Lo primero con lo que nos encontramos al acceder a los palacios es la Sala del Mexuar.
Sala del Mexuar.
Era el lugar en el que se reunía el consejo de ministros o Sura, que era conocido como Maswar, su nombre en árabe.
Se trata de una sala muy antigua, anterior al Palacio de Comares y al de los leones. Se cree que fue construida durante el reinado de Isma’il I (1314-1325), quinto soberano de la dinastía nazarí.
Ha sufrido varias remodelaciones a lo largo de la historia. Las decoraciones datan de los reinados de Yusuf I (1333-1354) y, más tarde, del segundo mandato Muhammad V (1362-1391).
En sus orígenes tenía un cuerpo central de linterna, por la que entraba la iluminación que se extendía por la sala. Hoy tan sólo se conservan las cuatro columnas y sus entablamentos.
En el siglo XVI, tras la conquista, se modifica todo el espacio para añadirle una planta superior y transformarlo en Capilla. Desde el desaparecido Pórtico del Patio de Machuca se coloca en el Mexuar por artesanos moriscos el friso epigráfico de yesería que discurre por encima del zócalo alicatado, con una clara intención simbólica: «El Reino es de Dios. La fuerza es de Dios. La Gloria es de Dios».
Al fondo de la sala encontramos el oratorio, donde rezaban el Sultán, su familia y la corte. Este oratorio fue destruido en 1590 por la explosión de un polvorín y fue reconstruido en 1917.
Las inscripciones contienen una cita del Corán y laudatorios de Muhammad V, entre otras. Entre ellas se lee: “Ven a la oración. No seas de los negligentes”.
Patio de Machuca.
Desde la Sala del Mexuar se accede al Patio de Machuca, aunque hoy en día no se puede visitar pero podemos contemplarlo desde aquí.
El patio fue diseñado por el arquitecto del Palacio de Carlos V. En el centro encontramos una pequeña alberca similar a los ninfeos romanos, en cuyos lados menores disponía de dos fuentes circulares que vertían agua a su interior.
Junto al oratorio encontramos el pequeño acceso al Patio del Cuarto Dorado.
Patio del Cuarto Dorado.
Se trata de un pequeño patio que sirve de unión entre la Sala del Mexuar y el Cuarto Dorado. La fachada sur fue construida por órden de Mohamed V, en la que encontramos dos puertas adinteladas iguales, alicatado sobre zócalo de cerámica, y decoración de yesería. Justo encima se encuentran dos ventanas exactamente iguales con arcos peraltados de festón y otra más pequeña en medio, rodeada de inscripciones del Corán.
Toda la fachada está adornada numerosas inscripciones, que rezan el lema «Sólo Dios es vencedor» y en el friso de madera podemos leer labrado uno de los poemas de Ibn Zamrak.
La fuente que encontramos en el centro es una réplica exacta de 1943 de la fuente original, que hoy en día se encuentra en los Jardines de Daraxa.
La puerta de la izquierda de esta fachada nos lleva a una sala decorada con yeserías con friso de mocárabes y techo de lazo pintado en la época de los Reyes Católicos, con una inscripción que hace referencia a la toma de Granada. La de la derecha se encuentra cerrada al público.
Tras cruzar esta pequeña sala llegamos al espectacular Patio de los Arrayanes, en el Palacio de Comares.
Palacio de Comares.
Éste palacio era la residencia oficial del monarca, y está compuesto por un conjunto de dependencias agrupadas en torno al Patio de los Arrayanes, con galerías porticadas en los extremos, situándose al norte la Sala de la Barca y la Sala de los Embajadores, que ocupa el interior de la Torre de Comares, desde donde se domina el valle del Darro.
Yusuf I ordenó que se construyera y adornara de manera exquisita, dejara maravillado al visitante, aunque fue su hijo Mohamed V el que concluyó la obra y construyó una fachada a lado sur del Patio del Cuarto Dorado.
Patio de los Arrayanes.
El Patio de los Arrayanes o Patio de Comares, se encuentra en el centro del Palacio de Comares. En el centro se encuentra el estanque de 34 metros de largo que divide el patio longitudinalmente y se abastece de agua gracias a dos pilas de mármol situadas en cada extremo. Ambos lados del estanque se encuentran sendas filas de arrayanes, que contrastan con su color verde intenso con el blanco del mármol del suelo.
En los laterales encontramos dos naves en los que se encuentran los aposentos donde residían las mujeres. En la planta baja existen varias puertas que conectan con las distintas dependencias. La decoración del patio en esta galería, excepto el zócalo de azulejos se rehizo durante el siglo XIX, adornándola como el pórtico opuesto.
En los lados menores, se levantan unos pórticos, sostenidos por columnas de capiteles cúbicos, de siete arcos semicirculares adornados con rombos calados e inscripciones de alabanza a Dios. Con el arco central más grande que el resto y presenta enjutas macizas con decoración de ataurique y capiteles de mocárabes.
Sala de la Barca.
En el extremo norte del patio de los arrayanes en entramos a la sala de la barca. Con forma rectangular de 24 metros por 4,35, en sus inicios era algo más pequeña pero fue ampliada por Mohamed V.
Se cree que su nombre proviene del término árabe baraka, que significa bendición.
En esta sala existió una bóveda semicilíndrica que fue destruida por el fuego del incendio de 1890, sustituida por una reproducción de aquella que fue totalmente terminada en 1964. Los muros presentan ricas yeserías con el escudo nazarí y dentro de él, la palabra “Bendición” y el lema de la dinastía “Sólo Dios es vencedor”.
Salón de Embajadores.
Tras la Sala de la Barca comunicada por un doble arco, se encuentra el Salón de Embajadores, la más sorprendente y majestuosa sala del palacio, en el que se encontraba el trono y se realizaban las recepciones oficiales.
Se trata de una gran sala cuadrada de 11 metros de lado y 18 de altura, en el que su suelo era antiguamente de mármol (hoy son losetas de barro) en el que se observa en el centro el escudo de los Alhamares, realizado en azulejos en el siglo XVI.
Las demás paredes de la sala presentan cada una tres arcos que dan a tres camarines abiertos en el espeso muro de 2,5 metros de grosor, con balcones gemelos y ventanas encima. En ellas encontramos poemas, alabanzas a Dios, al emir, el lema de los nazaríes o textos del Corán.
Torre de Comares.
El salón de Embajadores se encuentra en la Torre de Comares. Esta torre, con sus 45 metros de altura es la mayor de la Alhambra. Su nombre proviene de las comarías, las vidrieras de colores de los balcones que iluminan la gran sala que ocupa el interior de la torre.
Entre la Sala de la Barca y el Salón de Embajadores se encuentran dos pasadizos, uno a cada lado, que llevan a las habitaciones superiores del torreón, el dormitorio de invierno del sultán y la salida a la terraza de la torre, el de la izquierda; y a un pequeño oratorio usado únicamente por el sultán, el de la derecha.
Se cree que fue en esta torre donde se celebró el Consejo en el que se decidió entregar la ciudad a los Reyes Católicos. Se dice que desde uno de sus balcones, la madre de Boabdil, al enterarse de ello, le dijo:
“Mira lo que entregas y acuérdate de que todos tus antepasados murieron reyes de Granada y el reino muere en tí”
También se cree que fue aquí donde Cristóbal Colón se reune y convence a la Reina Isabel de su expedición a las Indias por Occidente que le llevó al descubrimiento de América el 12 de Octubre de 1492, y donde la ésta le ofrece sus joyas para financiar el viaje.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta el patio de los Arrayanes. En la fachada este encontramos la puerta que conecta el Palacio de Comares con el Palacio de los Leones.
Palacio de los Leones.
Tras suceder a Yusuf I, Mohamed V no sólo terminó con las reformas que había dejado inacabadas su padre, sino que comenzó a construir lo que sería su gran obra: el Impresionante Palacio de los Leones.
Este palacio constituía las estancias privadas de la familia real, y se construyó en el ángulo que forman los Baños y el Patio de los Arrayanes.
En este palacio el arte nazarí alcanza su máximo esplendor, en el que se alcanza una belleza de una sensibilidad y armonía incomparables, donde la luz, el agua, el colorido, la decoración exquisita, convierte a este palacio en una auténtica maravilla arquitectónica y una obra de arte.
El palacio está compuesto por un patio central rodeado de galerías de columnas a modo de claustro cristiano, que permite el acceso a distintas salas: al oeste la de los Mocárabes, al este la de los Reyes, al norte la de Dos Hermanas, Ajimeces y Mirador de Daraxa y al sur la de los Abencerrajes y el Harén.
Sala de los Mocárabes.
Es la sala a la que entramos desde el Palacio de Comares. Ésta es la más sencilla de las salas del palacio y se encuentra a la antigua entrada de éste.
Su nombre se debe a la bóveda de mocárabes que la cubría que, tras la explosión de un polvorín en 1590, quedó tan dañada que hubo que demolerla.
La sala se dividía en dos partes. A la izquierda se cubrió con una bóveda elíptica y se separó, sobre 1636, de la derecha con una reja. Desde 1863 se pueden observar los restos de la bóveda original.
Patio de los Leones.
Desde la Sala de los Mocárabes accedemos directamente al Patio de los Leones. Esta es la imagen más reconocible y famosa de la Alhambra y, seguramente, de todo Granada.
Su nombre procede de los doce leones surtidores de la fuente que ocupa el centro del patio, leones sobre los que descansa la gran taza de forma dodecagonal y que la rodean construida en mármol blanco. En el borde de la taza, se encuentra esculpido un poema de Ibn Zamrak.
A principios del siglo XVII se le añadió otra taza que hoy en día se encuentra en el Jardín de los Adarves, junto con el surtidor que la remataba, que era posterior.
Fue construido por orden de Mohamed V y está rodeado por una galería a modo de claustro cristiano, lejos del estilo del típico patio musulmán andaluz, más parecido al que presenta el Patio de los Arrayanes, sostenido por 124 columnas de mármol blanco y fino fuste.
Los dos centros de los lados más largos del patio tienen arcos de medio punto mayores que el resto y poseen unas arquivoltas de mocárabes que comunican el patio con la Sala de los Abencerrajes y con la Sala de Dos Hermanas. Sobre ellos se encuentran los aposentos de las mujeres del sultán.
En el centro de cada una de las galerías cortas se encuentran los pabellones, que avanzan sobre el patio, de planta cuadrada, y recubiertos de cúpulas semiesféricas de madera en su interior.
El centro del patio encontramos unos canales de mármol blanco que parten del interior de los pabellones y bajo los cenadores, que confluyen en la fuente central en forma de cruz. En los extremos de los canales existen unos surtidores que proveen de agua a la fuente central.
Sala de los Abencerrajes.
Debe su nombre a que la tradición popular asegura que en esta sala fueron degollados los Abencerrajes, una poderosa familia musulmana oriunda de Granada que rivalizó por el poder con los ziríes en luchas civiles que provocaron el debilitamiento del reino nazarí en el siglo XV.
En la sala existe una mancha de óxido que cubre parte de la pila de mármol del centro de la sala, que la superstición presenta como una mancha de sangre de dichos Abencerrajes.
El cuadrado central de la sala posee alcobas en sus laterales, con arcos decorados de manera exquisita cuyas columnas poseen capiteles azules, y techos con pinturas. Sobre ocho trompas de mocárabes encontramos una magnífica cúpula también de mocárabes, en las que podemos leer una inscripción que dice: “No hay más ayuda que la que viene de Dios, el clemente y misericordioso”.
Salimos de la Sala de los Abencerrajes y seguimos por el patio hasta la Sala de los Reyes.
Sala de los Reyes.
Se encuentra al oeste del palacio y su nombre viene de una pintura que podemos observar en la cúpula central. También se le conoció por Sala de la Justicia y, a partir del siglo XVIII como Sala del Tribunal.
Las pinturas se pueden ver en las tres cúpulas de madera en forma de elipse, y forradas de cuero. En la del centro vemos representados a los diez primeros reyes de la dinastía nazarí, salvo los usurpadores Ismail I y Mohamed VI.
En las de los laterales observamos escenas caballerescas y románticas, y posiblemente cuentan leyendas o aventuras de reyes musulmanes.
Accedemos a la sala por tres pórticos con arcos triples de mocárabes y decorados con rombos calados, sostenidos por finas columnas. Ésta está dividida en siete partes: tres habitaciones cuadradas, separadas por dos tramos rectangulares y alcobas en los extremos.
Volvemos a salir al Patio de los Leones para continuar a la Sala de las Dos Hermanas.
Sala de las Dos Hermanas.
Se encuentra al norte del palacio justo enfrente de la Sala de los Abencerrajes y su nombre proviene de las dos grandes losas gemelas de mármol que se encuentran en el piso de la sala.
Esta era la sala central de la residencia a la Sultana y su familia real, y se sabe que la madre de Boabdil vivió aquí con sus hijos, tras ser repudiada por Muley Hacén (penúltimo sultán del Reino nazarí de Granada).
Fue construida por Mohamed V y contiene alcobas con techos de lazo que comunican con las Habitaciones de Carlos V y, a través de un balcón, con los Jardines del Partal.
El pavimento de la sala, de mármol, posee una pequeña fuente con surtidor y un canalillo que conduce el agua hasta el patio de los Leones. Pero lo más destacable es la impresionante cúpula de mocárabes del techo en la que la iluminación ha sido perfectamente estudiada, mediante la abertura de ventanitas laterales. Las paredes de la sala están cubiertas de unas finísimas yeserías con diversos temas, entre los que podemos encontrar tanto el clásico lema de los nazaríes «Sólo Dios es vencedor» como, por ejemplo, unas manos cerradas.
Al fondo de la sala accedemos a la Sala de los Ajimeces, llamada así por los balcones gemelos de su pared norte, que se asoman al jardín. Es una sala rectangular cubierta por una cúpula de mocárabes, rehecha en el siglo XVI.
En el extremo norte de la Sala de los Ajimeces se encuentra el Mirador de Daraxa, atravesando un gran arco apuntado de mocárabes, en el que encontramos un poema en las inscripciones que decoran sus jambas, junto con un zócalo de azulejos de color negro, blanco y amarillo, bellísimo por su finura y destreza a la hora de realizar el complicado motivo que exhibe.
Es una pequeña sala rectangular, con dos arcos laterales y uno doble frente a la entrada que mira al Patio de Daraxa, que fue cerrado por las Habitaciones de Carlos V. Sobre los ventanales se encuentran unos arcos apuntados de mocárabes, en cuyos paños aparecen inscripciones de alabanza a Dios, a Mohamed V y poesías.
Desde la misma Sala de las Dos Hermanas accedemos a un pasillo que da acceso, primero, a los baños.
Baños.
Realmente pertenecen al Palacio de Comares, construidos al este del palacio, siguiendo el modelo de las termas romanas.
La primera sala, la Sala de Camas, era el apoditerium, los vestuarios, con un espacio cuadarado en el centro en el que encontramos una fuente y unas galerías alrededor; y un espacio abierto al piso superior, desde donde el monarca podía contemplar a sus mujeres desnudas (anda que era bobo). Desde aquí, éste lanzaba una manzana a su elegida para pasar la noche. A los lados encontramos camas destinadas al descanso posterior al baño, con alicatados de colores.
Toda la decoración que podemos ver hoy son de la época cristiana ya que debido al mal estado que han presentado los baños a lo largo de los siglos, han hecho que se restauren y reconstruyan varias veces.
La siguiente sala es el frigidarium, la sala fría en la que se encontraba una pila de agua fría. En el centro encontramos tepidarium, la sala templada y luego el caldarium, la sala de vapor, en la que había una caldera de cobre donde se calentaba el agua que se conducía por galerías subterráneas para calentar estas estancias.
Actualmente se encuentra cerrada al público y sólo se abre en determinadas ocasiones.
Al final del pasillo llegamos a las Habitaciones de Carlos V.
Habitaciones de Carlos V.
Se construyeron como alojamientos para el Emperador Carlos V mientras se terminaba su palacio, sobre los jardines que rodeaban el alcázar, y estaban comunicadas con el resto por la Galería de la Reja. Como el palacio, el listillo nunca llegó a habitarlas.
Están compuestas por seis salas terminadas en 1537. Las dos primeras están situadas entre el Patio de la Reja y el Jardín de Daraxa y en el friso de una de ellas hay una inscripción en la que podemos leer: “Imperator Karolus V Hispaniarum rex semper augustus pius foelix invictissimus” y el lema: Plus oultre.
Al resto de salas se las conoce como las Habitaciones de Washington Irving ya que fueron habitadas por el escritor estadounidense en 1829, durante su visita a Granada. Estas cuatro salas actualmente permanecen cerradas al público y solo se pueden visitar en contadas ocasiones.
Al norte de la última habitación encontramos una pequeña puerta que da al Peinador de La Reina, construido en el siglo XVI y restaurada en 1842. Tampoco se puede visitar habitualmente aunque si se abre en algunas ocasiones.
A la derecha tenemos el pasillo que da acceso al Patio de la Reja, bajando por unas escaleras.
Patio de la Reja.
Este patio es conocido por ese nombre por la reja existente en la pared sur a modo de balcón construida en 1655, aunque el patio se construyó a la misma vez que las Habitaciones de Carlos V.
En el centro encontramos una fuente y en las cuatro esquinas, cuatro cipreses centenarios.
A su derecha se encuentra la Sala de las Ninfas, debido su nombre a unas estatuas femeninas de mármol que se encuentran en el Palacio de Carlos V.
Desde aquí accedemos a los Jardines de Daraxa.
Jardines de Daraxa.
También llamados de los Naranjos y de los Mármoles, fueron construidos entre 1526 y 1538 a la misma vez que las Habitaciones de Carlos V.
En estos jardines podemos encontrar una gran fuente de mármol central decorada en su borde con una poesía y colocada aquí en 1626 aprovechando la gran taza que se encontraba en el Patio del Cuarto Dorado. La fuente se encuentra rodeada de cipreses, acacias, naranjos y arbustos de boj.
Al sur de los jardines encontramos los sótanos de la Sala de las Dos Hermanas, y son un conjunto de habitaciones alrededor de la Sala de los Secretos. Esta sala es conocida así si dos personas se colocan cada una en una esquina de la habitación y una de ellas habla en voz baja en dirección a la esquina, la de la esquina contraria escuchará perfectamente lo que la primera dijo, debido a la acústica que proporciona su bóveda vaída.
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