirmaron (por señas) de que era ese. Sacamos una foto al cartel para traducirlo… lo traducía como ácido ulceroso. Tiene que ser una ciudad preciosa.
Nos bajamos del bus y nos fuimos a dar una ducha al hotel. Ya refrescados, nos fuimos en camino del Oryukdo Skywalk.
Las islas Oryukdo es un grupo de islas rocosas frente a la costa sur de Busan. Dependiendo del día y la marea, pueden parecer cinco islas o seis islas. De ahí su nombre (‘o’ significa cinco y ‘yuk’ significa seis en coreano).
Hasta hace unos 120.000 años estaban unidas al conteniente. Éstas se separaron debido a la continua erosión provocada por la marea.
El Oryukdo Skywalk es una pasarela de cristal inaugurada en 2013 sobre el acantilado costero. El mirador es completamente gratuito y disponemos de unas buenas vistas de las islas Oryukdo y de la costa.
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Te dan unas fundas de tela para los pies y, ¡ale!, a sacar fotos pal instagram.
Nos tomamos algo fresco en la cafetería del mirador, en las que nos clavaron un poco, 14.500₩ (10.20€) y nos volvimos al bus. Siguiente parada: Gwangan Beach.
Gwangan Beach es una playa de arena rubia de aproximadamente 1,5 km de largo. En ella podemos encontrar cientos de restaurantes y cafeterías. Frente a la playa se encuentra el puente Gwangan, construido entre 1994 y 2002 con más de 7 km de longitud.
Todas las noches iluminan el puente con diferentes colores según la estación del año. Así que allí que nos plantamos. Pasa el rato… cae la noche… y allí no se ilumina nada. Resulta que habían suspendido la iluminación durante el verano por remodelación.
Van tres de tres. Ni el puente Rainbow en Tokio, ni el Banpo en Seúl ni este. A la mierd… ya no picamos más. No pensamos visitar ni un solo puente más en ningún punto del mundo que hagan espectáculo.
Aún así, la playa estaba muy animada. Había un concierto de un chaval y varias actividades más. Ya bien entrada la noche, se acumularon un monton de barcos junto al puente y comenzaron a tirar cohetes a éste. Fue bastante espectacular. Parecía una especie de asalto militar.
Dimos un bonito paseo por la playa y empezamos a buscar algo para cenar. Lo hicimos en un sitio de barbacoa coreana llamado 문가네정육식당 광안점. Estaba buenísimo y con muy buen servicio. La cena nos costó 39.000₩ (27€).
Después de cenar, al hotel a descansar. Al día siguiente madrugábamos para volver a Seúl.
Aquí dejamos un mapa con todos los lugares visitados en Busán:
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21 de agosto
Volvemos a madrugar y nos vamos en camino a la estación de tren. A las 8.10 sale el KTX a Seúl. Es puntual y llegamos a las 10.48.
Lo primero que hacemos es ir al hotel, a unos 15 minutos andando de la estación. Elegimos el ENA Suite Hotel Namdaemun. Pillamos una buena oferta por 72€ la noche. Bastante por debajo de lo habitual.
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El hotel está francamente bien. 4 estrellas con una habitación espectacular, gimnasio y piscina interior. Dejamos las cosas en recepción y nos vamos al primer punto: el Santuario Jongmyo.
Este es el santuario que estaba cerrado cuando hicimos el primer intento días atrás.
El Santuario Jongmyo fue el principal lugar de culto de la familia real durante la dinastía Joseon. Fue construido al mismo tiempo que el Palacio Gyeongbokgung, bajo las órdenes del rey Taejo, el primer rey Joseon.
El santuario fue designado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO el 9 de diciembre de 1995. El precio de la entrada es de 1.000₩ (0.70€) y está incluido en el Royal Palace Pass. También es gratis es último miércoles de cada mes.
Tras la visita al santuario nos fuimos directos a la estación de bus a recuperar el móvil que habíamos perdido en el bus de Sokcho.
Llegamos a la estación y preguntamos en información por el sitio que buscábamos. Nos lo indican y lo encontramos después de habernos perdido y dar mil vueltas. Tocamos a la puerta y allí nos estaba esperando.
En España iba a aparecer el móvil…
Como ya era la hora de comer decidimos buscar algo en la estación. Comimos en un sitio de comida japonesa especializado en onigiris y tonkatsu. Se llama 오니기리와이규동 y estaba muy bueno. Nos costó 22.500₩ (15.80€).
Desde aquí nos submos al metro en dirección Insadong street. En un documental habíamos visto que por allí habia una cafetería con temática de caca. Con decoración cochinilla y bebidas en vajilla con forma de inodoros.
Allí que allá fuimos. Llegamos y… no. La decoración bien pero usaban vasos normales. El servicio no era agradable y las bebidas las sirven en vasos normales. Y, para colmo, era muy caro. Por lo menos el café estaba bueno.
Tras el café estábamos tremendamente agobiados con el calor y la humedad así que decidimos tomar el metro y volver al hotel a hacer el checkin y darnos una ducha.
Allí nos pasó algo que no nos había pasado en ningún hotel. Decicimos darnos un rápido baño en la piscina. Bajamos e intentamos entrar. Hacía falta un código. Subimos a recepción y lo pedimos. Resulta que la piscina se paga a parte. A 11€ por dos horas por persona. A no ser que tengas contratada una habitación premium.
Me parece algo terriblemente feo que no los especifiquen en la web a la hora de contratar, pero si que te lo promocionen.
Muy cerca del hotel encontramos la puerta Sungnyemun. Es una de las cuatro puertas principales de la fortaleza construida para proteger la ciudad.
La puerta fue construida entre 1396 y 1398 y es el edificio de madera más antiguo de Seúl. Fue restaurada entre 1961 y 1963.
En 2008 un incendio provocó graves daños en toda su estructura y la destrucción de todo el techo del segundo piso y parte del techo del primer piso. Se tardaron cinco años en restaurarla por completo.
Desde aquí nos dimos un último paseo a la plaza Gwanghwamun. Ya habían desmonatdo toda la parafernalia de puestos y piscina que había días atrás y se podía contemplar con tranquilidad.
Estando allí nos encontramos con las ruinas de la Puerta Saheonbu, encontradas durante una excavación en 2021.
Desde aquí nos fuimos dando un paseo hacia Myeongdong. Es el distrito comercial más grande y uno de los principales destinos turísticos del antiguo centro de Seúl.
Allí, a parte de tiendas, hay millones de puestos callejeros donde venden todo tipo de comida. Así que aprovechamos para cenar algo. Aunque realmente solo picamos un par de cosillas porque era excesivamente turístico.
Como habíamos comido poco, cuando acabamos el paseo por Myeongdong, pasamos por un súper para comprar algo más. Cena, y a la cama.
22 de agosto
Último día en Corea del Sur y había que aprovecharlo. Nos levantamos temprano y, sin que sirva de precedente, decidimos desayunar en la calle.
Nos costó mucho encontrar un sitio donde desayunar algo que no fuera comida fuerte de almuerzo. Al final lo hicimos en una cadena de repostería que se llama Paris Baguette, que encontrarás por todos lados, menos si estás buscando uno.
La verdad es que estaba buenísimo y te ponen también café. En este momento empezaba a llover. Nos iba a acompañar durante la mañana pero sólo a ratos.
Tras el desayuno nos subimos al bus y nos fuimos hasta Bukchon Hanok Village. Se trata de un vecindario que alberga cientos de casas tradicionales, llamadas hanok, que se remontan a la dinastía Joseon.
El nombre Bukchon, que se traduce literalmente como “pueblo del norte”, surgió porque el vecindario se encuentra al norte de dos hitos importantes de Seúl, Cheonggyecheon Stream y Jongno.
Hoy en día, muchos de estos hanok funcionan como centros culturales, casas de huéspedes, restaurantes y casas de té.
Cabe recordar que también es un barrio residencial. Podemos encontrar muchos carteles en varios idiomas pidiendo silencio y hasta personas vestidas de amarillo controlando que todo esté tranquilo.
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Desde aquí nos fuimos corriendo a Namsangol Hanok Village. Este simula un barrio tradicional coreano y abrió sus puertas en 1998 en el lado norte de la montaña Namsan.
Cuenta con cinco hanok restaurados, un pabellón, un jardín tradicional, un escenario de artes escénicas y una plaza cápsula del tiempo. Los hanok pertenecieron a aristócratas y funcionarios gubernamentales de la dinastía Joseon que fueron trasladados desde otros lugares hasta aquí.
Para celebrar el 600º aniversario de la creación de Seúl en 1994, se enterraron en cápsulas 600 reliquias culturales que representan la apariencia de Seúl y las vidas de sus ciudadanos.
Ésta cápsula se abrirá en el 1.000º aniversario de la ciudad, el 29 de noviembre de 2.394 (si la humanidad sigue viva…).
Como hacía mucho calor, decidimos descansar un poco en un local de la cadena Twosome Place. Son unas cafeterías de esas modernas que encontrarás por todo Corea. Tardaron un montón en servirnos pero se estaba fresquito.
Refrescados nos fuimos camino de nuestra última visita: el Memorial de Guerra de Corea. Tomamos el metro y al bajarnos decidimos buscar algún sitio donde comer nuestra última comida coreana.
Al salir del metro recorrimos una serie de callejones con multitud de restaurantes pero todos estaban cerrados. Así que lo dejamos para más tarde.
El Memorial de Guerra de Corea exhibe y conserva materiales relacionados con la Guerra de Corea y sirve como lugar de educación moral nacional.
Fue establecido por la Sociedad Coreana del Servicio Memorial de Guerra el 10 de junio de 1994. Se hizo para conmemorar el noble sacrificio de los mártires patrióticos.
El museo alberga aproximadamente 33.000 artefactos y alrededor de 10.000 se exhiben en exposiciones interiores y exteriores.
Hay seis salas interiores separadas. Incluyen la Sala de las Fuerzas Expedicionarias, la Sala del Memorial Patriótico, la Sala de Historia de la Guerra, la Sala de la Guerra de Corea 6·25, la Sala de Desarrollo y la Sala de Maquinaria Grande.
Uno de los monumentos que más nos sorprendió fue la Estatua de hermanos, de la que nos hablaron durante la excursión a la DMZ. Más que nada por la historia.
La Estatua de los Hermanos es un símbolo de la Guerra de Corea. Representa un momento dramático en el que un oficial surcoreano y su hermano menor, un soldado norcoreano, se encuentran y se abrazan en el campo de batalla. La estatua expresa reconciliación, amor y perdón.
Con esta visita prácticamente acaba nuestro viaje a Corea del Sur. Ya sólo nos queda comer. Lo hicimos en un sitio que había dentro de la estación de tren llamado Mealbon. Como casi siempre, no defraudó. Buenísimo y bastante barato. Nos costó 34.000₩ (24€).
Salimos de la estación y a medio camino del hotel, yendo a buscar nuestras cosas, empezó a caer el diluvio universal. Era tal la tromba de agua que en cuestión de minutos el agua subió de nivel y nos llegaba hasta los tobillos.
Llegamos al hotel como si hubiéramos estado nadando con ropa. Allí nos cambiamos en el baño porque tenía empapados hasta los gayumbos.
En lo que nos cambiábamos la lluvia paraba y pudimos ir hasta la estación andando. Tomamos el tren AREX de las 17.57. Llegamos a las 18.40. Pasamos todos los controles y vamos a por comida para no pasar hambre en el vuelo.
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Compramos unos sandwiches en un Dunkin donuts. Sandwiches que, como tenia que ser calientes, no hubo manera de que nos los dieran fríos. Total, nos los íbamos a comer en unas 7-8 horas…
Aquí dejamos un mapa con todos los los lugares visitados durante el viaje:
A las 21.40 salíamos puntuales destino Helsinki, donde aterrizamos después de 14 horas. Si, 14 horas, tras un buen rodeo por el cierre del espacio aéreo ruso y ucraniano. Tenemos 1 hora y 20 minutos de escala, toca correr.
En el contro de acceso se forma una terrible cola en la que perdimos casi una hora. El control de pasaporte fue rápido y llegamos a la puerta de embarque con medio pasaje ya embarcado.
A las 7.05 salimos puntuales a Málaga. Cinco horas después aterrizamos pero aún nos quedan 2 horas de bus hasta casa, la ciudad de Granada.
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